El 28 de mayo de 2017 Francesco Totti jugó su último partido con la Roma. El vídeo de la despedida, que duró más de 40 minutos, se puede encontrar en YouTube. Es imposible no emocionarse. Il Capitano era y sigue siendo una leyenda del club. Entró en infantiles y permaneció 25 temporadas en la Roma. Es lo que ahora se denomina un One club man, un jugador que siempre ha jugado en el mismo equipo. Totti no conoció otra camiseta que la giallorossa. Creo que me quedo corto si digo que aquella tarde, durante su eterna vuelta al campo en el estadio olímpico de Roma, tres cuartas partes de los aficionados lloraban mientras sonaba el precioso himno Roma non si discute, si ama. Por razones varias, a veces los deportistas que han marcado una era no tienen un adiós comparable a su trayectoria. La Real no ha sido ajena, aunque basta recordar las despedidas de Aranburu y las de Prieto y Carlos Martínez para comprobar que también ha mejorado en este aspecto. Estos días se está despidiendo de los frontones Aimar Olaizola, otra leyenda. El sábado, cuando iba a hacer el último saque, todo el Labrit se puso en pie para aplaudirle. Y ha pasado más desapercibido, pero hace unos días el ciclista Gari Bravo, que se acaba de retirar, recibió un bonito homenaje plagado de detalles en su Lazkao natal. Gallina de piel.
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