"Paso de todo menos de curso", decía un viejo y ya gastado lema estudiantil, cuando con cuatro pencos no te salvaba ni la Purísima Concepción. Del paso de todo se ha mutado a la desmovilización que nos invade. Ya no es que pasemos de todo, es que ni nos movemos. Que se lo digan a los que trajinan los asuntos políticos. Según auguran las encuestas, el próximo domingo uno de cada dos catalanes no pisará un colegio electoral, que no es lo mismo que quedarse en casa, porque salir, saldrán, aunque sea a por tabaco al bar de la esquina. En la anterior cita con las urnas, más de la mitad de los catalanes pasaron olímpicamente de pronunciarse a favor o en contra del Estatut. El desafecto hacia la política es mayúsculo (recuérdese que, según el CIS, los políticos se han convertido en el tercer problema). Otro tanto pasa con las movilizaciones laborales. Las huelgas de los 70 y 80 han pasado a mejor vida. Lo que entonces se llamaba lucha de clases hoy se denomina molestias a los usuarios. Se monta una huelga justo el finde que habíamos planeado ir de shopping a los almacenes Harrods de London y nos ponemos del higadillo. Montan una huelga general los sindicatos y les cae la intemerata. Aquí ya solo nos mueve el deporte y la cultura, mayormente los conciertos. Y si no, aunque la comparación sea odiosa, tomen dos fotos del domingo pasado: apenas 50 personas acudieron a la concentración de Gesto por la Paz frente al Arriaga. A unos centenares de metros, más de 7.600 personas participaban en la popular y saludable Herri Krosa.
viernes, 26 de noviembre de 2010
viernes, 19 de noviembre de 2010
Civil o religiosa
Un amigo, que suele tener la agenda del fin de semana repleta de compromisos, ha sido invitado dentro de una semana a una boda (en cursiva; unas líneas más abajo comprobarán que no es una boda al uso). Lejos de la pomposidad y los rituales que caracterizan los bodorrios ya sean civiles o religiosos, ésta escapa a todos los tópicos. La invitación, recibida vía correo electrónico, sin más adorno que la letra Arial en cuerpo 10, es ya toda una declaraciones de intenciones: "No ceremonia. No fotos con las primas. No arroz. No aurresku. No banquete. No traje chaqueta. No corbata. No peluquería. No banquete. No nueve platos y cinco postres. No gasto superfluo. No puros para ellos y detalle para ellas. No Paquito Chocolatero. No zona infantil. Sí muchos/as amigos/as reunidos alrededor de la música, la barra, el piscolabis, la espontaneidad y las ganas". El amigo de mi amigo organiza el sarao en un bar, por la tarde, horas después de acudir al juzgado, que es a donde quería llegar yo (no él). El tinglado legal está montado de tal manera que la burrocracia termina obligándote a que oficialices tu vida en pareja ante un juez. Si no se opta por la boda civil o religiosa, siempre existe el recurso de registrarse como pareja de hecho, aunque los hechos y, sobre todo, la Administración, acaba siempre poniendo alguna traba para que ser pareja de hecho no sea lo mismo que ser pareja civil, si se me permite la expresión. O sea, que tarde o temprano, acabamos delante de un juez o de un sacerdote...y sin necesidad de comprar un zafiro de 30.000 euros a nuestra contraria (o contrario).
