Una semana después de la muerte de García Márquez, puedo desvelar un pecado que solo he confesado a un compañero de la redacción: no he leído Cien años de soledad. Sí, ya sé que es imperdonable porque es la novela que han leído millones de personas, pero no. Hace muchos años comencé a leerla, pero no me atrapó y la dejé a medias. Creo que el libro era prestado por un amigo, algo también imperdonable porque nunca debes dejar un libro a un amigo, so pena de no volver a verlo nunca más (al libro, no al amigo). Supongo que era esa etapa de la vida de estudiante en la que te enemistas con algunas grandes obras porque el profesor te las obliga a leer. No era el caso de Cien años de soledad pero sí de Miedo a la libertad, de Erich Fromm, otro tocho que se me atragantó. Con los libros puede pasar como con las salidas al monte: si de adolescente te obligan, de adulto las aborreces. Como periodista, siempre he prestado más atención a Crónica de una muerte anunciada. Ni se sabe la de veces que los periodistas hemos utilizado ese título. Vale tanto para rematar una crónica de un partido de fútbol como para arrancar la información de un crimen. El recurso a títulos de novelas y películas es muy socorrido. Lo practican hasta periodistas de ese medio que lo prohíbe expresamente en su libro de estilo. Sin perdón.
viernes, 25 de abril de 2014
sábado, 19 de abril de 2014
Torero, torero
Si se las puede permitir,
disfrute de las vacaciones y de estos días de holgazaneo general.
Disfrute, porque a la vuelta llega la enésima campaña electoral con toda
su parafernalia. Las campañas electorales me provocan una doble pereza:
pereza como ciudadano incrédulo ante las propuestas que plantean los
partidos, sean del pelaje que sean, y pereza como periodista, convencido
de que los quince días de discursos y proclamas que recogemos a diario
se podrían reducir a tres o, directamente, suprimir. No saben el trabajo
y el papel que nos ahorraríamos. Los partidos políticos viven en una
campaña electoral permanente. Guardan la cuarentena una vez celebrados
los comicios, pero, sobre todo, si se les queda cara de derrotados,
ponen la maquinaria en marcha nada más cerrarse las urnas. A mitad de
legislatura ya están pensando en la siguiente. Las campañas les ponen.
No hay otra explicación. No todos los días entras y sales al trabajo
vitoreado, en loor de multitudes, aunque sean multitudes a las que has
pagado el autobús y el bocadillo. Tiene que ser el recopón de la baraja
salir a una plaza de toros llena hasta los topes, lanzar promesas que
sabes que nunca vas a cumplir y que encima te ovacionen. Sabes, además,
que nunca pierdes, porque en la noche electoral ganan todos. Torero,
torero.
miércoles, 16 de abril de 2014
El 'selfie kiki'
Es el último gemido en las
redes sociales: hacer el amor (queda cursi pero no puedo describirlo de
otra forma porque este texto se lee en horario infantil), y colgar
luego una fotografía del revolcón en Twitter o en Instagram. La
soplapollez humana no tiene límites. Nos habíamos acostumbrado a que
amigos, familiares, conocidos y desconocidos nos hicieran saber en
tiempo real el plato que comen, el entrenamiento que acaban de
terminar, el partido que están viendo, los lugares que visitan, la
ropa que compran, los hijos tan guapos que tienen, la playa más cool,
el garito más in y la moda más off. Pero lo de contar vía selfie (un
autorretrato, vamos) el pedazo de kiki
que acabas de echar con tu pareja de turno, es lo más de lo más
(tontuno). Tiene hasta etiqueta (#aftersex) y viene a ser el cigarrillo
poscoital de toda la vida pero aplicado al siglo XXI, o sea, que tiene
que haber un smartphone de por medio para retratar la hazaña. En las
imágenes se ve a parejas, sobre todo heterosexuales, que se muestran
entre satisfechas, cansadas y dormidas. Lo que no sabemos es si la cosa
acaba siempre bien o hay gatillazos. Y menos sabemos aún si la moda ha
llegado a estas tierras, donde, asegura la leyenda urbana, es un
milagro llevar a un ligue a la cama. Con cámara y sin cámara.
