"El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error
mayor". Confucio dixit. No es frecuente que un político haga autocrítica
y reconozca que la estrategia ha sido equivocada. Sorprenden, por
inusuales, las palabras de Hasier Arraiz, que el martes admitía que la
gestión de EH Bildu en las instituciones que ha gobernado en Gipuzkoa no
ha sido del todo adecuada. "No se puede hacer el cambio político si la
gente entiende que nos despegamos de ellos, que vamos demasiado rápido",
dijo en un gesto de fair play. En un mundo político en el que cada día
te desayunas con mourinhistas como Yolanda Barcina y Esperanza Aguirre,
la autocrítica es un sano ejercicio. No diremos que Arraiz es
guardiolista y mea colonia, pero ha sabido reconocer los errores de la
coalición y no ha recurrido a la clásica excusa de culpar al empedrado o
insultar al electorado. Aprender de los errores es seguramente la
receta más apropiada para no volver a cometerlos. Aseguran los
politólogos que parte del éxito del PNV se debe a lo que aprendió
durante sus tres años largos en la bancada de la oposición cuando los
socialistas gobernaban desde Ajuria Enea. Vamos, que hizo una saludable
autocrítica hasta dar con la estrategia correcta que le ha llevado a
gobernar de nuevo las principales instituciones.
viernes, 29 de mayo de 2015
viernes, 22 de mayo de 2015
La campaña (y IV)
el periodista deportivo Tomás Guasch acuñó hace ya unos años el término Cagómetro
para referirse, por decirlo finamente, a clubes, dirigentes o
futbolistas que, llegado el momento de dar el callo, se descomponían
ante una situación delicada. Si el Barça encabezaba la Liga pero le
apretaba el Madrid y se olía que podía perder el liderato, Guasch medía
los cagaherzios entre jugadores, técnicos, directivos y
aficionados blaugranas. Aplicado el susodicho aparato a la política, la
comunidad y el partido que mejor reflejan el miedo a perder el poder son
Navarra y UPN, que no son lo mismo aunque a veces lo parezca. El Cagómetro
está que se sale en las filas de los conservadores forales. No hay más
que echar un vistazo a la prensa afín para comprobarlo (Un inciso. Jaime
Ignacio del Burgo debe ser la única persona en el mundo que en sus
artículos usa el término euskalherríaco). Después de 19 años de ordeno y
mando, el cambio de gobierno es posible aunque sea una tarea propia de
jeroglífico acertar qué sigla o siglas gobernarán la tierra de la
diversidad los próximos cuatro años. El barcinato llega a su
fin (ya veremos si también la etapa de UPN en el Gobierno) y se nota, se
siente, el nerviosismo. Ha aflorado tanta mierda bajo las alfombras del
Palacio Foral que ya no sirve de parapeto el socorrido “que vienen los
vascos”.
sábado, 16 de mayo de 2015
La campaña (III)
Andan los partidos
políticos disfrutando durante dos semanas de sus días de vinos y rosas,
en pleno frenesí de mítines, paseos, visitas a empresas, reparto de
rosas y demás menesteres propios de una campaña electoral. Son
jornadas de cálculos, de hacer las cuentas de la lechera, de cuántos
junteros o concejales saldrán de las urnas. Si se peca por defecto, a un
miembro de la lista que va de relleno le cae un caramelo envenenado.
Si, por el contrario, se peca por exceso, te llevas un chasco. Chasco
rima con Gasco, protagonista hace cuatro años de una pirueta digna del
Circo del Sol. El hoy candidato a alcalde de Donostia figuraba entonces
en el décimo puesto de la lista que encabezaba Odón Elorza. El PSE tenía
once concejales, así que pensaron aquello de repetir o superar el
resultado de 2007. Pero hete aquí que lograron siete ediles. No había
hueco para Gasco, así que, en un triple salto mortal con tirabuzón,
renunciaron varios compañeros para que el portavoz de los socialistas no
se quedara sin silla en Ijentea. Por el contrario, Miguel Buen, Txarli
Prieto y José Antonio Pastor, candidatos a diputado general en Gipuzkoa,
Araba y Bizkaia, respectivamente, salieron elegidos pero no llegaron a
tomar posesión de su cargo. Cálculos no previstos del partido se llama.
jueves, 14 de mayo de 2015
La campaña (II)
cuando, enrolado como
becario en una redacción, te enfrentas por primera vez a un texto, uno
de tus mayores quebraderos de cabeza es dar con el titular preciso.
Aquello de resumir la noticia en pocas palabras para que el lector la
entienda a primera vista. Complicada labor, más si el sujeto de la
noticia es una persona y tiene un apellido extenso en sílabas y
consonantes. No te digo nada si te ubican en la sección de Cultura y un
día te encargan una información sobre un artista de nombre Manu y de
apellido Muniategiandikoetxea. Como bien saben los redactores de
Cultura, no hay titular sobre el pintor de Bergara que quepa a una
columna. Necesitas dos como mínimo para articular un titular en
condiciones. En Deportes no se suelen andar con chiquitas. Craioveanu es
Gica, Iñigo Martínez es Iñigo, Cristiano Ronaldo es CR7 (horror de
nombre), y Joaquim Rodríguez es Purito. En las páginas de
Deportes se pueden permitir licencias que los libros de estilo no
admiten en otras secciones. Así que locos nos tienen los Olano, Xabier y
Markel, uno de Bildu y el otro del PNV, porque cada vez que hay que
poner un titular, se añade el nombre de pila de cada uno. Será cuestión
de llamarlos como a los árbitros, con dos apellidos: Olano Jauregi y
Olano Arrese. El problema es que no caben los dos en el titular.
jueves, 7 de mayo de 2015
La campaña (I)
ya lo dice el maquiavélico Frank Underwood en la excelente serie House of cards:
“Ningún político se resiste a hacer promesas que no podrá cumplir”.
Pasen y vean. Si la precampaña les ha sabido a poco, llega ahora la
campaña, que es lo mismo pero con más parafernalia, más palabrería y más
sonrisas, aunque afortunadamente con fecha de caducidad: el viernes 22
de mayo. Es como la pretemporada y la temporada. Luego queda ese día
suelto, tontorrón y anquilosado que llaman jornada de reflexión -como si
fuéramos todos a estar pensando durante 24 horas a quién vamos a
votar- en la que descubrimos que en su tiempo libre -oh my god- los candidatos van al monte, hacen las compras con su pareja o pasean. La campaña es el tiempo del puedo prometer y prometo. En el hit parade
de las promesas, hay una por la que sienten predilección nuestros
políticos locales: la regeneración de la bahía de Pasaia. No hay campaña
que se precie en la que uno o más candidatos no se desplacen a la bahía
para ofrecer los discursos de rigor y hacerse las fotos embarcados en
una motora. En los siguientes cuatro años no son capaces de ponerse de
acuerdo y lograr consensos (palabra que se gasta mucho estos días), pero
que no sea por anunciar una promesa que no cumplirán.
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