Dice un colega periodista que el final del verano y la llegada de septiembre es el mejor momento del año. Discrepo. El mejor momento del año es en junio, cuando tienes todo el verano por delante. Coincidimos ambos, sin embargo, en que el hit del verano ha sido Celine Dion cantando L’hymne à l’amour, de Edith Piaf, en la Torre Eiffel. Maravilloso. Los Juegos Olímpicos tienen la virtud de que enganchan durante dos semanas a gentes que habitualmente viven el deporte de competición con desapego. La gimnasia artística, por ejemplo, provoca un entusiasmo general. Durante esos días te comen a preguntas tipo: “¿Las jugadoras y jugadores de waterpolo tocan el fondo con los pies?” o, “¿por qué en los deportes de equipo las medallas las reciben los jugadores, pero no los entrenadores?”. Más apuntes del verano. Un café con leche (de vaca, preciso, que ahora te preguntan qué tipo de leche quieres) te cuesta 1,40 euros en un lugar con unas vistas espectaculares y 2,10 en un calle repleta de tráfico. Inexplicable. Y el nombre del verano: Philippe Carricart, que igual no les dice nada (fue campeón de trinquete en México’82), pero que a un servidor le sacó de un buen apuro en mitad de un páramo en Irati tras sufrir una avería en la bici que no tenía arreglo. Esker aunitz, Philippe.
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