De un tipo sin filtros como Ricky Gervais te puedes esperar cualquier cosa. Repasar las galas de los Globos de Oro que presentó durante cinco años consecutivos, hasta que estalló la pandemia, es un viaje al lenguaje sin escrúpulos. A nadie dejaba indiferente porque no había asunto ni charco que no pisara con una mezcla de humor, fina ironía, sarcasmo y muy mala leche. En la última edición en la que hizo de maestro de ceremonias de la gala, en enero de 2020, sus chistes sobre la pederastia, el sexo o los suicidios dieron la vuelta al globo. El suicidio es, precisamente, una de las claves de After life, la serie de Gervais que acaba de concluir y que el actor británico ha dirigido y escrito. Son 18 píldoras, 18 capítulos de apenas 30 minutos de duración distribuidos en tres temporadas (no habrá una cuarta). Una serie maravillosa, con todos los tipos de humor que se pueda uno imaginar (negro, británico, grotesco), personajes entre absurdos y entrañables, una mirada diferente al duelo y un Gervais (Tony Johnson en la ficción) haciendo un papel extraordinario, rodeado de un elenco de actores y actrices no menos notables. Y hasta aquí he llegado sin caer en ningún spoiler, así que solo diré que la serie acaba con la preciosa canción Both sides now, de Joni Mitchell,sonando de fondo.
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