domingo, 31 de agosto de 2014

Una mujer de quitarse la txapela


 Nerea amilibia se caló a primeros de agosto su txapela número 100 en carreras de montaña y populares

ZIZURKIL - “Ama, he contado las txapelas que tienes en la ganbara. Hay 85. ¿A qué no llegas a 100?” Hace algo más de año y medio, Ane, la hija mayor de Nerea Amilibia, le retó a alcanzar una cifra redonda de triunfos. Nerea no es una mujer que se achique ante los desafíos. Así que recogió el guante y se propuso completar la colección de victorias que comenzó a amasar el 10 de junio de 2001, cuando ganó el Cross de Zarautz-Aia y se caló su primera txapela. Al fin y al cabo, solo tenía que hacer lo que mejor sabe: correr.
El pasado 2 de agosto, Amilibia culminó su particular marca con la victoria en la subida y bajada al monte Andutz, en Itziar, una prueba de apenas 4,4 kilómetros, la mitad cuesta arriba. La víspera, el viernes 1, había conseguido su txapela número 99 en la Berako Gau Krossa. Acostumbrada como está a doblar esfuerzos, no sorprende que en menos de 24 horas (la carrera de Bera fue a a las 22.30 horas del viernes y la de Itziar al mediodía del sábado) lograra dos txapelas y llegara a la mágica cifra de cien distinciones.
En realidad, Amilibia acumula más triunfos que txapelas. Ha ganado más de una carrera en la que el premio no era la distinción vasca por excelencia (con permiso de la makila) y también se ha impuesto en pruebas que se disputan fuera de Euskal Herria en las que, lógicamente, no se reparten txapelas. Como muestra, acumula tres triunfos en la Subida al Angliru, en Asturias, una prueba hoy desaparecida; y victorias en la Subida al Pico San Millán, en Burgos; el Trail de Otañes, en Cantabria; o sendos campeonatos de montaña de España en la categoría de veteranos.
En casa, ha ganado un buen puñado de carreras que tenían como premio una copa o trofeo (sin txapela). Desde pruebas populares a san Silvestres. De hecho, su última victoria data de hace quince días, el 16 de agosto, cuando ganó el Bizipoza Krossa que los Piratas organizaron en la Semana Grande de Donostia.
Como no es ni fetichista ni conserva datos de sus triunfos, desconoce cuántas carreras ha ganado. Tampoco cuál fue la primera. “Cuando hoy he bajado todas las txapelas y trofeos desde la ganbara a la terraza se me saltaban las lágrimas de emoción”, dice Amilibia delante de las cien txapelas y 312 trofeos que muestra a NOTICIAS DE GIPUZKOA en el caserío Etzeta de Zizurkil, donde reside.
Pero volvamos unos años atrás. Amilibia, de 43 años, se inició en el atletismo a una edad poco común, pasada la treintena. Recuerda que practicó carreras en edad escolar pero luego hay un vacío de actividad deportiva hasta su maternidad. La corredora de Aia fue madre muy joven. Cuenta que tras los embarazos de sus dos hijos llegó a rondar los 70 kilos de peso. Cuesta creer en una mujer que es pura fibra, puro nervio, y que hoy apenas llega a los 50 kilos. El caso es que aquellos kilos