Anda un compañero de la redacción mosqueado, y con razón, con los organizadores del concierto de los Rolling Stones. Pagó religiosamente 73 cáncaras, que diría el amigo Felipe, por una entradita para seguir de pie que es como le gusta a estos cuatro ancianos que han pactado con el diablo vivir hasta el infinito. Hay también quien se gastó el doble de dinero y más para disfrutar con los movimientos de pelvis de Mick Jagger. Y hete aquí que un numeroso grupo de espectadores no desembolsó ni un solo eurito por acudir al concierto del año en Donostia en un agravio comparativo de aupa. Los organizadores repartieron que no sortearon graciosamente al menos 2.000 entradas. Y no de las más económicas, precisamente. Otro compañero de la redaciócn anduvo listo y rápido y consiguió tres localidades, a un precio de 130 euros cada una, de la manera más sencilla: a primera hora del sábado escuchó en Radio Euskadi que repartían entradas gratis en la sede de Miramon, hizo cola durante dos horas y consiguió el codiciado premio. Unas horas después vio el espectáculo de cine, al ladito del escenario. Hay espectadores estos no son compañeros de trabajo que incluso colaron a un reventa las invitaciones que habían logrado baidefais. Lograron 40 euros por vender entradas que no les habían costado un duro. Llegados a este punto, me hago la pregunta del millón: ¿Tan importante era que se llenara Anoeta ? (No se llenó) ¿Pasa algo si los Stones no agotan el taquillaje? ¿No es de mal gusto vender entradas a 130 euros y, a pocas horas del concierto, regalar las que no has podido despachar?
lunes, 25 de junio de 2007
miércoles, 20 de junio de 2007
El hijo de la Juli
"No sabía yo que el hijo de la Juli tenía unos cojones tan grandes". Escuché esa frase, tal cual, de sopetón, el pasado sábado en uno de los informativos de Radio Euskadi. La frase es copyright de una vecina de Sartaguda y el hijo de la Juli es, obviamente, el alcalde, el tal José Ramón Martínez Benito, que rompió la disciplina de partido para apoyarse en ANV y evitar que UPN se hiciera con la Alcaldía de esta localidad navarra que casi hace muga con La Rioja. El hijo de la Juli ha sido expulsado del PSOE, lo que no quita para que mantenga el bastón de mando en Sartaguda, un municipio conocido como El Pueblo de las Viudas por la sangrienta represión franquista que sufrieron sus vecinos al inicio, durante y después de la Guerra Civil. El hijo de la Juli vuelve a poner en evidencia a las altas esferas de los partidos políticos, que muchas veces son rehenes de las miles de palabras que gastan durante las campañas electorales. Dice el dirigente Fulano que van a respetar la lista más votada y, el día después de las elecciones, ya hay alguien de su partido que se pasa el mandato por el forro del hijo de la Juli. Y dice Mengano que no van a pactar con tal partido y, de repente, le sale un forúnculo en un pueblo diminuto porque uno de sus discípulos pacta con el partido con el que no hay nada de qué hablar. La brocha gorda no vale para pintar todos los acuerdos postelectorales. Aquí cuentan, y a veces mucho, hasta las relaciones personales entre los ediles. Y, se pongan como se pongan los dirigentes sociatas, ANV de Sartaguda no es ANV de Ondarroa, como el hijo de la Juli no es Fernando Puras.
miércoles, 13 de junio de 2007
El sujeto
La vida es una caja de sorpresas. Vas en tu coche pensando en tus cosas mientras ahí fuera cae una tormenta de espanto. De repente, en una carretera de dos carriles en cada sentido, te topas con un sujeto empapado de agua, a pecho descubierto, descalzo y vestido únicamente con unos pantalones. El sujeto está en el centro de la carretera, moviendo los brazos para que te detengas. Paras y, sin bajarte del coche, el sujeto se abalanza sobre la parte delantera del vehículo como un poseso. Una, dos, tres, cuatro veces. Sigue tronando, pasan a tu lado más coches, pero el sujeto se ha encaprichado con el tuyo, que no es precisamente un Ferrari. El acojono dentro del coche recuerda que vas solo aumenta, al tiempo que la agresividad del sujeto te empieza a dar miedo. Gritas varios improperios que no escucha ni Dios porque fuera caen chuzos de punta y ves cómo el sujeto te pide un cigarrito como si te pidiera que le sacaras todo el dinero del cajero. Aceleras y el sujeto se mete un tortazo de muy señor mío. Y empiezas a pensar que has matao al sujeto y que vas a pasar una temporadita con Otegi. Así que vuelves al lugar del crimen. Ves a la Ertzaintza y a dos sanitarios que hablan es un decir con el sujeto para tratar de calmarle en mitad de la tormenta. Aparecen dos amigos del sujeto, que por lo visto se ha pegao unos tajos en el cuello. Comentas a la autoridad competente que has dado un acelerón y que igual has lesionado al sujeto, y te contestan que aquí paz y después gloria. Se marcha del lugar el sujeto, se van sus amigos, la autoridad y los sanitarios. Y te vas tú pensando que lo de la chica de la curva de Sunbilla es pecata minuta comparado con lo del sujeto.
miércoles, 6 de junio de 2007
Hablan las armas
Esta vez sí. Esta vez era la definitiva, el alto el fuego sin retorno, irreversible, el viaje a la esperanza de la paz, el adiós a las armas, las bombas, la extorsión, las amenazas... Era también el viaje a la esperanza del fin de la dispersión, de las ilegalizaciones, de los sumarios sin base. No había vuelta atrás. Y resulta que esta vez tampoco, que el viaje sin retorno nos ha llevado a una vuelta a las andadas. Regresan las armas, regresa una extorsión que en realidad nunca ha desaparecido, y vuelven las amenazas, que siempre han persistido. Otra vez con el miedo metido en el cuerpo, con la incertidumbre de saber a quién aplicarán su particular modo de entender la democracia. La pasada medianoche han puesto a cero su macabro contador. Vuelven a hablar las armas para "liberar a Euskal Herria". O viven en otro tiempo, o no escuchan a este pueblo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)