El martes 5 de abril, en el transcurso del Manchester City-Atlético, ultras del equipo madrileño realizaron saludos nazis en la grada del Etihad Stadium. Los cánticos y gestos fascistas de buena parte de la afición más impresentable de la Liga suelen ser habituales. Y la tolerancia y el blanqueo que muestra repetidamente la directiva del Atlético con sus ultras resulta vergonzosa. Es el único club de la Liga que permite que sus hinchas más radicales campen a sus anchas, algo que Madrid y Barça erradicaron hace tiempo con los Ultrasur y los Boixos. Tras el lamentable episodio en Mánchester, cualquier club con dos dedos de frente impediría de por vida la entrada al estadio de los hinchas implicados. Nada de eso ha sucedido. Anteayer, en el partido de vuelta, la reacción en masa de la afición del Atlético fue, no solo abuchear el himno de la Champions (que es lo mismo que abuchear a la UEFA, que ha promovido un castigo para el club), sino también pitar a los jugadores del City cuando se arrodillaron en un gesto de apoyo al movimiento Black Lives Matter y contra el racismo. Cuando el espejo en el que te miras son Simeone y Cerezo, no te extraña nada. Aquí los conocemos de sobra. Cada vez que la Real visita al Atlético, el Frente Atlético profiere cánticos contra Aitor Zabaleta mientras el resto de grada calla.
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