viernes, 11 de abril de 2014
Camiones
el Eustat, el INE,
Gaindegia y un buen número de organismos públicos y privados presentan
casi a diario datos, números y avances sobre la evolución de la
economía. Con cifras macros y micros, maxi y mini. A pie de calle o,
mejor dicho, al volante de un coche en la carretera, suelo manejar un
método infalible: la circulación de camiones. Cuando la crisis estaba en
plena efervescencia, el descenso del tráfico de vehículos pesados era
evidente, como también lo era que más de una y más de dos empresas de
transporte echaron el cierre. Uno de los termómetros para medir la
recesión era la continua caída del tráfico de camiones, una variable
sencilla de comprobar en los peajes. No sé si ahora hay brotes verdes,
blancos o azules, solo sé que en las carreteras, al menos en las vascas,
cada día circulan más camiones. Puede ser una percepción equivocada,
pero es lo que ven mis ojos. No creo que regresen los tiempos de José
Ignacio López de Arriortua, Superlópez, que puso de moda el transporte Just in time o, lo que es lo mismo, convirtió las carreteras en almacenes rodantes. Cero stock
y entregas prácticamente al momento hicieron que esta práctica viviera
su apogeo en aquellos felices 90. Luego llegó la crisis y el catacrack. Ahora regresan los camiones, pero no sabemos si vuelve la luz después del túnel.
jueves, 10 de abril de 2014
'Valencianización'
La Real jugará
el sábado en Vigo el partido número 47 de la temporada si se
contabilizan la Liga, la Copa y la Champions League. Lleva ya siete más
que el año pasado y acabará con la nada despreciable cifra de 53
partidos. A pesar de que lleva ya un buen tute, seguramente más mental
que físico, se escuchan voces críticas hacia la labor de Jagoba
Arrasate, primerizo en la tarea de dirigir una plantilla de Primera. Y,
si uno mira la clasificación, es como para abrir los ojos como platos.
La Real se clasificó para la Champions, es sexta y con serias opciones
de volver a jugar en Europa la próxima temporada, y alcanzó las
semifinales de Copa. Está muy cerca de jugar una competición continental
por segundo año seguido, un hito que no logra desde hace 25 años. Y,
sin embargo y a pesar de toda la ristra de datos positivos, se escuchan
más críticas que loas. A veces es casi mejor no asomarse a las redes
sociales porque se observa una valencianización de parte de la
hinchada. Nada es ya suficiente. Hemos pasado de sufrir a a ser
insaciables. Dos apuntes. 1) Seguramente, todo sería de color rosa si el
vecino no ocupara la cuarta plaza que da el billete para la previa de
la Champions. 2) En Valencia se acuerdan hoy de Unai Emery. Cuando
situaba al equipo tercero (tres años consecutivas) le zumbaban los oídos
todos los días.
viernes, 4 de abril de 2014
Causa común
parafraseando esa manida
sentencia que dice que la política es demasiado importante como para
dejársela a los políticos, Donostia 2016 es demasiado importante como
para dejarla en manos de los políticos. El desbarajuste que vive el
proyecto de capitalidad europea de la cultura no se explica sin el papel
que han jugado las cuatro
grandes familias políticas que tienen voz y mando en este país. Antes o
ahora, mayores o menores, todos han tenido responsabilidades en una
iniciativa que, pese a los esfuerzos del equipo
de trabajo de la Fundación, sigue sin ser entendida por buena parte de
la ciudadanía. De puertas afuera, al margen del festival Olatu Talka de
cada primavera, se diría que del antiguo edificio de Bomberos solo
trascienden los incendios. Están tan acostumbrados los partidos a
disponer de su cuota correspondiente en la institución o proyecto que
sea, que no lo disimulan. Hoy coloco a mi persona de confianza en tal
puesto, mañana doy largas a la concesión de una partida presupuestaria
para Donostia 2016 porque me sale de los bemoles y pasado mañana monto
una rueda de prensa para
denunciar que no me gusta el programa artístico. Las injerencias
políticas son uno de los males (hay más) que han contaminado un proyecto
en el que todos deberían hacer causa común.
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