27 de junio de 2019. Odón Elorza preside la ceremonia de llegada del TGV a
la estación de Atotxa de Donostia. Elorza acaba de estrenar el cargo de
presidente del Gobierno español después de una doble carambola. Primero
fue su designación como secretario general del PSOE tras presentarse
por sorpresa como la cuarta vía y derrotar a los otros tres candidatos.
Luego llegó su triunfo en las elecciones generales, anticipadas por la
dimisión de Mariano Rajoy al destaparse que guardaba en un pazo gallego
cinco millones de euros en billetes de 500 en sobres con la inscripción
L.E.C. (Luis El Cabrón). Elorza conversa con la diputada general de
Gipuzkoa, Arantxa Tapia, que acaba de estrenar el cargo tras las
elecciones forales, y con el embajador de Catalunya en Euskadi,
Josep-Lluís Carod-Rovira. Denis Itxaso, consejero de Turismo del
Gobierno PNV-PSE, no ha podido acudir al estreno al estar convaleciente
de una operación de cataratas debido a sus largos años de exposición a
los flashes de los fotógrafos de prensa. Maddalen Iriarte, virtual
primera alcaldesa en la historia de Donostia, tampoco asiste al
coincidir al acto con una reunión con Igeldo 90 Orain Bai para firmar un
pacto de gobierno. Paradojas de las infraestructuras, llega el TGV por
el tercer hilo el mismo día que despega el último avión desde
Hondarribia con destino a Barcelona.
viernes, 24 de febrero de 2017
sábado, 18 de febrero de 2017
La proeza de Txikon
Hay que tener toneladas de
capacidad de sacrificio y sufrimiento para soportar una sensación
térmica de 70 grados bajo cero a 8.000 metros de altura. Y otras tantas
toneladas de sangre fría y sentido común para darte la vuelta cuando
tienes el objetivo, no a mano, pero sí más cerca que nunca. Alex Txikon
se enfrenta estos días a un imposible en las laderas del Everest.
Escalar el techo del mundo sin oxígeno embotellado ya es de por sí una
hazaña al alcance de pocos. Menos de 200 de las más de 4.500 personas
que han pisado el Chomolungma lo han hecho sin recurrir al oxígeno
artificial, considerado como una especie de doping en el mundo
del himalayismo. Si ascender en verano con tus propios pulmones ya es
una proeza, en invierno es complicadísimo (solo tres alpinistas lo han
conseguido pero sin cumplir estrictamente el criterio de iniciar y
acabar la expedición en fechas invernales). Txikon ha encontrado en las
expediciones extremas un hábitat en el que se siente a gusto, aunque
suene contradictorio, y no cejará en su empeño de ascender la cima más
célebre del planeta. Pero como sucede en el caso del K-2, el único ochomil virgen en invierno, necesitará (ojalá me equivoque) más medios económicos, materiales y humanos para lograr la gesta.
Jordi Pons, montañero: “Enviábamos una nota desde Nepal y tardaba 20 días, ahora Txikon se comunica al minuto”
A sus 83 años, Jordi Pons muestra una forma física y mental envidiable.
El 7 de septiembre escaló los 900 metros de la imponente pared del Pique
Longue, en Pirineos.
Pons (Barcelona, 1933) es un torrente de vitalidad. Hace solo cinco meses completó en la cara norte del Vignemale un reto que había intentado sin éxito cuando tenía 19 años. El pasado miércoles, de la mano de la Federación Vasca de Montañismo y el Club Vasco de Camping, repasó en Donostia, en el documental Vivencias de montaña, su intensa actividad por decenas de cumbres del mundo. Esquiador, escalador, aventurero, directivo, técnico y cineasta, Pons figura en los libros de historia del montañismo por ser el primer alpinista del Estado que escaló las tres paredes más míticas de los Alpes (Cervino, Eiger y la Walker de las Grandes Jorasses) y por convertirse también en el primero en hollar un seismil (Nevado Huascarán), un sietemil (Istor-o-nal en el Hindú Kush de Pakistán) y un ochomil, el Annapurnna Este, la primera ascensión absoluta que coronó con su inseparable Josep Manuel Anglada y Emili Civis.
