Supongo que solo a los periodistas nos sucede que a altas horas de la madrugada, en plenas fiestas patronales, te encuentras con un amigo y te suelta aquello de: “A ver, plumilla, tienes que escribir sobre la jubilación. Los de mi generación estamos hasta la coronilla (él lo dijo con otra palabra y estamos en horario infantil) de trabajar. Empezamos a trabajar en Ibardin con 16 años y no nos dejan jubilarnos antes de los 65. Tienes que escribir de eso”. Así que aquí me tienen. Cumpliendo el mandato y escribiendo sobre la jubilación, asunto al que comienzas a prestar cierta atención cuando la chavalería de casa empieza a volar sola y hace tiempo que no hay letras que pagar. Al amigo que, gintonic en mano, me entró como si esto fuera Change.org, ya le comenté que llevo más de 1.000 Mesas de Redacción publicadas en 19 años y que algún texto sobre jubilación ya he escrito. Pero, en fin, los amigos estamos para esto, los plumillas somos como ONGs, así que aquí dejo su petición por escrito. No recuerdo los argumentos que me aportó para su queja porque, como ya he comentado al principio, eran altas horas de la madrugada, pero seguro que llevaba razón. Algo me dijo de los médicos, de que si ahora la mili cotiza y tal, pero es lo que tienen los combinados, que te impiden recordar al pie de la letra las conversaciones cuando la noche es joven.
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