"¿Qué eso de Twitter?". Me lo preguntó el otro día mi madre y no tuve necesidad de utilizar el máximo de 140 caracteres (espacios incluidos) que exige la ley de esta red social. "Una cosa de Internet", creo recordar que respondí para salir del apuro. Las madres siempre te hacen las preguntas más difíciles de contestar (¿De dónde vienes? ¿A dónde vas? ¿Qué te pasa?). Supongo que a la mía le picaba la curiosidad porque en la tele y la radio están todo el día con el Twitter para arriba y para abajo. Como creo que no le convenció mucho mi explicación, le mostré la pantalla del móvil (los móviles son hoy ordenadores de bolsillo) en la que aparecía la cascada de mensajes que Twitter ofrecía en ese momento. Mi compañera de almohada tampoco conoce Twitter, pero me advierte de que algún día me voy a tropezar con una farola porque no despego la vista del móvil. Todavía no sé si esta herramienta de Internet es una moda pasajera o perdurará en el tiempo pero, al margen de la dependencia que crea, se trata de una utilidad provechosa en el mundo de los medios de comunicación. Fluye mucha información, a mucha velocidad (a veces demasiada), aunque, como todo en Internet, hay que saber separar el grano de la paja, el simple bulo o rumor de la noticia. Como resulta un tanto complicado explicar en qué consiste esta red social sin estar delante de un ordenador, solo apuntaré dos cosas. 1) Twitter no está hecha para los amantes de la verborrea y los discursos larguísimos. 2) Antes de escribir cualquier comentario, cuenten hasta diez. Por si acaso.
viernes, 24 de febrero de 2012
viernes, 17 de febrero de 2012
El autobús del Sevilla
eL pasado lunes, el autobús del Sevilla estaba aparcado en la calle Gasteiz, frente a un conocido hotel de Donostia. La víspera había trasladado a la plantilla, técnicos y directivos del club desde el aeropuerto de Hondarribia a Donostia. Y el mismo lunes se desplazó desde el hotel a Anoeta, y del estadio a Vitoria para emprender viaje de regreso en avión a Sevilla. Conclusión: el autobús hizo el viaje Sevilla-Donostia-Sevilla sin viajeros en sus confortables asientos. Hace un tiempo me crucé con el autobús del Bayern de Múnich en el peaje de Irun. Era un lunes. El martes se jugaba el Oporto-Bayern. El autobús iba vacío. Recorría media Europa para llevar a los jugadores alemanes del aeropuerto de Oporto al hotel, del hotel al estadio do Dragão, y del campo al aeropuerto. Luego, vuelta a Alemania sin pasajeros. El detalle puede resultar nimio, pero refleja los aires de grandeza en los que se mueve el mundo del fútbol de elite, que nunca repara en gastos pese a sus deudas sonrojantes. Cuatro clubes de la Liga tienen deudas superiores a los 450 millones y otros cuatro están en suspensión de pagos, entre ellos el Zaragoza, que en el mercado invernal ha realizado seis fichajes. ¿Alguien lo entiende? Cualquier otra empresa estaría en bancarrota, pero en estas mal llamadas sociedades anónimas en las que se hace gala de la ostentación, la vida sigue como si tal cosa. Es pura fachada. Tras explotar la burbuja inmobiliaria, llegará la del fútbol, porque no se puede comer pipas y masticar chicle al mismo tiempo. En fin, que yo quería hablar de Sito Alonso, del buen rollo que transmite y de la sensatez con la que se expresa.
sábado, 11 de febrero de 2012
Probar la inocencia
Del maremágnum de declaraciones, sentencias y discusiones del rocambolesco caso Contador es complicado obtener una conclusión que no te lleve a una duda. Quizás lo único que se saca en limpio es que el ciclista dio positivo en un control antidopaje y no ha podido probar su inocencia. A partir de ahí, el caso presenta tantas aristas que resulta casi inabarcable. Si habláramos de justicia ordinaria, seguramente todo sería más sencillo de analizar. Tratándose de justicia deportiva, y en concreto de ciclismo, todo es más enrevesado. Primero, porque el pelotón se rige por un código distinto al resto. Ante un tribunal corriente, uno es inocente hasta que un juez no demuestre lo contrario. En el caso del ciclismo, el corredor debe probar que es inocente. A esta anomalía se suman las condiciones que impone la UCI a sus asociados -el ciclista debe estar localizable 24 horas al día y 365 días al año para ser sometido a controles antidopaje- y la desproporción entre los castigos. Porque no es lo mismo un positivo por EPO, que se inyecta conscientemente para mejorar el rendimiento, que uno por picogramos de clembuterol que, se supone, están camuflados en complementos alimenticios. A distinta conducta le corresponde idéntica pena: dos años de suspensión. Y lo que ya no tiene un pase es que a Contador, y a cualquier otro corredor, se le anulen todos los triunfos habidos y por haber. Una cosa es que le apeen del podio del Tour en el que dio positivo y otra distinta que le quiten el Giro sin hallar una sola muestra de sospecha.
viernes, 3 de febrero de 2012
Si Leizaola 'viviría'
"Los hombres siempre están preparados para el sexo. A la mujer le cuesta más arrancar pero, una vez que arranca, parece insaciable". Lo dice en una entrevista en La Vanguardia Christopher Ryan, doctor en Psicología y autor de En el principio era el sexo (editorial Paidós). No seré yo quien le lleve la contraria al tal Ryan. Más después de ver por Youtube el vídeo que protagonizan una morroska rubia y dos mingafrías (en expresión acuñada por Javier Clemente) para promocionar (¿?) el uso del euskera. La cinta llamada a engatusar al personal en el arte del nor-nori-nork es más bien propia de un montaje casero de aquel mítico programa Vídeos de primera, con perdón del gran Alfonso Arús. Es cutre, cutre, y, para que no le falte de nada, tiene su parte grotesca y sexista -"La eché un kiki y la dejé tirada como un trapo viejo", dice uno de los protagonistas en una de las escenas-. Al margen de que la chica es carne de portada del Interviú -hay por aquí quien sugiere que pose con una ikurriña en plan heroína tomando la Bastilla-, vuelve a poner de actualidad esa teoría no escrita ni puesta en práctica de que por estas tierras nos va más el coito político que el sexual. O sea, ese mito que tan bien representó Vaya semanita en decenas de sketches y que este vídeo ha echado por tierra de forma chabacana. Porque, ya puestos, los autores del montaje se podían haber esmerado aportando una pizca de humor a su creación. Parafraseando a Iban Zaldua, ¡ay si Leizaola viviría!
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