Como poco, es usted tenaz. Con 83 años ha escalado el Pique Longue del Vignemale, un reto que tenía pendiente desde 1952.
-Soy un hombre de retos pendientes. En el Dru (la Aiguille de Dru), en Chamonix, me pasó lo mismo. Es una de las montañas más carismáticas de los Alpes. La intenté tres veces pero hice cumbre a la cuarta, 44 años después. En el Vignemale me ha sucedido lo mismo. En 1952 habíamos hecho muchas actividades en el Pirineo francés, unas cuantas primeras ascensiones españolas, y cuando llegamos al pie de esta pared norte del Pique Longue del Vignemale hizo un tiempo de perros. Me hizo un gran favor porque no estaba preparado para escalarla. Nunca más me preocupé por esta pared hasta que Joan Quintana, un compañero que tiene una productora, me propuso ir. Me suponía un peso de responsabilidad pero después de 62 años de desistir escalarla, la he hecho.
¿Tiene algún otro reto pendiente?
-Siempre digo que mi reto pendiente más inmediato es llegar a mañana.
Es de los que no entierran los sueños.
-No hay que enterrarlos. Cuando eres joven los sueños se suceden unos a otros. El primer seismil, el primer sietemil, el primer ochomil... Pero la naturaleza es sabia y, según te haces mayor, estos sueños no te van apretando tanto. Como quien día pasa, año empuja, cualquier actividad que hago, ya sea subir montañas con esquís, bajar barrancos o escalar en Montserrat, hace que me sienta feliz. Ahora además presento mis libros y doy conferencias, lo que me da la gran oportunidad de saludar a grandes amigos a los que hace años no veía. He conseguido subir montañas que están allí, que no se mueven, a las que suben cientos de personas, pero los amigos son patrimonio de uno mismo. Y yo soy un egoísta porque quiero mantenerlos siempre conmigo.
¿De dónde saca tanta energía?
-Debe ser genético. Son las ansias de vivir. El otro día una empresa me hizo embajador para animar a ser activa a gente que tiene 70 años, para que no estén todo el día sentados. Recurren a deportistas de elite para animar a gente sedentaria. Yo les explico que a los 83 años hago una escalada de 900 metros de una cierta dificultad y sin que nadie me empuje a hacerlo. No sé a quién dar las gracias. Me cuido un poco, o debe ser la dieta mediterránea. Es importante la ilusión por hacer las cosas, tener pequeñas ideas, proyectos para el inmediato, no dejar nada por dejadez. Siempre hay que tener un hilo pendiente de ilusión.
A su edad, ¿es más importante la forma mental que la física?
-Diría que la mental porque la física la cuidas sin darte cuenta. Sales un fin de semana, te mantienes en forma… Pero la psíquica es importante. Si se para ese reloj, el físico también se para.
En su día era un montañero completo. Practicaba desde el esquí nórdico hasta la escalada en hielo.
-Y ahora también. El viernes (por hoy) voy a una zona del túnel
del Bielsa en el que se hace escalada en hielo. Llevo todo el material.
Hay jóvenes que me deben ver como un abuelo pero no deja de ser un
ejemplo porque ellos también algún día serán mayores.
Su generación fue un referente para las siguientes hornadas de alpinistas.
-Nosotros abrimos puertas al alpinismo de alta dificultad, pero en aquel momento no nos considerábamos un referente. Con los años te consideran un referente por pura lógica, por la edad, no por ser mejores.
Sus expediciones de entonces tenían un componente de aventura que ahora se ha perdido.
