Hay lectores de periódicos que compran determinado diario para leer a determinado columnista. Cierto es que lo único interesante de un periódico no suele ser sólo el articulista en cuestión, sobre todo desde que los diarios se venden a peso, con una, a veces, sobreabundancia de informaciones, entrevistas y reportajes imposibles de leer con tantas prisas y tan poco tiempo libre. Los articulistas brillantes logran que abras el periódico por su página, con perdón de ese aluvión de lectores que comienzan a pasar páginas desde la contraportada. Para gustos están los colores, pero en una relación de columnistas que se precie no pueden faltar Quim Monzó, Maruja Torres, John Carlin, Carlos Toro, Enric González o Juan Carlos Escudier, por citar varios habituales de la prensa. Javier Ortiz era de aquellos que te obligan a abrir un periódico por su página. Un tipo contracorriente, capaz de llevarse la contraria a sí mismo. Daba en el clavo y ponía negro sobre blanco lo que tú pensabas y no sabías cómo expresar. Irónico, fino, puntilloso, sus columnas eran sencillas, muy bien estructuradas, con un lenguaje ágil y una capacidad como pocos para hilar frases con sentido. Era de los que opinaba con argumentos, no de oídas, como acostumbran algunos tertulianos y políticos que pontifican sin ni siquiera leer una línea del asunto al que se refieren. Con el humor negro del que hacía gala Ortiz en conversaciones y escritos, diremos aquello de "salud, camarada". Ha sido un placer.
miércoles, 29 de abril de 2009
jueves, 16 de abril de 2009
Hoy me
gustaría bucear en el túnel del tiempo, quitarme unos cuantos años
y convertirme como por arte de magia en un niño de Ataun. Sí, de
Ataun, y no de otro sitio. Hoy parte la Vuelta al País Vasco de
Ataun. Hace un tiempo, los chavales de nuestro pueblo disfrutábamos
todos los años de la salida de la Vuelta. Era el acontecimiento del
año. Entonces no existían el pomposo village départ, ni los
autobuses con las lunas tintadas en los que los profesionales se
recluyen o les recluyen hoy del mundanal ruido. Te plantabas junto a
los coches de los equipos, dabas la pelmada para que te soltaran una
gorra o un botellín guardé como oro en paño un bidón que Pello
Ruiz Cabestany
lanzó a una cuneta en su etapa de aficionados y pedías autógrafos
a todo el que se meneara con un culotte y un maillot. Primero pedías
la firma y luego mirabas el dorsal porque, la verdad, más de la
mitad del pelotón pasa desapercibido para el común de los
seguidores. Si les digo que hoy estarán en Ataun Yukiya
Arashivo, Rein
Taaramae y Mickäel
Buffaz, pueden
pensar que voy de vacilón. Pues sí, estarán. Seguro que algún
chaval les pedirá un autógrafo, apuntará su dorsal y se quedará
alucinado por la poca cosa que son (casi todos los ciclistas siguen
el mismo patrón: finísimos, sin un gramo de grasa y ninguno tiene
barba, je, je). Luego, al cabo de unas horas, los chavales tendrán
la ocasión de verles en la llegada (la etapa acaba también en
Ataun), pero ya no será lo mismo porque pasan como locomotoras. No
hay nada como la salida, a pesar de que se te quede un poso de
tristeza cuando la caravana abandona tu pueblo.
martes, 14 de abril de 2009
Acojona lo del oso
Acojona lo del oso. Si durante estos días han estado por ahí afuera, sin ver Teleberris, ni Telediarios ni Youtube, ni nada de nada, chupando lluvia y reactivando la economía a base de caña y pintxo, igual no lo han visto. Y, la verdad, impacta. El vídeo, de apenas un minuto de duración, muestra a una mujer que se tira al foso en el que se encuentran tres osos polares del zoológico de Berlín. No se sabe muy bien si la susodicha confunde el foso con una piscina. Lo cierto es que los testigos relatan que, antes de zambullirse en el agua, la chica se descalza, atraviesa una valla de seguridad y, en un inequívoco gesto del ser humano, se tapa la nariz, como muchos seres humanos hacen cuando se tiran en una pileta al estilo bomba. Las imágenes muestran cómo intentan rescatar a la mujer con un salvavidas mientras las criaturitas blancas asisten atónitas a la escena. Como en las películas de suspense, el salvavidas se rompe y la chica sufre una dentellada en el trasero de uno de los animales. Cuando ya piensas que se la van a zampar, a duras penas logra escalar el muro de dos metros y ponerse a salvo. Cuentan las crónicas que la tarde de autos en Berlín se estaban achicharrando a 25 grados y que pudo ser un calentón de la buena mujer. El caso es que no es la primera vez que sucede un hecho similar en el mismo zoológico: hace nueve años un tipo hizo lo mismo porque "quería jugar con los ositos". Si se lo han perdido, lo pueden ver en esta dirección de Internet en versión original (es decir, con comentarios y testimonios de testigos en alemán): http://www.youtube.com/watch?v=z0m9JQUFvtg
lunes, 6 de abril de 2009
Túnel del tiempo
Hoy me
gustaría bucear en el túnel del tiempo, quitarme unos cuantos años
y convertirme como por arte de magia en un niño de Ataun. Sí, de
Ataun, y no de otro sitio. Hoy parte la Vuelta al País Vasco de
Ataun. Hace un tiempo, los chavales de nuestro pueblo disfrutábamos
todos los años de la salida de la Vuelta. Era el acontecimiento del
año. Entonces no existían el pomposo village départ, ni los
autobuses con las lunas tintadas en los que los profesionales se
recluyen o les recluyen hoy del mundanal ruido. Te plantabas junto a
los coches de los equipos, dabas la pelmada para que te soltaran una
gorra o un botellín guardé como oro en paño un bidón que Pello
Ruiz Cabestany
lanzó a una cuneta en su etapa de aficionados y pedías autógrafos
a todo el que se meneara con un culotte y un maillot. Primero pedías
la firma y luego mirabas el dorsal porque, la verdad, más de la
mitad del pelotón pasa desapercibido para el común de los
seguidores. Si les digo que hoy estarán en Ataun Yukiya
Arashivo, Rein
Taaramae y Mickäel
Buffaz, pueden
pensar que voy de vacilón. Pues sí, estarán. Seguro que algún
chaval les pedirá un autógrafo, apuntará su dorsal y se quedará
alucinado por la poca cosa que son (casi todos los ciclistas siguen
el mismo patrón: finísimos, sin un gramo de grasa y ninguno tiene
barba, je, je). Luego, al cabo de unas horas, los chavales tendrán
la ocasión de verles en la llegada (la etapa acaba también en
Ataun), pero ya no será lo mismo porque pasan como locomotoras. No
hay nada como la salida, a pesar de que se te quede un poso de
tristeza cuando la caravana abandona tu pueblo.
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