de más y los ánimos de su marido le llevaron a comenzar a participar en excursiones al monte con una cuadrilla de Zarautz. Primero andando, luego corriendo. “Ellos solían correr por el monte pero yo me quedaba corriendo abajo, en Zarautz. Hasta que un día comencé a correr por el monte y ya no he podido dejarlo”, recuerda. Ya va para una docena de años largos que Amilibia se dedica a entrenar entre semana (descansa un par de días) y a correr los fines de semana. En los últimos años realiza también sesiones de spinning dos veces por semana.
Sin preparador, sin patrocinadores, sin planificar al detalle el calendario que corre a lo largo del año. Le basta con calzarse las zapatillas y la ropa para entrenar por su entorno, un escenario desbordante de cuestas, senderos y pistas.
Amilibia reside en una especie de oasis de Zizurkil, una zona de monte que forma un triángulo junto a Zarautz y su localidad natal de Aia. Esos parajes son su lugar de entrenamientos, aunque a veces también corre hasta la estación de Orio o por la zona del camping de Zarautz. Cuanto más exigente sea el terreno, mejor. A Nerea le encantan las carreras duras, con subidas de porcentajes exigentes. “Cuanto más duro, mejor. Me gusta que el terreno sea muy pico. Mi cuerpo está adaptado. En el llano voy peor”, comenta.
Basta repasar su extensísimo palmarés para comprobar que la mayoría de sus triunfos han sido en carreras de montaña, lo mismo da que sea un maratón que una prueba de cinco kilómetros. Y muchos de los éxitos han llegado con desniveles fuertes de por medio.
Resulta complicado encontrar a una corredora que reúna semejante montaña de victorias. Solo en 2009 logró 20 txapelas, una cifra al alcance de muy pocas mujeres. Por ejemplo, ha ganado siete veces la carrera de montaña de Pagoeta, en Zarautz, y cinco veces la Subida al Ángel de la Guarda, en el barrio donostiarra de Ibaeta. Puede presumir además de haber logrado triunfos en Gipuzkoa, Navarra, Bizkaia, Araba e Iparralde. Para amasar semejante historial, Amilibia va picando por aquí y por allá. A veces corre dos pruebas el mismo fin de semana y recuerda que en una ocasión, en Bizkaia, llegó a ganar dos carreras el mismo día. “¿Hay alguna prueba esta noche por aquí?”, bromeaba aquella tarde su marido.
“No puedo estar sin competir. Alguna vez no podré porque el cuerpo me hará crack, pero mientras tanto estaré dando el callo. Ando a mi bola. No tengo jefe”, afirma la corredora de Aia, que suelta una carcajada con cada respuesta y recuerda que aún tiene pendientes cuatro o cinco comidas que ha logrado como premio en varias carreras.
Con las 100 txapelas en el saco, su próximo objetivo es la maratón femenina 800 Dukado que se celebra el 7 de septiembre en Sunbilla (Navarra). Más allá de esa fecha no tiene planes, aunque esta vez es ella la que lanza un desafío a su marido y sus dos hijos: correr los cuatro una San Silvestre. “Quiero hacer una en familia. Una carrera Cortita”. Ahí queda el reto.


