Todo es muy extraño. Todos los días, todas las horas. Es extraño trabajar desde casa, recibir clases desde casa. Es extraño salir a por el pan y el periódico y no cruzarte con un alma. Es extraño regresar de la redacción a casa en coche con toda la AP-8 para ti. Es extraño que ahora mismo la tercera parte de la humanidad esté encerrada en sus domicilios. Es extraño que cada mañana te levantes como si te sintieras como el protagonista de Atrapado en el tiempo. Es extraño ver comercios cerrados, bares cerrados, polideportivos cerrados, restaurantes cerrados, cines cerrados, peluquerías cerradas y empresas (las hay) cerradas. Es extraño ver los autobuses y el Topo vacíos, sin un solo pasajero. Es extraño pasar por campus sin estudiantes, colegios e ikastolas sin alumnos, guarderías sin niños, escuelas de música sin música y parques sin amonas y aitonas de la mano de sus nietos. Es extraño (y muy triste) despedir a tus seres queridos sin un beso ni un adiós. Es extraño entrar en un supermercado y ponerte unos guantes de plástico con los que intentas sin éxito abrir las bolsas de plástico en las que depositas frutas y hortalizas. En fin, que un bicho nos ha demostrado lo vulnerables que somos y lo extraño que nos puede resultar todo. Ánimo y salud.
viernes, 27 de marzo de 2020
miércoles, 25 de marzo de 2020
Solo queda el Tour
Nos las prometíamos felices esta temporada de primavera-verano. Final de Copa, Giro, Eurocopa, Juegos Olímpicos y todo lo que un aficionado al deporte puede echarse al coleto: clásicas belgas y del norte, Itzulia, Champions League, Final Four, el Bera Bera acariciando otro título de Liga, la Zegama-Aizkorri, la final del Campeonato de Parejas, el comienzo del Manomanista... Solo queda en pie el Tour y no se sabe por cuánto tiempo. La salida de la carrera en Niza está prevista para el último sábado de junio y todo hace indicar que será la próxima gran competición que se caerá del calendario. Si hasta los sanfermines andan tambaleándose. La vida aplazada, tituló hace unos días acertadamente un compañero. El deporte, como no podía ser de otra manera, ha pasado a un segundo plano. Tanto aplazamiento, que no suspensión, está provocando que más de una competición se haya trasladado o se vaya a trasladar a septiembre, octubre o noviembre. Pero, que se sepa, un mes no tiene 60 días y no hay calendario que sostenga todas las carreras y competiciones que está previsto que se celebren entre finales del verano y otoño. Alguna, de hecho, corre el riesgo de desaparecer, no este año sino de por vida.
viernes, 20 de marzo de 2020
La vida padre
Cuando se conoció que Iñaki Urdangarin había cometido fraude fiscal y había desviado dinero público que iba a parar a sus empresas, más de una voz apuntó que no había hecho otra cosa que actuar como lo hacía su suegro. Vamos, que ponía en práctica lo que había visto en su casa política, no confundir con su casa materna. El caso es que el tiempo ha dado la razón a quienes sostenían esta tesis. Urdangarin era un aprendiz comparado con lo que hemos conocido del campechano. El exjugador de balonmano y su socio, Diego Torres, se embolsaron cerca de 4,5 millones de euros de beneficios. El rey emérito, loado por su cohorte de aduladores hasta hace dos telediarios, recibió 100 millones de euros del rey de Arabia Saudí. Siempre se ha pegado la vida padre, pero conforme pasan los años se va destapando todo aquello que nos han querido ocultar durante años. De tal palo, tal astilla, porque su sucesor, a quien elogian los mismos que elogiaban al emérito, ha reaccionado un año después de conocer las fechorías de su padre. Van a hacer falta unas cuantas caceroladas y algo más para denunciar tamaño escándalo. Entramos en estos días tan extraños en una monarquía parlamentaria pero quién no te dice que saldemos el 14 de abril con una república.
viernes, 13 de marzo de 2020
Sentido común
Dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos. Durante estos próximos días y semanas vamos a necesitar ingentes dosis de sentido común, responsabilidad y solidaridad. Responsabilidad individual y colectiva, o autorresponsabilidad, como señalaban hace unos días las instituciones. La situación muta cada minuto que pasa e Italia nos muestra el futuro inmediato si no extremamos el aluvión de obligaciones y recomendaciones que debemos cumplir sí o sí. Las palabras del ex primer ministro italiano Mateo Renzi no sé si serán proféticas, pero nos ponen en alerta de lo que puede llegar a la vuelta de la esquina: "España estará en una semana en la misma situación que Italia". Nunca antes nos hemos enfrentado al cambio de hábitos que viene porque nunca antes nuestra vida cotidiana se había visto alterada como lo va a estar en los próximos días. China ha demostrado que el mejor antídoto para frenar este virus y para no colapsar el sistema sanitario es la prevención, la cuarentena y el aislamiento. Así que si hay que estar sin visitar a la amona durante un mes, se está. Y si hay que estar sin disfrutar de la vida social, se está. Tiempo habrá de darle besos y abrazos a la amona, y de echar un par de cervezas. Tarde o temprano, saldrá el sol.
viernes, 6 de marzo de 2020
Bernabéu, 1988
30 de marzo de 1988. Miércoles. Operación Salida de Semana Santa. Almacenes de Pinturas Iztieta, de la mano de Ignacio Villarrubia, txuri-urdin hasta la médula, ha montado un autobús para presenciar la final de Copa y, como servidor es hijo de pintor y de la Real, se apunta. 17 añitos. Viajo con mi primo Joxemari, tres años mayor (ahora no les dejaríamos viajar solos a nuestros hijos). Es la primera vez que voy a Madrid y la primera que visito el Bernabéu. Una expedición de lujo, con noche antes y después del partido en un hotel de cuatro estrellas al lado del Pirulí, entrada en tribuna y mil detalles. No sé si ahora se estila, pero entonces Iztieta organizaba viajes de este tipo. En otra ocasión nos desplazamos en autobús a Suiza, al partido de ida de la Copa de la UEFA contra el Lausanne, con campeonato de mus, trofeos y txapelas incluidas. El caso es que nos las prometíamos felices en el Bernabéu, con una Real que había hecho un temporadón y un Barça que apenas llevó aficionados (su fondo estaba casi vacío) y que vivió el famoso Motín del Hesperia. Felices e ilusionados hasta que Alexanco nos bajó de la nube y la Policía Nacional empezó a repartir palos. Lo peor de una final es la cara de gilipollas que se te queda si pierde tu equipo. Así que, 32 años después, toca desquitarse en Sevilla.
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