Todos hemos falsificado
alguna vez una firma. Sea la de nuestra madre, nuestra mujer, nuestro
hermano o la del vecino del quinto que no está en casa cuando llega el
mensajero con un paquete. Es un clásico de la burocracia, siempre que el
autógrafo sea para una cuestión de poca monta. La habilidad, si es que
se puede hablar de habilidad, consiste en escribir una rúbrica con un
trazo diferente al tuyo para, al menos, disimular. Hace años, para
trabajar como becario en un periódico que no era este, me facilitaban en
la entrada una tarjeta con la inscripción Visita, y luego el jefe de turno tenía que firmar un papel. Más de una vez mi exjefe estampaba un garabato en el que se podía leer Diego Armando Maradona
(sobra decir que ambos trabajábamos en Deportes). En más de una ocasión
he probado a hacer lo mismo con los comprobantes que te entregan en las
gasolineras. Firmas con el nombre que te da la gana, con letra de
médico si hace falta, y no pasa nada. Es un mero trámite. Hay una
segunda categoría de personas que siempre firman igual. Sus autógrafos
son como dos gotas de agua. Y luego está Bárcenas, que para falsificar
la rúbrica de su mujer (la que el martes hizo lo que se denomina una infanta),
hacía “un churro” con la firma. Y así, firmita a firmita, acumuló 47
millones de euros en cuentas bancarias en Suiza. De puro churro.
jueves, 26 de enero de 2017
viernes, 20 de enero de 2017
Descifrar las facturas
Descifrar las facturas de
la luz y del gas es una tarea complicada. Una labor que te puede llevar
un buen rato hasta que te familiarices con términos como “peaje de
acceso de energía”, “facturación por potencia”, “facturación por
energía”, “precio voluntario para el pequeño consumidor”, “canon de
finca”, “término fijo”, “tarifa de último recurso” o “gestor técnico del
sistema”. No me los he inventado. Figuran todos en sendas facturas de
sendas empresas que comercializan electricidad y gas. Hace ya un tiempo
que las compañías telefónicas se vieron obligadas a hacer comprensibles sus
facturas, a fuerza de reclamaciones de sus clientes. Cuesta, pero
llegas a entender qué significa cada concepto, a pesar de que sigan
incluyendo expresiones como “Detalle de datos GPRS originados Roaming”
para explicarte que te cargan en tu cuenta un servicio por utilizar
Internet en el extranjero con tu móvil. Las comercializadoras de gas y
electricidad también abundan en explicaciones, pero el lenguaje que
utilizan no ayuda. Eso sí, unas y otras incluyen siempre un concepto (el
alquiler del contador en el gas y el alquiler de equipos de medida y
control en la electricidad), que en apariencia no supone más de tres
euros por factura al mes, pero que digo yo que les reportará pingües
beneficios. Ya saben aquello de... granito a granito se hace una
montaña.
viernes, 13 de enero de 2017
Elegir el oficio
Elegir una carrera a los
18 años, en la frontera entre el instituto y la universidad, no suele
resultar una tarea sencilla. Salvo que desde tu tierna infancia tengas
vocación por ser profesional de un oficio determinado, sueles ser un mar
de dudas. ¿Ciencias? ¿Letras? ¿Una ingeniería? ¿Empresariales?
¿Magisterio? ¿Periodismo? En los últimos años las universidades se han
destacado por abrir sus puertas y mostrar a los potenciales alumnos qué
caminos pueden tomar para seguir formándose hasta alcanzar la hipotética
meta laboral. Al otro lado de la muga llevan ya años practicando una
fórmula distinta que arranca mucho antes de que los estudiantes alcancen
eso que llamamos mayoría de edad. Entre los 16 y los 18 años, los
alumnos pasan una semana en una empresa o similar que guarde vinculación
con la profesión que quieren desempeñar en el futuro. Si el alumno
aspira a ser farmacéutico, hace un stage (es el término con el
que se conoce esta fórmula) de una semana en una farmacia; si quiere ser
periodista, conoce una redacción; si lo suyo es el mundo del cine,
acude a un rodaje. El propio alumno, y no su centro escolar, se encarga
de buscarse la vida y encontrar un destino en el que llevar a cabo el stage. Luego observa, analiza y decide si quiere un futuro laboral como el que acaba de ver.
