En todos los ámbitos de la vida y de las profesiones existe la figura del típico subalterno que defiende con tanto ahínco la gestión de su jefe, que acaba pasándose de frenada. En nuestro oficio, por ejemplo, hay jefes de prensa (pocos, afortunadamente) capaces de defender hasta el infinito un error de su jefe supremo. Contigo hasta la muerte. Luego la realidad o su propio jefe, cuando rectifica, le devuelven a su sitio. O pongamos que hablamos de Plácido Domingo. Cuando en agosto pasado Associated Press publicó los testimonios de nueve mujeres que denunciaban haber sido víctimas de acoso sexual por parte del tenor (en septiembre la agencia aportó otros once testimonios), no faltaron quienes desacreditaron la información, como si se tratara de una publicación de chichinabo, y quienes criticaron que se manchara la reputación de un caballero, decían, que se viste de los pies a la cabeza. Llegaron incluso a justificar la conducta del tenor "porque eran otros tiempos", como si entonces fuera justificable lo que ahora es injustificable. Hubo incluso quien puso la mano en el fuego por Plácido Domingo (al estilo Felipe González, que también puso la suya por Cháves y Griñán). Y el caso es que la mano se ha chamuscado.
viernes, 28 de febrero de 2020
jueves, 27 de febrero de 2020
"¿Todo bien?"
"¿Todo bien?", me escribió ayer un amigo a los pocos minutos de conocerse el accidental mortal en la N-121 en Bera. Sabe que utilizo todos los días ese tramo de la carretera y me lo imagino preocupado. La N-121 se ha convertido en una especie de lotería macabra. Hoy te puede tocar a ti, mañana me puede tocar a mí. Cuatro muertos en los últimos 46 días, 33 desde 2010. El incremento de tráfico es más que evidente y la peligrosidad aumenta cada día que pasa. A más vehículos, más posibilidades de sufrir un accidente. Hace una semana se produjo otro siniestro a apenas 400 metros de distancia del fatal accidente de ayer.
No hay una sola razón que explique por qué empieza a darnos pavor circular por la N-121. Son varias que se cruzan entre sí. Pese a las reformas que se acometieron a principios de este siglo, es una carretera revirada a más no poder, con pocas zonas para realizar adelantamientos y en la que los límites de velocidad se rebasan constantemente. Coches y camiones conducimos por encima de lo que dicta la prudencia y las normas. Si a eso se suma que el trazado de la carretera se ha quedado desfasado en amplios tramos, el resultado es un índice de siniestralidad que deja en nada al que se registraba a finales del siglo XX, cuando la N-121 estaba sin desdoblar.
Urge tomar decisiones y no poner parches. De nada valdrá hacer retoques cosméticos en la N-121 si se sigue incrementando el tráfico de camiones que realizan rutas internacionales. Hace tiempo que las empresas de transportes que viajan del sur de España al centro y norte de Europa decidieron que les salía más a cuenta atravesar la N-121 que circular por la A-15. La implantación de peajes para camiones en la N-I en Gipuzkoa no ha hecho más que incrementar el flujo de vehículos pesados que usan esta vía. Es más barato y más rápido. Así de simple.
Pero una cosa es que las empresas busquen el mínimo coste y la máxima rentabilidad, y otra que nos hagan comulgar con ruedas de molino. Hace quince días, Toni Monzó, coordinador de la Asociación de Transportistas de Navarra (Tradisna), aseguró en una rueda de prensa que para los camiones es más seguro circular por la N-121 que por la A-15. Le aseguro que para un coche no. Que se sepa, la autovía tiene dos carriles en cada sentido, y la N-121, salvo algunos tramos, uno en cada sentido. En la N-121 llevamos 33 muertos en los últimos nueve años en el tramo navarro; en la A-15, uno desde 2017. Deduzco que Monzó hace tiempo que no circula por la N-121. De Belate a Pamplona, y viceversa, se circula en caravana.
Ingenuos de nosotros, hace 25 años, cuando se inauguró la autovía de Leitzaran, pensamos que sobre todo era para que circulara el tráfico pesado. El tiempo nos ha demostrado que no. Como también nos ha enseñado que la reforma que se realizó de la N-121 se ha quedado obsoleta. Tantos años reclamando, casi mendigando, que se construyera una carretera en condiciones desde Pamplona a Behobia y resulta que seguimos en las mismas.
