Estremece leer estos días las crónicas de los periodistas desplazados a Zaporiyia, la ciudad ucraniana a la que llegan los supervivientes de la acería Azovstal de Mariúpol. La mayoría de los refugiados son personas mayores y niños que han permanecido durante dos meses encerrados en el laberinto de búnkeres y túneles del complejo metalúrgico mientras las tropas rusas descargaban a diario una lluvia de bombas y fuego de artillería. Infierno es poco. Te recorre un escalofrío si te pones en la piel de cualquiera de esas personas que ha subsistido sin gas, sin luz y escasos víveres, temiendo cada segundo por su vida. Desgraciadamente, una guerra casi siempre se parece a otra anterior, sea en Ucrania, Afganistán o Siria. El documental El Guernica sirio (Movistar +) recuerda la masacre que se perpetró hace diez años en el barrio de Baba Amr de Homs. En plena oleada de la Primavera Árabe, los habitantes de Baba Amr se levantaron contra el régimen de Bashar al-Ásad. La respuesta del sátrapa sirio fue despiadada. Apoyado por el Ejército ruso, el Gobierno sirio redujo el barrio a cenizas tras un bombardeo que duró un mes y provocó cientos de muertes de civiles. Varios periodistas que fueron testigos de la matanza lo reflejan en el documental con sus testimonios y unas imágenes que te sobrecogen.
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