El mundo está tan del revés, que lo positivo es negativo y lo negativo es positivo. Si hoy, un suponer, te haces un test de antígenos horas antes de Nochebuena y el resultado es negativo, chupito al canto para celebrarlo. Si, por el contrario, la prueba da positivo, coge tu plato de gambas y la tablet, y te refugias durante diez días en la república independiente de tu habitación. Lo de someternos a un test antes de disfrutar de los fastos de las navidades, nos ha puesto más nerviosos que cuando en la universidad íbamos al tablón para ver si habíamos aprobado ese examen para el no habíamos estudiado ni papa. El test de antígenos es el predictor universalizado. Para toda la familia. Nos las prometíamos muy felices hace unas semanas, cuando el bicho casi había desaparecido (estaba agazapado) y empezamos a hablar de Sanfermines de dos semanas, Tamborrada, Olentzero, cabalgatas de Reyes, vacaciones, viajes, cenas, comidas y farras. Y va a ser que no. La vida sigue aplazada y repleta de incertidumbres. No sabemos qué vamos a hacer ni pasado mañana. Y todo este tótum revolútum está provocando una irritabilidad que provoca más chispas que burbujas. Sean buenos, disfruten lo que puedan o lo que les dejen, y cuídense.
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