-Ahora todo está sumamente planeado, el material es distinto, puedes enrolarte en un expedición si pagas y dispones de dos meses libres... Antes cultivábamos la expedición, buscábamos el equipo, dejábamos nuestro trabajo durante dos meses, buscábamos dinero, poníamos dinero de nuestro bolsillos, los viajes suponían cruzar los océanos… Ahora las distancias se han acortado, los teléfonos te permiten conectar con quien sea cuando sea. Todo esto ha pasado de hace 20 años a ahora. Nosotros enviábamos una nota desde el Annapurna y la recibía la familia al cabo de 20 días. Ahora puedes hablar al minuto desde 8.000 metros. Lo estamos viendo con Txikon, que narra las noticias al minuto.
Ahora que lo cita. ¿qué le parece el reto de Txikon en el Everest?
-Alguien subirá el Everest en invierno. Ojalá sea Txikon. Admiro al País Vasco por todo lo que ha sido en el deporte y porque, al igual que los catalanes, ha abierto puertas en las expediciones y las aventuras. En el año 74 la expedición catalana al Annapurna coincidió con la vasca de Tximist al Everest. Nos unen muchas cosas y si Euskadi se lleva la primera ascensión invernal al Everest de la mano de Txikon, seré el primero en alegrarme.
A Catalunya le falta el catorce ‘ochomil’ para completar la lista. Ferrán Latorre y Oscar Cadiach van a intentar este año cerrar ese ciclo.
-Se lo va a llevar Latorre porque Cadiach tiene que esperar a junio o junio para atacar el Broad Peak, y Ferrán tiene pendiente el Everest en abril o mayo. Son dos grandes amigos míos. Con Cadiach estuve en el Everest y le tengo un gran aprecio. Me gustaría que lo hicieran los dos.
¿Es una signatura pendiente para el montañismo catalán?
-No. Todo esto es muy mediático. Es algo natural. No está en juego nada. Lo disfrutarán más Latorre y Cadiach a nivel particular por ser los primeros.
Ha sido directivo federativo. ¿Qué le parece que la escalada vaya a ser deporte de exhibición en los JJOO de Tokio y que se estudie el ingreso del esquí de montaña también como modalidad olímpica?
-La escalada va a ser una de las cinco especialidades de exhibición en Tokio’2020. Tarde o temprano tenía que llegar. Es un deporte a cubierto. En una visita que hicimos a Samaranch cuando ya no era presidente del COI, nos dijo que tenía más posibilidades el esquí de montaña que la escalada porque en los Juegos de invierno hay menos competiciones que en los de verano, que están saturados.
Pons (Barcelona, 1933) es un torrente de vitalidad. Hace solo cinco meses completó en la cara norte del Vignemale un reto que había intentado sin éxito cuando tenía 19 años. El pasado miércoles, de la mano de la Federación Vasca de Montañismo y el Club Vasco de Camping, repasó en Donostia, en el documental Vivencias de montaña, su intensa actividad por decenas de cumbres del mundo. Esquiador, escalador, aventurero, directivo, técnico y cineasta, Pons figura en los libros de historia del montañismo por ser el primer alpinista del Estado que escaló las tres paredes más míticas de los Alpes (Cervino, Eiger y la Walker de las Grandes Jorasses) y por convertirse también en el primero en hollar un seismil (Nevado Huascarán), un sietemil (Istor-o-nal en el Hindú Kush de Pakistán) y un ochomil, el Annapurnna Este, la primera ascensión absoluta que coronó con su inseparable Josep Manuel Anglada y Emili Civis.
Como poco, es usted tenaz. Con 83 años ha escalado el Pique Longue del Vignemale, un reto que tenía pendiente desde 1952.
-Soy un hombre de retos pendientes. En el Dru (la Aiguille de Dru), en Chamonix, me pasó lo mismo. Es una de las montañas más carismáticas de los Alpes. La intenté tres veces pero hice cumbre a la cuarta, 44 años después. En el Vignemale me ha sucedido lo mismo. En 1952 habíamos hecho muchas actividades en el Pirineo francés, unas cuantas primeras ascensiones españolas, y cuando llegamos al pie de esta pared norte del Pique Longue del Vignemale hizo un tiempo de perros. Me hizo un gran favor porque no estaba preparado para escalarla. Nunca más me preocupé por esta pared hasta que Joan Quintana, un compañero que tiene una productora, me propuso ir. Me suponía un peso de responsabilidad pero después de 62 años de desistir escalarla, la he hecho.
