En estos tiempos en los que los deportistas profesionales alargan sus carreras hasta más allá de los 40 años, Garbiñe Muguruza (30 años) ha cortado por lo sano y se ha retirado. Quiere disfrutar de la vida. Al otro lado de la cancha, Rafa Nadal (37 años) está prolongando su carrera por encima de lo que las lesiones le permiten. Su largo adiós no es seguramente el que hubiera imaginado. Cada una de sus últimas comparecencias ha llegado sembrada de dudas sobre su estado físico y da la sensación de que ya no recuperará el nivel que ha ofrecido durante tantísimos años. Es posible que en los próximos meses en París (bien en Roland-Garros, bien en los JJOO) nos calle la boca a quienes le estamos sacando de la pista, pero su final no parece a la altura de su trayectoria. Como dijo aquel, una retirada a tiempo es una victoria. Se suele decir que el deporte de elite no es sano, ni física ni mentalmente. Más aún en este siglo XXI en que solo vale triunfar. El fracaso tiene mala prensa, cuando, en realidad, es parte del proceso. Se pierde más veces de las que se gana. Es una máxima que se debería transmitir en el deporte desde edades tempranas, a esos niños y niñas a los que hay que enseñar que se juega para disfrutar, y que perder la final de infantiles del torneo internacional de Bollulos Par del Condado no es fracasar.
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