En 1988, el CSKA de Moscú ganó la Copa de Europa de balonmano ante el Tusem Essen tras vencer 18-15 en casa y perder por 21-18 en la cancha alemana. El empate a goles se deshizo por la regla de los tantos a domicilio. Si lograbas más que los que había conseguido tu rival en tu pista, ganabas el título. Los germanos habían eliminado en semifinales a Elgorriaga Bidasoa después de un contundente 22-7 (11-2 al descanso) en el partido de ida. En la final de la Copa de Europa de baloncesto de 1998, en Barcelona, la Virtus de Bolonia venció al AEK de Atenas por 58-44. Hoy es impensable que se registren estos tanteadores bajos. Para primar el espectáculo, prácticamente todos los deportes han cambiado sus normas para que el juego sea más rápido y vistoso. El arte de defender ha perdido peso en favor de los correcalles. En balonmano es habitual que uno o los dos equipos superen los 30 goles por encuentro y hay partidos de baloncesto que son más propios de los Harlem Globetrotters. Dicen que es la forma de enganchar a los jóvenes a los espectáculos deportivos. Piqué y compañía han creado otra fórmula: partidos de futbito de toda la vida que se retransmiten por Twitch, que viene a ser lo que hacíamos de jóvenes (ver en un bar cómo otros jugaban al mus o al tute) pero a través de pantallas de móviles, tablets y portátiles. No sé. No lo veo.
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