¿Tiene algún otro reto pendiente?
-Siempre digo que mi reto pendiente más inmediato es llegar a mañana.
Es de los que no entierran los sueños.
-No hay que enterrarlos. Cuando eres joven los sueños se suceden unos a otros. El primer seismil, el primer sietemil, el primer ochomil... Pero la naturaleza es sabia y, según te haces mayor, estos sueños no te van apretando tanto. Como quien día pasa, año empuja, cualquier actividad que hago, ya sea subir montañas con esquís, bajar barrancos o escalar en Montserrat, hace que me sienta feliz. Ahora además presento mis libros y doy conferencias, lo que me da la gran oportunidad de saludar a grandes amigos a los que hace años no veía. He conseguido subir montañas que están allí, que no se mueven, a las que suben cientos de personas, pero los amigos son patrimonio de uno mismo. Y yo soy un egoísta porque quiero mantenerlos siempre conmigo.
¿De dónde saca tanta energía?
-Debe ser genético. Son las ansias de vivir. El otro día una empresa me hizo embajador para animar a ser activa a gente que tiene 70 años, para que no estén todo el día sentados. Recurren a deportistas de elite para animar a gente sedentaria. Yo les explico que a los 83 años hago una escalada de 900 metros de una cierta dificultad y sin que nadie me empuje a hacerlo. No sé a quién dar las gracias. Me cuido un poco, o debe ser la dieta mediterránea. Es importante la ilusión por hacer las cosas, tener pequeñas ideas, proyectos para el inmediato, no dejar nada por dejadez. Siempre hay que tener un hilo pendiente de ilusión.
A su edad, ¿es más importante la forma mental que la física?
-Diría que la mental porque la física la cuidas sin darte cuenta. Sales un fin de semana, te mantienes en forma… Pero la psíquica es importante. Si se para ese reloj, el físico también se para.
En su día era un montañero completo. Practicaba desde el esquí nórdico hasta la escalada en hielo.
“Admiro a los vascos por la capacidad que han tenido para abrir puertas en las expediciones y en las aventuras”
Su generación fue un referente para las siguientes hornadas de alpinistas.
-Nosotros abrimos puertas al alpinismo de alta dificultad, pero en aquel momento no nos considerábamos un referente. Con los años te consideran un referente por pura lógica, por la edad, no por ser mejores.
Sus expediciones de entonces tenían un componente de aventura que ahora se ha perdido.
-Ahora todo está sumamente planeado, el material es distinto, puedes enrolarte en un expedición si pagas y dispones de dos meses libres... Antes cultivábamos la expedición, buscábamos el equipo, dejábamos nuestro trabajo durante dos meses, buscábamos dinero, poníamos dinero de nuestro bolsillos, los viajes suponían cruzar los océanos… Ahora las distancias se han acortado, los teléfonos te permiten conectar con quien sea cuando sea. Todo esto ha pasado de hace 20 años a ahora. Nosotros enviábamos una nota desde el Annapurna y la recibía la familia al cabo de 20 días. Ahora puedes hablar al minuto desde 8.000 metros. Lo estamos viendo con Txikon, que narra las noticias al minuto.
Ahora que lo cita. ¿qué le parece el reto de Txikon en el Everest?
-Alguien subirá el Everest en invierno. Ojalá sea Txikon. Admiro al País Vasco por todo lo que ha sido en el deporte y porque, al igual que los catalanes, ha abierto puertas en las expediciones y las aventuras. En el año 74 la expedición catalana al Annapurna coincidió con la vasca de Tximist al Everest. Nos unen muchas cosas y si Euskadi se lleva la primera ascensión invernal al Everest de la mano de Txikon, seré el primero en alegrarme.
A Catalunya le falta el catorce ‘ochomil’ para completar la lista. Ferrán Latorre y Oscar Cadiach van a intentar este año cerrar ese ciclo.