Desconozco si la solución es el proyecto 2+1 o convertir la N-121 en una autovía, solo sé que en otras zonas de Navarra disfrutan de vías de doble carril e incluso autovías que se han construido hace dos telediarios y que, curiosamente, soportan muchísimo menos tráfico que la N-121. Alguna de esas autovías, de hecho, la vamos a pagar por los siglos de los siglos.
viernes, 21 de febrero de 2020
Trabajar en Gran Bretaña
El Gobierno del muy clasista Boris Johnson se ha puesto flamenco y, a partir del próximo 21 de enero de 2021, exigirá a los extranjeros que quieran trabajar en la Gran Bretaña un contrato de trabajo que incluya un salario anual mínimo de 30.000 euros y pedirá también, entre otros requisitos, un buen nivel de inglés. La medida supone, en la práctica, que el Ejecutivo tory descarta a miles de inmigrantes poco cualificados, que no llegan a ese umbral de los 30.000 euros, que no dominan la lengua de Shakespeare y que no podrían acceder a los trabajos que se oferten en la isla. Pero una cosa es lo que se pregona y otra la realidad de los hechos. Porque hosteleros, empresas del sector de la construcción, la industria del procesado de alimentos e incluso la sanidad pública de Gran Bretaña ya se han apresurado a anunciar que, sin esa mano de obra, el país se puede ir al carajo. Que son precisamente esos trabajadores extranjeros con baja cualificación y mal pagados los que asumen los empleos de camarero, obrero de la construcción o cuidadora que no quieren los británicos de pura cepa. Por no hablar de una cuestión trascendental: los 8,5 millones de británicos en edad de trabajar que son económicamente inactivos.
viernes, 14 de febrero de 2020
Vivir experiencias
Ir de sidrerías, visitar Zarautz, probar pintxos, conocer un mercado o asistir a un concierto. Antes no tenía nombre; ahora se le llama vivir experiencias. Nos llenan la bandeja del correo con ofertas para "regalar experiencias". Hasta ver jugar a la Real en Anoeta se ha convertido en una experiencia. Si entras en la web del club y miras, un suponer, la venta de entradas para el partido contra el Valencia del sábado 22, hay una opción de esas que ahora se llaman premium, platinum o gold VIP pass. En la zona denominada Boxes, que está situada encima del túnel de vestuarios, por el módico precio de 100 euros la entrada se incluye el partido, servicio de catering, wifi gratuita y televisión. En partidos contra rivales de más pedigrí, la localidad cuesta 200 euros. Vivir experiencias. Hace un mes quise vivir una experiencia con la que había fantaseado toda mi vida. Quería dar unas vueltas en bici en el velódromo de Anoeta. Es muy sencillo. Si tienes la kirol txartela y una bici de carretera, puedes dar las vueltas que quieras. Así que allí me fui a emular a Freuler, Cabestany y Avelino Perea en la Seis Horas de Euskadi. Las primeras vueltas fueron bien, por la zona llanita del anillo... hasta que me vine arriba y quise subir un poquito el peralte. Me di un hostión de campeonato. Fue toda una experiencia.
viernes, 7 de febrero de 2020
Todos somos contingentes
"¡Lehendakari, todos somos contingentes pero tú eres necesario!". Se imagina uno la reunión de esta semana del Consejo de Gobierno del Gobierno Vasco (valga la redundancia) y le viene a la cabeza la mítica escena de Amanece, que no es poco. Elecciones habemus. No sabemos cuándo serán, ni en Euskadi ni en Catalunya, pero haberlas, habrá. Si me dan a elegir, y es puro pragmatismo periodístico, cuanto antes, mejor. Las de Euskadi, digo, que las de Catalunya pueden cambiar en 24 horas. Cuanto antes sean, más corta será la precampaña, que es como la campaña pero sin anuncios gratuitos en la tele pública. Hasta hace nada, cada pocos años había uno de barbecho, sin elecciones. Ni generales, ni forales, ni municipales, ni autonómicas, ni europeas. Por ejemplo, en 2021 no está prevista ninguna cita con las urnas. Pero, visto el panorama, alguna caerá. Algún gobierno se romperá. Y si no hay elecciones aquí, ya habrá en otros lugares en los que seguimos la actualidad política como si fuera propia. Y si no, echamos mano del comodín de Venezuela, que siempre viene bien. O de los caucus de Iowa, que no sabemos qué son ni para qué sirven, pero, oiga, suenan bien. A fin y al cabo, en unas elecciones, todos somos contingentes.
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