No hay día sin un
indicador económico que nos señale que empezamos a ver la crisis por el
retrovisor. Organismos próximos y lejanos nos anuncian unas previsiones
con números y decimales que vete tú a saber si se cumplen porque nadie
se molesta en comprobarlo meses después. Soy de natural incrédulo, así
que me guío por lo que veo y observo a diario. A saber. Cada vez hay más
tráfico de camiones en las carreteras, por lo que deduzco que las
empresas marchan mejor. Obvio. Desde que se inventó el just in time,
las autopistas son almacenes rodantes. Segundo dato empírico. Desde
hace meses han crecido considerablemente las ofertas de trabajo que
publican los periódicos los domingos. Cuando más azotaba la crisis, no
había una sola. Ahora vuelven a brotar. Otra señal inequívoca de que
escampa es que algunos bares vuelven a cobrar 2,30 euros por un café con
leche, aunque uno no sabe si alguna vez dejaron de hacerlo. O qué decir
del pelotazo de Euskaltel, que recuerda a épocas que creíamos
olvidadas. Y la prueba definitiva de que volvemos a los tiempos de jauja
es que las televisiones emiten de nuevo el horripilante anuncio de
Marina d’Or, paradigma de la burbuja inmobiliaria y los años de los
gigantes con pies de barro.
viernes, 26 de junio de 2015
viernes, 19 de junio de 2015
Dale fuego al chaparral
En una escala del 1 al 10,
hace cosa de 20 años había amigos de la cuadrilla que todos los fines
de semana sacaban un 8, algunos hasta un 10, y otros raspábamos el
cinco. Hablamos de farras. El 10 se lo llevaba el que salía el sábado
después de comer a echar un café y jugar al tute y, como quien no quiere
la cosa, llegaba el domingo al atardecer después de empalmar las
fiestas de un pueblo con las de otro. El 8 era para el único que ligaba,
habitualmente el alto y moreno, que acababa la noche con una sonrisa de
oreja a oreja, y el 5 era para gentes como un servidor, que se metía en
el sobre antes de que clareara pero al día siguiente tenía que dar
explicaciones a la madre del 10 de por qué su hijo aún no había llegado a
casa (un inciso, los móviles no existían). Había también alguno que
plegaba velas cuando se daba cuenta de que en el último bar del último
Licor 43 con Coca Cola ya no quedaba nada al alcance, léase chicas, y
otro al que le daba por cantar toda la discografía de Julio Iglesias.
Hay un tiempo en tu vida en el que no perdonas un fin de semana sin
farra y luego llega otro en el que si haces tres en los 365 días del año
ya te puedes dar con un canto en los dientes. Ahora que llegan los
sanjuanes, sanmarciales, sanpelayos, sanfermines y demás, salgan,
disfruten y bailen, que solo se vive una vez. Y como dice un amigo,
“Dale fuego al chaparral”.
viernes, 12 de junio de 2015
Baliarrain
Martzelino Dorronsoro será mañana el único alcalde de Gipuzkoa que no tomará posesión de su cargo. Lleva 20 años en el puesto y continuará al menos otros cinco meses, hasta octubre, porque ningún paisano de Baliarrain se ha animado a relevarle. Dorronsoro puso fecha de caducidad a su mandato pero, al no haber candidatos a sustituirle, la localidad de Tolosaldea no celebró elecciones municipales. El 24 de mayo solo hubo una urna, la de los comicios forales. El caso de Baliarrain se podría extrapolar a otros municipios, sobre todo los más pequeños, que cada cuatro años tienen dificultades para completar sus listas. Y es que ser concejal es una tarea más bien ingrata, con mala prensa y desigual reconocimiento público y económico. Tienes poco que ganar (salvo que seas un corrupto vocacional) y mucho que perder. Si lo haces bien, pocos te van a felicitar porque es tu deber y obligación servir, ayudar y colaborar con tus vecinos; si lo haces mal, te lloverán las críticas, serás pasto de los rumores, te dejarán de saludar e incluso perderás algún amigo. La inmensa mayoría de las más de 640 personas que mañana serán alcaldes y concejales de Gipuzkoa trabajarán de forma altruista, robando horas a su tiempo libre y sin más pretensión que echar un cable en el pueblo. Tarea no les va a faltar.
viernes, 5 de junio de 2015
'Sinpas' en gasolineras
No sé si alguna vez han
sentido la tentación de repostar gasolina en un surtidor repleto de
vehículos y camiones, y marcharse sin pasar por caja, como quien no
quiere la cosa, silbando. Sepan que, a diario, un centenar de
conductores lo hace. Según la patronal AOP, que agrupa a Cepsa, Repsol,
BP, Saras y Shell, en los tres últimos años esta escena se ha repetido
115.000 veces. O sea, 115.000 fulanos han llenado el depósito de su
vehículo (digo yo que si no vas a abonar el importe, mejor llenarlo
hasta los topes), y han hecho luego un sinpa en toda regla. Con
dos. Bajar, repostar y darse a la fuga. Todo en uno. Las empresas
aseguran que estos robos suponen unas pérdidas de cinco millones de
euros al año, que no pongo en duda porque la gasolina lleva ya unos años
a precio de lujo asiático, más otros dos millones por el coste de
interponer denuncias. Dicen también que estos robos entrañan riesgos
para la seguridad y el medio ambiente (sic). No dicen cuánto dinero
recuperan tras las denuncias. Seguramente, no hay lugar menos indicado
para robar y darse a la fuga que una gasolinera. Pocos sitios hay tan
repletos de cámaras de seguridad por todos lados. Así que, líbrense de
la tentación y pasen por caja, s’il vous plaît.
jueves, 4 de junio de 2015
El no descenso del Eibar
La web oficial del Tour
señala como vencedor de la edición de 2006 a Óscar Pereiro. Floyd Landis
se llevó los oropeles en el podio de los Campos Elíseos, pero pocos
días después se supo que el ciclista estadounidense había ganado la
decisiva etapa con llegada en Morzine dopado hasta las trancas con
testosterona sintética. Año y medio después, Pereiro recibió el maillot
amarillo en una ceremonia en Madrid tras la descalificación de Landis.
Uno siempre ha tenido la sensación de que el excorredor gallego es un
ganador del Tour en diferido, de segunda, con perdón. Sin entrar en
paralelismos, el Eibar puede lograr en los despachos la permanencia que
no consiguió sobre el césped, pese a que técnicos y jugadores se dejaron
hasta la última gota de sudor. La oportunidad que se le abre al club
armero habla muy bien de su gestión financiera y de sus saneadas arcas,
pero si sigue en Primera será por méritos extradeportivos, que también
cuentan aunque al aficionado le dejen una sensación agridulce. No es lo
mismo celebrar la permanencia con tu hinchada en Ipurua que hacerlo
después de recibir un frío comunicado de la LFP. No se trata de
cuestionar el legítimo derecho del Eibar a agotar todas las vías
(faltaría más), sino de subrayar la diferencia entre una permanencia
tangible e intangible, entre el descenso y la salvación ganada fuera del
verde.
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