pongamos que es usted de Bollullos Par del Condado (Huelva) y, como le ha tocado un pellizco en la Bonoloto, decide disfrutar de una semana de vacaciones en Zumaia. Se conecta a Internet, teclea Google y se pone a buscar "hoteles en Zumaya". Se tira un rato rastreando alojamientos, viendo fotos de habitaciones, tarifas, imágenes del flysch, de paisajes, de tradiciones, de restaurantes y... de quién gobierna el Ayuntamiento. Escuchando los argumentos de quienes afirman que la llegada de turistas a Gipuzkoa ha descendido desde la irrupción de Bildu en los altos poderes del territorio, se diría que los potenciales visitantes comprueban quién rige cada municipio antes de decidir su destino de ocio. Suena raro, raro, raro. Conozco a un amigo que en sus tiempos mozos, antes de salir de farra por las fiestas de los pueblos, se repasaba los últimos resultados electorales del municipio al que iba a ir a darle al bebercio. Pero no conozco a nadie que organice su destino de vacaciones en función del color político que domina la casa consistorial. Vamos, que al común del turista le importa un bledo quién manda en Benidorm o en Zahara de los Atunes. Le inquieta más saber si el chiringuito de la playa ha subido el precio del gintonic de las once de la noche. Así que el razonamiento de que el turismo cae porque este territorio es Bildustán, se cae por su propio peso. Si hay realmente un descenso de turistas (cada parte maneja su propia ensalada de datos), seguramente obedecerá a otras causas. La crisis y los precios, por ejemplo.
viernes, 27 de enero de 2012
viernes, 20 de enero de 2012
El perro Gogo
Una encuesta difundida por la empresa Pet Insurance en Gran Bretaña asegura que las familias que tienen un perro en casa discuten una media de tres veces por semana. El sondeo de esta aseguradora de animales domésticos fue publicado hace unos días por The Telegraph y sus resultados no difieren mucho de los problemas que se suscitan a diario entre personas humanas que viven bajo un mismo techo. Traducido a datos, una familia que disfrute de su can durante diez años tendrá más de 1.500 trifulcas a cuenta del chucho de marras. Las razones, dicen los autores del estudio, no son muy distintas de las que se tienen con un niño. Desde enzarzarse por ver quién saca al perro a pasear hasta reñir porque se empeña en subirse al sofá. Ni tengo ni he tenido ni creo que tendré nunca un perro. Y donde digo perro, digo gato, un pez tipo Nemo, un hámster, un caballo o una iguana. No son santo de mi devoción. Miento. Desde hace unas semanas tenemos en casa un perro. Se llama Gogo (sin tilde). Si le acaricias la cabeza empieza a ladrar de lo contento que está y mueve la colita, y si le frotas en los costados se gira hacia el lado en el que le hayas tocado. Te deja incluso que le invites a pasear en alemán Lass uns gassi gehen y en italiano Andiamo a fare una passeggiata. En el poco tiempo que lleva entre nosotros no nos ha dado ningún problema. Se apunta a todos nuestros planes, duerme como un lirón y nunca protesta porque le llevemos atado de una correa. Pero lo mejor de todo es que su cuidado no nos cuesta un duro. Basta con cambiarle las pilas de vez en cuando.
viernes, 13 de enero de 2012
'Pitoniso'
"Esto es como los buenos estudiantes. Si vas aprobando los parciales, al final del curso tienes premio. Esta Copa tiene muy buena pinta". La frase es mía. Se la dije a un redactor de Deportes de este periódico frente al televisor que ofrecía el Mallorca-Real, minutos después de que marcara Ifrán y minutos antes de que Eñaut Zubikarai empezara a recibir un saco de goles. Como pitoniso no tengo precio. Digo yo que fuimos muchos los que dimos por hecha la clasificación con más de una hora de partido por delante. Desde el "no nos meten cuatro goles ni jugando dos días" de Juanan Larrañaga en Euskadi Irratia (cualquiera hubiera firmado la frase) hasta el hincha más pesimista de entre los pesimistas, todos pensábamos en la próxima eliminatoria. Pocas veces en la historia reciente de la Real (más bien ingrata) se ha sentido tanta frustración en el entorno. En estos tiempos de recortes (que no ajustes) y de negras previsiones en lo económico y social, un sentimiento colectivo como el que representa la Real es de lo poco que te puede alegrar el día. Andamos faltos de buenas noticias, así que ver que a la vuelta de la esquina puedes disfrutar (más bien sufrir) de un partido que te puede acercar a un éxito, es una fuente de ilusión... que se puede ir por el desagüe en siete minutos. Había tanta ilusión depositada en el trofeo del campechano que, quizás por ello, resulta tan decepcionante la sangrante eliminación en la Copa. Lo peor, al margen de la goleada y lo que supuso, es que vuelven a aflorar las dudas sobre la solvencia de un equipo que no acaba de madurar.
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