En 2015, en pleno apogeo de las carreras populares, más de 34.000 personas se inscribieron en la Behobia. Eran tiempos en los que correr se puso de moda. Correr, junto a andar, es el deporte más sencillo del mundo. También uno de los más baratos. En una sociedad cada vez más concienciada por llevar una vida saludable, correr es un deporte que te exige lo que tú quieras exigirte. A quien me pide consejo, le recomiendo que se inicie andando y corriendo. Unos minutos a pie, y otros a la carrera. Suavecito. Poco a poco y cubriendo etapas. Primero dos kilómetros, luego cinco, más adelante ocho, llegar a la frontera de los diez, y así, sucesivamente. Si nunca has corrido una distancia de diez kilómetros, no tiene sentido que corras una prueba como la Behobia. Como casi todo, el boom por correr de hace diez años se frenó con la pandemia. Las carreras perdieron participantes y más de uno se pasó al ciclismo, la nueva moda que arrasa ahora. El caso es que hoy la afición a correr ha repuntado. Vuelven a agotarse los dorsales en numerosas carreras y hay más de 27.000 inscritos en la Behobia (que podían ser más si no hubiera problemas de logística). Buena parte de ese éxito se debe a las mujeres, que ya son mayoría en algunas pruebas.
viernes, 8 de noviembre de 2024
sábado, 2 de noviembre de 2024
ES-Alert
Hace ya un tiempo se armó un buen revuelo porque varias comunidades autónomas realizaron un simulacro de envío de mensajes de alerta a la población con un sistema denominado ES-Alert o 112–inverso. Todos los usuarios de móviles inteligentes conectados a las antenas de telefonía situadas en una determinada zona recibieron un mensaje de alerta acompañado de una señal acústica y una vibración de unos segundos. Como era de esperar, les faltó tiempo a los ofendiditos de turno para criticar esta herramienta prevista para situaciones de emergencia. Gentes de piel fina que consideraban que se trataba de una intromisión de la Administración en su privacidad. Este pasado martes, los valencianos recibieron esta alerta (ES-Alert) a las 20.00 horas, más de doce horas después de que la Aemet declarara la alarma roja por la dana. Ante una furia de lluvia, agua y viento como la que ha arrasado por completo decenas de localidades de Valencia y Albacete, quizás no hay alerta que mitigue una catástrofe. Pero llama la atención que durante más de doce horas la vida siguiera casi igual para miles de personas mientras el cielo y la tierra se derrumbaban sobre sus cabezas. En este siglo XXI en el que estamos informados al segundo por múltiples canales, resulta paradójico que no se comunicara con la suficiente celeridad a la población que su vida estaba en riesgo.
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