los móviles de última
generación nos han convertido a los usuarios en zombies andantes. Ya no
hablamos por la calle; contestamos mensajes del WhatsApp como autómatas. Concretamente, mensajes de los grupos de WhatsApp (los sms han pasado a mejor vida). Según un trabajo de campo
que he hecho entre amigos, compañeros de trabajo y la parentela, hay
grupos para dar y tomar. A saber. Está el grupo de los padres de la
clase del hijo mayor, de la cuadrilla, de los de la cuadrilla que
organizan las cenas de los jueves, de la partida de mus, de los
cumpleaños de clase del primer semestre, de los compañeros de trabajo,
de los primos (los tuyos y los de tu mujer), de las cuñadas, de suegros y
padres (todos mezclados, qué peligro), de los padres que se reúnen por
la tarde en el parque, de los excompañeros de la uni, de la porra
semanal de fútbol, del poteo de los sábados al mediodía, del equipo de
baloncesto de la chavalería, del campeonato de frontenis, de las amigas
de tu hija (que no tienen móvil), de los que vamos en Semana Santa de
casa rural, de la cena de sidrería, de los amigos que hicimos de
Guadalajara, de los de Barcelona, del grupo de montaña, de los que
quedamos para correr, de los amigos de agosto en Cambrils, de los
quintos del 69, de los fines de semana en Baqueira, del grupo de dantzas
y de las exalumnas de Ursulinas. Por ejemplo.
jueves, 30 de abril de 2015
lunes, 27 de abril de 2015
Sin asignatura de Religión
Hace unos 30 años, un puñado de alumnos, creo que no más de cinco, decidimos no estudiar Religión y optar por la asignatura de Ética. Cursábamos BUP en un instituto público hoy desaparecido y supongo que llevar la contraria al resto de la clase era una especie de acto de rebeldía juvenil. El caso es que fue también una manera de romper con la Iglesia, con la religión católica y con todo lo que nos habían inculcado desde niños. El siguiente paso fue no cumplir con el sacramento de la confirmación. Luego, ya adultos, llegaron las ceremonias de boda civiles, pasar olímpicamente del bautismo y la comunión, y desterrar varios rituales más. A la vista de cómo se ha distanciado la sociedad de la Iglesia, se diría que fuimos unos adelantados, con perdón. Según se señala en la web de Europa Laica, cada vez son más los centros públicos que no imparten la asignatura de Religión por falta de demanda. En Euskadi, por ejemplo, y según datos recogidos por la Cadena Ser, son ya 70 colegios de un total de 332. Es la comunidad con más centros. Simplemente, no hay profesores de Religión (católica, se entiende) porque nadie lo pide. Sostienen los defensores de un Estado laico que es un fenómeno imparable. Seguramente, no les falta razón.
jueves, 23 de abril de 2015
Un campeón modélico
durante los últimos días
hemos recordado en este periódico el 20º aniversario de la Copa de
Europa que conquistó el Bidasoa con reportajes, entrevistas,
fotografías, opiniones y profusión de anécdotas y datos. Poco más hay
que añadir de aquella gesta irrepetible. Si acaso que el equipo
irundarra era modélico en la cancha y en los despachos, pero también en
el trato que dispensaba a los medios de comunicación. Lo mismo daba que
llamara una radio de barrio que un periódico de gran tirada. Atendía a
todos por igual. Si no me falla la memoria, a la cabeza del servicio de
prensa se encontraba Txema Pardo, un periodista que conocía el oficio,
dato relevante cuando se trata de hacer de hilo conductor entre un club y
los medios. Pardo hacía más fácil nuestro trabajo, que es de lo que se
trata al fin y al cabo. No está de más reconocer su labor en estos
tiempos en los que algunos responsables de prensa solo ponen zancadillas
y trabas a la tarea de informar. La grandeza de un club se mide también
por los pequeños detalles. El Bidasoa, por ejemplo, tenía a bien reunir
de vez en cuando a los periodistas para que Villarreal o Sopalovic
desgranaran el juego del rival europeo de turno. Toda una lección de
balonmano y de saber tratar a los medios.
miércoles, 15 de abril de 2015
“¡Qué necesidad, chico!”