viernes, 12 de noviembre de 2010
Euskañol
Ayer me crucé por la calle con uno de los profesores de Educación General Básica (EGB) que nos daba clases de Lenguaje. El mogollón (¿se admite mogollón?) de horas que este hombre metió para que aprendiéramos a diferenciar los adverbios sólo (con tilde) y solo (sin tilde). O para que colocáramos la dichosa tilde en la conjunción o cuando iba entre cifras. O para poner tildes (caballo de batalla donde los haya de los docentes) en los pronombres demostrativos. Años y años de dictados para que venga ahora la muy ilustre y real Academia de la Lengua Española a eliminar tanta regla. Quiere hacer más fácil la ortografía y de paso, se supone, vender unos cuantos miles de ejemplares de la renovada obra Ortografía, cuya última edición data de 1999. Casualidades de la vida, parece ser que el libro saldrá a la venta por Navidades. Cosas del mercado. En esta labor de pulir el castellano, los académicos, que a veces son retorcidos e incluso manipuladores (recuérdese el significado que dieron a la palabra abertzale en la última actualización del diccionario), podían haber acordado prescindir también de la tilde en palabras como más. Total, hay infinidad de gente que no tilda este adverbio. Pero puestos a limpiar, fijar y dar esplendor al español, por estos lares tienen una palabra que causa furor y no ha tardado en hacerse sitio en el Euskañol, diccionario colectivo y popular: gipuzkoano, un palabro que se puede ver en notas de prensa oficiales, artículos de opinión, anuncios y demás soportes.
lunes, 8 de noviembre de 2010
Móvil y seres humanos
El otro día tuve que llamar al servicio de atención al cliente de la compañía telefónica con la que tengo contratado mi móvil. Hace ya unos años (no sé cuántos) que tengo móvil. Desde que me lo regalaron tras estar perdido una noche en el monte. Siempre he sido fiel a la misma empresa. A pesar de que varias compañías de la competencia me han tirado los tejos, nunca le he puesto los cuernos. Es más, de vez en cuando cambio de móvil y tengo que firmar un contrato en el que me comprometo a seguir siéndole fiel durante los siguientes 18 meses. No acostumbro a llamar al servicio de atención al cliente pero, como debía comunicar una incidencia, no tenía otro remedio. Mi intención era hablar con un ser humano (gestores les llaman), pero me costó un montón de llamadas, una ración de paciencia infinita y un rato largo de diálogo absurdo con una máquina que escupía frases del tipo: "Diga sí", "Elija esta opción", "¿Está de acuerdo?", "Está al corriente de los pagos", "En estos momentos no podemos atenderle", "Todos nuestros operadores están ocupados, pruébelo más tarde". Las mismas compañías que te abrasan a llamadas cuando quieren venderte un producto, hacen todo lo posible para que tú no puedas hablar con una voz de carne y hueso cuando tienes un problema. Y no será por falta de presupuesto porque son estas empresas de telefonía, seguros y suministros varios las que luego nos restriegan sus millonarios beneficios sin ningún pudor. Después de intentarlo durante dos días, acabé hablando con un ser humano. Era una chica. Muy maja ella. Terminamos hablando de viajes.
viernes, 5 de noviembre de 2010
Benedicto Superstar
El papa Benedicto XVI (antes conocido como J.R., Joseph Ratzinger) es el artista mejor pagado del mundo y tiene un caché que para sí lo quisieran los Rolling, el Boss y compañía. Lo dice Fernando Montaña, autor del ensayo Adiós a dios, manual para pensar en libertad (se pueden leer párrafos en www.adiosadios.com). Eduardo Soto, editor de la obra (que no se responsabiliza del contenido), ha intentando promocionar el libro empapelando de publicidad los autobuses municipales de Santiago de Compostela, pero le han dicho que no procede. Con la Iglesia hemos topado, amigo Soto. Y a fe que la gira de este finde de Benedicto por Santiago y Barcelona tiene algo de concierto de superstar: por las cifras que se manejan, por el boato que le rodea, por el merchandising, por el coste para las administraciones públicas y por el beneficio para las empresas privadas, sobre todo la hostelería y hotelería. El mensaje, el fondo, es lo de menos, lo que importan son las formas. Cuesta creer que esta Curia romana que hace ostentación del despilfarro pertenezca al mismo mundo religioso que el personal que trabaja desinteresadamente en Cáritas o en una misión en el quinto pino del planeta. Cuesta entender las homilías, los artículos de opinión y las cartas pastorales de la jerarquía eclesiástica (siempre tengo que leer los párrafos dos veces para descifrarlos). Y cuesta creer que esa misma jerarquía que no admite la discrepancia y ha dado muchas muestras de oscurantismo no se dé cuenta de que camina con decenios de retraso sobre el pueblo que dicen de Dios.
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