El otro día plantamos en el barrio un retoño del Árbol de Gernika. Hace unos años, un vecino visitó a un familiar que reside en el barrio Dantxaria de Ainhoa, y vio que en el jardín había un roble. Le contaron entonces que se trataba de un árbol crecido a partir de uno de los cientos de retoños del Árbol de Gernika que hay por los cinco continentes (se calcula que hay cerca de 450 plantados). Nuestro vecino cogió una de las bellotas, se la llevó a casa y durante varios años ha visto cómo esa bellota se ha ido transformando en un elegante retoño. Así que el sábado por la mañana nos reunimos una buena cuadrilla de vecinos y celebramos nuestro particular Zuhaitz Eguna. La chavalería se encargó de plantar el árbol y al son de un txistulari (también del barrio), cantamos el Gernikako Arbola del bardo Iparragirre (más bien leímos la letra porque casi nadie se la sabía). La inauguración acabó como acaban estas ceremonias: con pintxos de tortilla, vino y cava. No sé si las nuevas generaciones conocen el significado del Árbol de Gernika. En nuestro caso, la visita a la Casa de Juntas era una tradicional excursión escolar (junto a ir al parque de atracciones de Igeldo). Al menos alberguemos la esperanza de que en Ucrania estarán ahora resistiendo muchos árboles de Gernika.
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