viernes, 18 de febrero de 2022

Apartheid

¿Se pueden mezclar en un mismo comunicado nombres y palabras como Urkullu, apartheid, segregación, Foro de Davos, instrumento de control, China, 5G, dinero digital, esclavitud, huella de carbono, batalla, DNI europeo y drones? Por poder, se puede. Y, de hecho, se hace. Un colectivo que dice defender la vida lo hace de cuando en cuando en unos extensos comunicados. Pero una cosa es escribir un comunicado con todas las palabras y nombres citados entre los dos interrogantes que abren este texto, y otra diferente es que ese comunicado tenga cierta coherencia, fundamento, que diría Arguiñano; y, sobre todo, credibilidad. Hay que leer dos veces esos comunicados porque son puro delirio. Todo el mundo está en su derecho de montarse su propia película sobre la pandemia y de denunciar el control de las autoridades, pero de ahí a hablar, por ejemplo, de apartheid, va un trecho. Sucede que en los últimos tiempos se ha maltratado el significado que tienen algunas palabras. Entre ellas, esa, apartheid. 27 años estuvo Nelson Mandela encarcelado por la política del apartheid. Si levantara ahora la cabeza y viera el uso que se le da a la palabra, se volvía a la tumba. La palabra apartheid se ha banalizado de tal manera que uno no sabe bien quiénes son los afrikáners en esta historia.

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