Los dueños del fútbol de Primera amenazan con chapar el chiringuito con una mal llamada huelga que en realidad es un cierre patronal. El fin de semana del 2 y 3 de abril, sus muy bien pagados currelas quedarán exentos de acudir al tajo. En el país del disparate, he aquí el mundo al revés. Los clubes pretenden presionar al Gobierno para que elimine la obligatoriedad de que cada jornada se televise un partido en abierto. Quieren más pasta por las retransmisiones para alimentar la gallina de los huevos de oro. Que los presidentes del Barça y Madrid convoquen un paro es una bomberada, con todo el respeto para los bomberos. Con excepciones, que las hay, un buen número de dirigentes de la elite del fútbol han demostrado que son unos pésimos gestores, y no hay que ir muy lejos para encontrar ejemplos. Gastan más de lo que ingresan, prometen un dinero que no tienen y pagan unos sueldos injustificables, por muy excelentes que sean los jugadores. Resulta incomprensible que los grandes clubes paguen salarios estratosféricos (Cristiano Ronaldo cobra cerca de 35.000 euros diarios, y Messi otro tanto), mientras su deuda crece sin parar. Solo en la temporada 2008-2009, los veinte clubes de Primera acumulaban una deuda de más de 3.500 millones de euros, y a día de hoy deben 694 millones a Hacienda. Lo peor de todo es que, como si de un efecto contagio se tratara, el baloncesto y el balonmano viven una situación similar. ¿Huelga? Marearán la perdiz una semana más, y la desconvocarán tras ofrecer una imagen lamentable. Qué país, Martiarena.
viernes, 25 de marzo de 2011
viernes, 18 de marzo de 2011
Mili KK
Uno ha crecido pensando que Xalbadorren heriotzean era una canción de Erramun Martikorena, cuando en realidad fue escrita por Xabier Lete. Así que tampoco deberemos extrañarnos si dentro de un par de décadas la chavalería cree que Lau teilatu es obra de Mikel Erentxun y Amaia Montero, y no tenga ni repajolera idea ni de quién es su autor (Juan Carlos Pérez) ni qué era Itoiz. Siguiendo con las analogías, lo que ya no tiene un pase es que el PP se arrogue el título de Gobierno que acabó con la mili, o que JJNN, las juventudes de UPN, saquen pecho asegurando que contribuyeron a la supresión del servicio militar obligatorio, cuando no movieron ni medio dedo. Hombre, nos flaquea la memoria, pero no tanto, que solo han pasado diez años. El fin de la mili se lo debemos a insumisos y objetores, que hicieron bandera del pacifismo con las únicas armas de la palabra y la originalidad, y las miles de personas y decenas de colectivos que respaldaron su causa. Con ingenio y mucho sacrificio personal y colectivo (sobre todo los insumisos), jóvenes de distintas ideologías acabaron con un servicio caduco y anacrónico que ya entonces estaba marcado por su desprestigio social. Una lucha que fue extremadamente dura en Navarra, convertida en banco de pruebas contra todo lo que oliera a rebelión no violenta. Hubo 3.000 insumisos, de los que 600 fueron encarcelados, y más de un alcalde inhabilitado. El Gobierno de turno ya no podía frenar ese tsunami antimilitar y por eso claudicó. Aunque ahora lo vendan como un logro. Ver para creer.
viernes, 11 de marzo de 2011
Billetes de 500
Por segunda semana seguida he realizado un estudio demoscópico (léase encuesta) entre compañeros de la redacción. Como en el caso Mercadona (ver edición del viernes pasado), los resultados vuelven a ser contundentes: solo tres de los diez compañeros consultados han tenido alguna vez en su vida un billete de 500 euros en la mano. No diré quiénes son para no levantar sospechas, no sea que el fisco foral empiece a investigar sus bienes y rentas. No por nada. La posesión de billetes de 500 euros de momento no se castiga, pero tiempo al tiempo. En el Reino Unido desde esta semana ya no se pueden sacar del cajero. Los gerifaltes que mandan en la cosa del dinero han decidido que no se dispensen los billetes porque el 90% se emplean en actividades delictivas. Mayormente el blanqueo de dinero. Francia también trató de quitarlos de la circulación, pero se quedó en el intento. Servidor se incluye entre quienes nunca han tenido un billete de 500 en la mano. No sé ni de qué color son, ni si son más o menos grandes que los de 20. Solo sé que es el billete de más valor de los que circulan en el ancho mundo. Hablamos de 82.000 pelillas, céntimo arriba, céntimo abajo. Si en alguna ocasión tuviera en el bolsillo un billete de 500, supongo que me pasaría como cuando visito un zoo o un parque con animales salvajes: me paso media visita pensando qué pasaría si caigo en la jaula con el bicho dentro. O sea, que estaría pensando que nada más pisar la calle aparecería un tipo navaja en mano para atracarme. Paranoias mías.
viernes, 4 de marzo de 2011
Las cremas del Mercadona
HUBO un tiempo en el que cruzábamos la muga para comprar pantalones Levi"s y las hoy demodé cazadoras vaqueras. Luego descubrimos los lácteos, el aceite, la mantequilla, el camembert y el Caprice des Dieux. Hasta bien entrados los 80 del siglo pasado, hubo contrabando de todo: desde ovejas a cartuchos pasando (nunca mejor dicho) por lingotes de oro. Superados los 90, supimos que al otro lado del Bidasoa había ropa infantil buena, bonita y barata. Hasta que llegó la globalización, se construyeron super mega centros comerciales a diestro y siniestro, aquí y allá, y aquel ir y venir perdió su encanto. Con excepciones, hoy puedes comprar el mismo producto en Angelu y en Zarautz, así que lo que se lleva, lo más in, es el boca oreja. Descubrir ese producto barato y bueno que no lo puedes encontrar en las tierras de Aitor porque (fíjate tú) no hay supermercados de la marca en cuestión. Hablo, claro, de las cremas cosméticas del Mercadona que, por lo visto, causan furor entre el público femenino.
He hecho un informe de prospección sociológica (o sea, una encuesta) en la redacción con resultados concluyentes: casi todas conocen las cremas. Hablaba el lunes un colega periodista de que parecen milagrosas. Será, será. No sé si rejuvenecen, si limpian, si tonifican, si reducen la celulitis o si hacen desaparecer las patas de gallo. Solo sé que si viajas a Catalunya, Aragón o Cantabria, visitas la Sagrada Familia, Jaca, las cuevas de Altamira... y el Mercadona. Que siempre hay que traer algún encargo para alguna amiga, oiga.
He hecho un informe de prospección sociológica (o sea, una encuesta) en la redacción con resultados concluyentes: casi todas conocen las cremas. Hablaba el lunes un colega periodista de que parecen milagrosas. Será, será. No sé si rejuvenecen, si limpian, si tonifican, si reducen la celulitis o si hacen desaparecer las patas de gallo. Solo sé que si viajas a Catalunya, Aragón o Cantabria, visitas la Sagrada Familia, Jaca, las cuevas de Altamira... y el Mercadona. Que siempre hay que traer algún encargo para alguna amiga, oiga.
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