Caza y caballos, sus otras aficiones

 Caza y caballos. Los caballos y la caza son otras dos de las pasiones de Amilibia. Precisamente, un accidente cuando montaba en caballo le dejó en el dique seco en 2013, de aquí que su cosecha de txapelas llegara solo hasta el 9 de junio. “Perdí las riendas, me dio dos brincos y no pude pararle hasta que me caí”, recuerda. El resultado fue un lesión en el fémur de la que se ha recuperado muy bien. En temporadas anteriores, el cuerpo le avisaba de que tenía que descansar. “Durante cuatro años he tenido gripe en Navidades. Creo que es porque no descanso durante el año”, explica la corredora, que en invierno disputa la temporada de cross y en verano se dedica sobre todo a las pruebas de montaña. Con la monta de su caballo no compite, pero con la escopeta de caza sí ha probado en algún torneo y tampoco se le da mal: tiene dos txapelas de sendos campeonatos de caza menor con perro.


viernes, 29 de agosto de 2014

'Trop vite'

a diario nos encontramos en las carreteras de nuestro entorno con paneles informativos que ofrecen consejos, lanzan advertencias o, simplemente, informan de accidentes, averías y atascos. En Euskadi son, digamos, muy del país. Formales, asépticos y con la información precisa, ni más ni menos. En Navarra van un poquito más allá y muestran mensajes como “Levanta el pie del acelerador” o “Al final del trayecto te esperan” (no me los he inventado. Aparecen en un panel de la carretera N-121). Pero en Iparralde se llevan la palma. Hace unos días, en el tramo de la autopista A-63 entre Baiona y Biarritz, me topé con un cartel que mostraba un número de matrícula (no sé si de coche, moto o camión) acompañado de la expresión Trop vite (Demasiado deprisa). Una advertencia en toda regla. Vaya por delante que no era la matrícula de mi coche. Picado por la curiosidad, deduje que en el siguiente peaje de Biarritz una patrulla de gendarmes estaría ya dispuesta, papel y boli en mano, para imponer la correspondiente multa por exceso de velocidad. Pero no. Ni rastro de policía. Supongo que el aviso queda en una advertencia. Pero, puestos a ingeniar, se me ocurren un montón de mensajes que se podrían reproducir en los paneles con tanto cafre circulando por ahí.

lunes, 25 de agosto de 2014

#ladedetrásdesimeone

el otro día, en la bananera Supercopa de España, en ese partido que empieza un día y acaba al siguiente, y que solo tiene importancia si gana el Madrí; el otro día, digo, el árbitro expulsó al impresentable entrenador del Atlético de Madrid. Cada uno es como es, y Diego Simeone como técnico es clavadito a su etapa de jugador: macarrilla y marrullero. Como habitualmente suele estar en el banquillo pasado de revoluciones, no se le ocurrió otra cosa que protestar una acción y dar un par de yoyas al cuarto árbitro, en plan perdonavidas. Lógicamente, el trencilla le expulsó del campo (así le caiga una buena sanción), que no del estadio. Que no es lo mismo. Simeone se situó en la grada, detrás del banquillo, donde siguió dando voces, quejándose y yendo de aquí para allá. Y hete aquí que detrás estaba sentada una joven guapa y de escote generoso. Como el personal andaba aburrido, convirtió a la chica en trending topic de Twitter con la etiqueta #ladedetrasdesimeone y, por aquello del minuto de gloria, al día siguiente la chica pasó de tener 287 seguidores en esta red social a los 5.000 y pico que acumulaba ayer; ha ofrecido entrevistas en radios y periódicos; y digo yo que el siguiente paso es la portada de Interviú. Esto es lo que hay, amigos. Pena, penita, pena.

viernes, 22 de agosto de 2014

La mirada perdida


Sea verano o invierno, con lluvia o sin ella, con sol o sin él, con viento, con nieve... todos los días se encuentra en el mismo lugar. Mañana, tarde y noche. Los lunes, los martes, los sábados, los domingos, los festivos... Habitualmente viste ropa ceñida, porta un bolso, escucha música con auriculares y masca chicle sin parar. Horas y horas de pie, a veces sentada en la acera, bajo el puente de la AP-8. Y siempre con la mirada perdida. Como si resultara invisible para quienes la vemos todos los días al ir y al volver del trabajo. De cuando en cuando, alguien se acerca con su coche, baja la ventanilla del copiloto y charlan. Con más frecuencia, justo enfrente de ella, al otro lado de la carretera, la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Ertzaintza montan y desmontan controles. Como en la zona apenas transitan peatones y abunda el tráfico de coches y camiones, su presencia salta a la vista de todos. Más de una vez me he preguntado quién es, de qué país procede y por qué se ve obligada a hacerlo. Estás acostumbrado a ver en la televisión reportajes sobre la Casa de Campo, las Ramblas y demás, pero en este territorio en el que de puertas afuera se dice que es una profesión inexistente, resulta triste comprobar que se trata de una diaria y cruda realidad.

