Imaginen que se embarcan en una aventura a pie desde Donostia a Tarifa... y vuelta a Donostia. 2.200 kilómetros de nada. Ahora sumen una carga de material a acarrear (ropa y víveres) de 160 kilos por cabeza, una superficie helada que pica hacia arriba y está llena de trampas, y una temperatura veraniega que rara vez baja de los 25 grados bajo cero en un lugar inhóspito en el que durante esta época del año nunca se pone el sol.
A grandes rasgos, así se ha dibujado la larga (44 días) y exitosa marcha que ha llevado a Alberto Iñurrategi, Mikel Zabalza y Juan Vallejo desde la base rusa de Novolazarevskaya, a donde llegaron desde Ciudad del Cabo, hasta el Polo Sur, a la latitud en la que convergen todos los meridianos.
Si ya eran originales a la hora de plantear sus expediciones verticales (entre los tres suman casi una treintena de ochomiles), no lo han sido menos al embarcarse en esta expedición horizontal que tuvo su precedente hace unos meses con la travesía de 2.300 kilómetros y 32 días que realizaron en la también superficie helada, aunque menos fría, de Groenlandia. Solo desde una capacidad de sufrimiento casi sin límites se puede entender la gesta del trío, que ha soportado temperaturas de hasta 45 grados bajo cero y ha tenido también que echar mano de su santa paciencia durante los días en los que no soplaba el viento y no podían avanzar un metro con sus trineos tirados por cometas.
Iñurrategi, Vallejo y Zabalza han caminado en mitad de ese vacío blanco que representa la Antártida, una meseta de casi 3.000 metros de altura en la que la insignificancia del ser humano se expresa como en ningún otro sitio. Para hacerse una idea de qué representa el Polo Sur, basta decir que el país más cercano (Chile) se encuentra a 3.700 kilómetros, y la ciudad más próxima es Ushuaia, en Argentina, a 3.900 kilómetros de distancia. El mérito de los expedicionarios, amén de llegar al Polo Sur, es haberlo hecho en total autonomía, es decir, sin ningún apoyo externo. No son los primeros vascos en alcanzar el punto más al sur de la Tierra (el vizcaino José Carlos Tamayo lo hizo en diciembre de 1994 con el programa de TVE Al filo de lo imposible, y su paisano Willy Bañales lo consiguió en 2003), pero sí son los primeros que intentan cruzar la Antártida de costa a costa, previo paso por el Polo Sur.
Y es que la segunda parte de esta travesía les llevará ahora de nuevo al litoral, a Bahía Hércules, después de otra ración de cientos de kilómetros y aproximadamente 30 días más de andadura.
Hasta la fecha, solo ocho personas en el mundo han conseguido atravesar la enorme masa helada de mar a mar en total autonomía. Vallejo, Iñurrategi y Zabalza están ahora 2.200 kilómetros más cerca de su objetivo (la travesía total tiene 3.700 kilómetros). Como cuando descienden al Campo Base tras hollar un ochomil, sólo cuando lleguen a Punta Arenas, en Chile, podrán decir aquello de que han puesto el lazo a la expedición. Mientras, que les aproveche el turrón y el champán que portan en sus trineos.
* Artículo publicado en la sección de Deportes de NOTICIAS DE GIPUZKOA