jueves, 12 de enero de 2017
Gipuzkoa, de cima en cima
MAIKEL MATIAS, UN ANDOIANDARRA DE 29 AÑOS, COMPLETA EN EL MURUGAIN LA ASCENSIÓN EN TRES AÑOS A TODAS LAS CUMBRES DE GIPUZKOA QUE INCLUYE EL CATÁLOGO DE CIMAS DE EUSKAL HERRIA
Hay quien colecciona soldaditos de plomo, quien acumula marcas de latas de cerveza, quien es fan de los dedales, los cromos, los búhos de miniatura o las portadas de periódicos. Maikel Matías, Mati, un joven de Andoain de 29 años, colecciona cimas de montes. En los tres últimos años ha dedicado sus ratos libres a subir y bajar las 112 cumbres de Gipuzkoa del Catálogo de Cimas de Euskal Herria de 2014.
El reto que arrancó el 15 de diciembre de 2013 en el Adarra, al lado de su casa, concluirá mañana en Arrasate cuando, si la lluvia y la nieve lo permiten, alcance la cumbre del Murugain, de 776 metros. Una larga lista de familiares y amigos le acompañarán en su enésima excursión por Gipuzkoa, precisamente en el día de su cumpleaños. Culminado el objetivo, se reunirán luego a comer en el gaztetxe de Andoain y, a los postres, Matías hablará sobre su experiencia y mostrará un vídeo que ha preparado junto a David Arretxe, compañero de trabajo y apasionado como él de la montaña.
La proyección incluye imágenes de todas las cimas que ha coronado, ya que no ha habido salida en la que no portara su cámara Go-Pro. Unas imágenes que ahora pretende mostrar en un canal de Youtube. “Fue una venada”, responde Matías cuando se le pregunta por qué se puso como desafío pisar el centenar largo de cumbres. Buceando en Internet dio con el Catálogo de Cimas de Euskal Herria, y se planteó subir a todas sin más ambición que grabar imágenes en cada una de ellas. Empezó en el Adarra y poco a poco fue tachando nombres en la colección. Matías fue alternando cimas populares como Buruntza, Erlo, Txindoki, Udalatx, Aizkorri o Uzturre con otras más desconocidas como Otsabio, Zaburu, Leuneta y Azketa. Muchas veces realizaba la excursión con su inseparable Eros, un cariñoso boxer, otras con amigos, y a menudo por la tarde, tras acabar su trabajo como técnico de una empresa especializada en calefacción y agua caliente.
Amén de descubrir mil senderos y procurar ascender los montes por una vertiente y bajar por otra, la experiencia le ha servido a Matías para conocer Gipuzkoa en profundidad. No hay comarca que no haya pisado durante estos meses en los que no ha planificado las salidas con mucha antelación sino que “las hacía según el tiempo que tuviera disponible”. Casi siempre atacaba una cima por día, aunque en algunas jornadas llegó a encadenar hasta cinco.
momentos duros La travesía no ha sido, sin embargo, un camino de rosas en el plano personal. A mitad de reto, Matías perdió a su novia, que falleció tras sufrir un cáncer. Tras pasar unos duros momentos, el monte fue una vía de escape para este joven que acostumbra a visitar con frecuencia los Pirineos y Picos de Europa. De las cimas de casa, se queda con el Txindoki, el Aizkorri y el Balerdi (“que es una locura de monte”), “aunque cada cumbre tiene su esencia. Depende del día también”. “A veces no somos conscientes de qué maravilla de montes tenemos al lado de casa”, apunta.
Culminado el objetivo de ascender a todas las cumbres de Gipuzkoa, desde hace un tiempo ha iniciado otro proyecto: subir todas las cumbres más altas de cada provincia del Estado. De momento ya ha ascendido las de Navarra, Bizkaia, Araba, Burgos, Granada, Huesca, Asturias, Palencia, Cantabria, Salamanca, Cáceres, Guadalajara y, cómo no, Gipuzkoa. Con una particularidad, cada vez que sube a una de estas cimas lleva en la mochila algún producto característico del territorio. Así que al pico San Millán (Burgos) subió cargado de morcillas, y a San Lorenzo (La Rioja) se llevó... una bota de vino.