-Se lo va a llevar Latorre porque Cadiach tiene que esperar a junio o junio para atacar el Broad Peak, y Ferrán tiene pendiente el Everest en abril o mayo. Son dos grandes amigos míos. Con Cadiach estuve en el Everest y le tengo un gran aprecio. Me gustaría que lo hicieran los dos.
¿Es una signatura pendiente para el montañismo catalán?
-No. Todo esto es muy mediático. Es algo natural. No está en juego nada. Lo disfrutarán más Latorre y Cadiach a nivel particular por ser los primeros.
Ha sido directivo federativo. ¿Qué le parece que la escalada vaya a ser deporte de exhibición en los JJOO de Tokio y que se estudie el ingreso del esquí de montaña también como modalidad olímpica?
-La escalada va a ser una de las cinco especialidades de exhibición en Tokio’2020. Tarde o temprano tenía que llegar. Es un deporte a cubierto. En una visita que hicimos a Samaranch cuando ya no era presidente del COI, nos dijo que tenía más posibilidades el esquí de montaña que la escalada porque en los Juegos de invierno hay menos competiciones que en los de verano, que están saturados.
viernes, 10 de febrero de 2017
Pico de oro
hacienda somos todos...
menos Rodrigo Rato. Que el exministro de Hacienda esté acusado de
defraudar 6,8 millones al fisco durante once años es de nota. Nivel
experto, que dirían en las redes sociales. Rato, según la Policía
antifraude de la Oficina Nacional de Investigación del ídem, ocultó
todos los años, salvo en 2015, unos buenos miles de euros que ganaba
cargo aquí, cargo allí, hasta esa cifra que ronda los siete millones.
Durante ese tiempo fue, amén de ministro de Hacienda, vicepresidente de
Gobierno, ministro de Economía, director general del FMI y presidente de
la extinta Caja Madrid. De la maraña de ingresos, datos y la ingeniería
fiscal que usó para defraudar, llama la atención el apartado dedicado a
sus conferencias. Entre 2007 y 2014 ofreció 39 charlas, a una media de
36.136 euros por sesión. Si, un suponer, la conferencia duraba una hora,
cada minuto de oro de Rato se cotizaba a 600 euros. Como en estos
asuntos todo suele quedar en casa, 24 de las conferencias fueron pagadas
por empresas públicas y otras por amiguetes como las compañías del
Ibex, Miguel Blesa (Caja Madrid), César Alierta (Telefónica) y Esperanza
Aguirre. Si llegados a este punto se preguntan si ha sido detenido o
está en prisión, les aclaro que Rato es a día de hoy consejero de
Telefónica.
viernes, 3 de febrero de 2017
25.880.509 euros
Hace ya quince años que entró en vigor el euro. Fue solo dos años después de que pasáramos del siglo XX al XXI sin sufrir males mayores. Qué tiempos. Con el cambio del milenio se iban a apagar todos los ordenadores del mundo, provocando un colapso que ni las siete plagas de Egipto. Pasamos de un siglo a otro y ya en 2002, con el comienzo del año, se puso en marcha lo que los jerarcas de Bruselas llamaron “circulación de la moneda única”. Para que luego digan que la prensa escrita no es didáctica, desde varios meses antes de que el euro cambiara nuestras vidas, los periódicos publicábamos las cifras en pesetas y entre paréntesis escribíamos su equivalente en euros. Costó lo suyo adaptarse al euro, así que andábamos todo el día calculando en pesetas y echando mano de los convertidores. Descubrimos el redondeo (normalmente al alza) y en la memoria colectiva quedó grabado que el euro encareció los precios. A las nuevas generaciones, el euro o el franco a 25 pesetas les suena tanto como a nosotros los reales. El caso es que ayer me preguntaron a bote pronto cuántos millones de pesetas se ha embolsado el tipo que ha cantado bingo con el Euromillones sellado en Irun, y me costó dar con la cifra. 25.880.509 euros. ¿Cuántas pesetas son?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)