la frase es de Ane Gabarain, Maritxu en la serie Allí abajo,
pero podría salir de la boca de cualquier amatxo que supere los 60
tacos. Le cuentas que vas a hacer una caminata de seis horas por el
monte y te suelta con un poso de pesadez un “¡Qué necesidad, chico!”
para el que no tienes preparada una respuesta. Y donde dices una
caminata, pon una carrera en el encierro de sanfermines, subir en bici
al Tourmalet o cualquier iniciativa, casi siempre deportiva, que entrañe
un puntito de riesgo. ¿Qué necesidad hay de hacerlo?, viene a decir. ¿Para qué semejante esfuerzo? Allí abajo está plagado de los tópicos que triunfaron en Ocho apellidos vascos
y aporta nuevos lugares comunes llevados al extremo. Retratos de la
vida cotidiana como el de Iñaki (Jon Plazaola) el protagonista, que
llega a la cafetería del hospital sevillano en el que está ingresada
amatxo (sin artículo, aquí hablamos sin artículos) y lo primero que hace
al entrar es recoger unos vasos de una mesa y llevarlos a la barra del
bar. Costumbre sana donde las haya que algunos también practicamos lejos
de la ficción de la caja tonta. Si reír es una buena terapia para
olvidarnos de los problemas del día a día, Terol, Gabilondo y compañía
nos arrancan varias carcajadas en poco más de una hora de televisión.
sábado, 11 de abril de 2015
La yihad catalana
Jorge Fernández Díaz, el ministro del Gobierno de Rajoy condecorador de vírgenes y santas, vinculó el pasado miércoles nacionalismo catalán y yihadismo de una manera tan malintencionada y miserable que recordó al “todo es ETA” que apadrinó el juez Baltasar Garzón y coreó el PP al unísono durante años y años. Hace tiempo que el foco político se ha trasvasado de Euskadi a Catalunya. Las estrategias que utilizan los partidos españolistas para tratar de desacreditar la causa soberanista nos resultan desde la distancia hasta familiares. Nada que no hayamos experimentado por estos lares. Hoy es relacionar yihadismo con nacionalismo, mañana será denunciar que los niños catalanes que hablen castellano llevarán una marca en la frente y pasado mañana que los españoles que aterricen en el aeropuerto de El Prat pagarán una tasa por pisar suelo catalán. Sandeces varias que en el caso catalán, como antes en el vasco, tienen su cohorte de voceros en tertulias y medios. Y sandeces propias del ultracatólico Fernández Díaz, que no predica precisamente la paz de Dios, y cuya altura intelectual se resume con otras dos perlas que soltó en su día sobre la cuestión catalana: “Homenajear a la División Azul en Cataluña es un acto de reconciliación“ y “muchas familias catalanas no se reúnen por Navidad por culpa del soberanismo”.
viernes, 3 de abril de 2015
Multas a la finlandesa
en Finlandia no se andan
con chiquitas con las multas de tráfico. A un tal Reima Kuisla, un
empresario con unos copiosos ingresos en su cuenta corriente, le acaban
de atizar con una sanción de 54.000 euros por superar en 23 km/h el
límite de velocidad. Este buen hombre conducía a 103 km/h en un tramo en
el que estaba prohibido superar los 80 km/h. Nada que no le suceda al
común de los mortales. La desproporción entre la infracción y el importe
de la multa resulta llamativa, si no fuera porque en Finlandia las
sanciones se imponen en función de la renta del conductor que incumple
el código de circulación. Tanto ganas, tanto pagas por saltarte la ley.
El modelo, que cuenta con la aceptación de la mayoría de la población,
no ha sido puesto en práctica anteayer. Al contrario. Data de 1921 y se
aplica también en Suecia y Noruega, lo que da idea de las traineras de
ventaja que nos llevan los países nórdicos, referentes indispensables en
las políticas sociales. Difícil extrapolar el sistema finlandés a estas
tierras, donde por comprar un vehículo nuevo te hacen la misma rebaja
ya ganes 20.000 euros que 100.000. Lo más proporcional que se ha visto
en los últimos tiempos es la decisión del Ayuntamiento de Irun de cobrar
las sanciones de OTA en función del tiempo de aparcamiento que se haya
excedido.
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