El otro día pasé por una de esas áreas de peaje que ahora son gratis. Le cogí tanto gustito, que pasé cuatro veces por la misma autopista, la AP-2, que no sé si ahora se llama A-2 por aquello de que ha perdido la P, que viene de peaje y de pagar. Después de 44 años de gestión de concesionarias privadas, la AP-2 ha vuelto a manos públicas. Así que cuando llegas a los peajes, en lugar de las clásicas señales de parar, te encuentras con indicaciones para que no detengas tu marcha. La alegría no va a durar mucho porque el Gobierno español estudia un sistema para establecer peajes en todas las vías de alta capacidad, autovías incluidas. Aquí mismo, la Beasain-Bergara se denomina ahora A-636, pero en unos meses habrá que apoquinar. Sí o sí. ¿Será AP-636? Desde hace años tenemos asumido que hay que pagar por usar las carreteras. Si bajamos unos escalones, resulta menos comprensible que haya que pagar también por aparcar en un hospital público, y que incluso haya que pagar por enchufar la tele en la habitación de un centro sanitario. Privatizar el espacio público. Viene de los tiempos de Thatcher. Cuando murió la premier británica, Ken Loach propuso homenajearla a su modo y semejanza. "¿Cómo deberíamos honrarla? Privaticemos su funeral. Saquémoslo a concurso público y aceptemos la oferta más barata. Es lo que ella habría querido".
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