viernes, 15 de agosto de 2014

Hombre de pelo en pecho

“Juanma, los hombres cada vez se depilan más y están más musculados”. Me lo suelta mi contraria de sopetón, sin tiempo para reaccionar, después de visitar seis playas diferentes en otros tantos días y de manera consecutiva, y de observar con disimulo (comme il faut) el paisaje y el paisanaje que nos rodea. Lo dice en tercera persona del plural, no en segunda, para que no me dé por aludido (que tampoco). No hace falta. Pertenezco a la tribu de hombres (presumo que somos mayoría) que tenemos vello en todas partes del cuerpo menos en la cabeza que es, precisamente, donde más falta nos hace. Ni tanto ni tan calvo. Ya saben aquello de que si el pelo fuera importante, estaría dentro de la cabeza y no fuera. El caso es que la moda del rasurado de arriba abajo y de los músculos y tabletas de gimnasio como que no. A mi generación le ha pillado fuera de onda. El otro día, en una tarde de piscina y holgazanería, observé a un tipo que se rociaba la cabeza con un spray (digo yo que sería laca) para mantener enhiesta su cabellera. Madre del amor hermoso. Por supuesto, estaba depilado y lucía cachas. En fin, quedémonos con aquello de hombre peludo, en la cama…, o con aquel sesudo estudio que afirmaba que los hombres de pelo en pecho son más inteligentes que los lampiños.

domingo, 10 de agosto de 2014

De prepago

Pensaba que tener un móvil de prepago era algo propio de hace diez años hasta que, de charleta, tres amigos me aseguraron que apenas gastan diez euros al mes en hablar por teléfono y que recurren a estancos, gasolineras o quioscos cada vez que se les agota el saldo. Cracks. A la vieja usanza, uno de ellos lleva en la parte trasera de su móvil (una pieza digna de un museo) el número de teléfono adosado con un pedacito de post-it. Ese es mi ídolo. El caso es que dos de ellos viven a caballo entre Iparralde y Hegoalde, lo que les supone un engorro cada vez que cambian de país y reciben la señal de otro operador distinto. En esta Europa que todo lo unifica, llama la atención que aún existan barreras en las telecomunicaciones. Se les llena la boca a los eurodiputados con lo de la Europa sin fronteras, pero cada vez que atraviesas la muga, o bien pagas más por hablar, o bien viajas con el temor a que te llegue una factura en forma de clavada. Más de uno suele optar por una decisión salomónica: apagar el móvil. El Parlamento Europeo ha fijado el 15 de diciembre de 2015 como fecha tope para eliminar los recargos en las tarifas (hay que ver qué prisas se dan para unas cosas), pero conociendo a las compañías telefónicas, su penosa reputación y los beneficios que logran con estos servicios, habrá que ver para creer.

viernes, 1 de agosto de 2014

La respuesta es Marañón

Hace ya unos años, de cuando en cuando en las redacciones de los periódicos se recibían llamadas como la que reproduzco:
- “¿Dígame?”
- “Hola, chavalote. Mira, estamos aquí, de alubiada con la cuadrilla en la sociedad, y tenemos una discusión sobre quién fue el que lesionó a Clemente. Unos dicen que fulano y otros que mengano. Eso vosotros lo tenéis que saber, que para eso sois periodistas”.
Hecha la pregunta, acudías a un veterano de la sección de Deportes que seguro que sabía la respuesta correcta.
- “Marañón”, le contestabas a tu desconocido interlocutor, al que escuchabas de fondo: “No ves, ya te lo decía yo. Marañón. A pagar esos patxaranes”.
Hoy, ya no es que se estile menos el patxarán, que ha perdido presencia en las sobremesas de café, copa y puro en favor del gin-tonic. Hoy, apenas se reciben este tipo de llamadas. El móvil, sí, ha acabado con las discusiones. Te sientas en una mesa, conversas sobre el asunto que se tercie y, si hay alguna duda (cuántos años tiene Sara Montiel, en qué año ganó Indurain su último Tour), siempre hay alguien que desenfunda su aparato y resuelve la cuestión a golpe de Internet.