Hay quien colecciona soldaditos de plomo, quien acumula marcas de latas de cerveza, quien es fan de los dedales, los cromos, los búhos de miniatura o las portadas de periódicos. Maikel Matías, Mati, un joven de Andoain de 29 años, colecciona cimas de montes. En los tres últimos años ha dedicado sus ratos libres a subir y bajar las 112 cumbres de Gipuzkoa del Catálogo de Cimas de Euskal Herria de 2014.
El reto que arrancó el 15 de diciembre de 2013 en el Adarra, al lado de su casa, concluirá mañana en Arrasate cuando, si la lluvia y la nieve lo permiten, alcance la cumbre del Murugain, de 776 metros. Una larga lista de familiares y amigos le acompañarán en su enésima excursión por Gipuzkoa, precisamente en el día de su cumpleaños. Culminado el objetivo, se reunirán luego a comer en el gaztetxe de Andoain y, a los postres, Matías hablará sobre su experiencia y mostrará un vídeo que ha preparado junto a David Arretxe, compañero de trabajo y apasionado como él de la montaña.
La proyección incluye imágenes de todas las cimas que ha coronado, ya que no ha habido salida en la que no portara su cámara Go-Pro. Unas imágenes que ahora pretende mostrar en un canal de Youtube. “Fue una venada”, responde Matías cuando se le pregunta por qué se puso como desafío pisar el centenar largo de cumbres. Buceando en Internet dio con el Catálogo de Cimas de Euskal Herria, y se planteó subir a todas sin más ambición que grabar imágenes en cada una de ellas. Empezó en el Adarra y poco a poco fue tachando nombres en la colección. Matías fue alternando cimas populares como Buruntza, Erlo, Txindoki, Udalatx, Aizkorri o Uzturre con otras más desconocidas como Otsabio, Zaburu, Leuneta y Azketa. Muchas veces realizaba la excursión con su inseparable Eros, un cariñoso boxer, otras con amigos, y a menudo por la tarde, tras acabar su trabajo como técnico de una empresa especializada en calefacción y agua caliente.
Amén de descubrir mil senderos y procurar ascender los montes por una vertiente y bajar por otra, la experiencia le ha servido a Matías para conocer Gipuzkoa en profundidad. No hay comarca que no haya pisado durante estos meses en los que no ha planificado las salidas con mucha antelación sino que “las hacía según el tiempo que tuviera disponible”. Casi siempre atacaba una cima por día, aunque en algunas jornadas llegó a encadenar hasta cinco.
momentos duros La travesía no ha sido, sin embargo, un camino de rosas en el plano personal. A mitad de reto, Matías perdió a su novia, que falleció tras sufrir un cáncer. Tras pasar unos duros momentos, el monte fue una vía de escape para este joven que acostumbra a visitar con frecuencia los Pirineos y Picos de Europa. De las cimas de casa, se queda con el Txindoki, el Aizkorri y el Balerdi (“que es una locura de monte”), “aunque cada cumbre tiene su esencia. Depende del día también”. “A veces no somos conscientes de qué maravilla de montes tenemos al lado de casa”, apunta.
Culminado el objetivo de ascender a todas las cumbres de Gipuzkoa, desde hace un tiempo ha iniciado otro proyecto: subir todas las cumbres más altas de cada provincia del Estado. De momento ya ha ascendido las de Navarra, Bizkaia, Araba, Burgos, Granada, Huesca, Asturias, Palencia, Cantabria, Salamanca, Cáceres, Guadalajara y, cómo no, Gipuzkoa. Con una particularidad, cada vez que sube a una de estas cimas lleva en la mochila algún producto característico del territorio. Así que al pico San Millán (Burgos) subió cargado de morcillas, y a San Lorenzo (La Rioja) se llevó... una bota de vino.
sábado, 7 de enero de 2017
Discursos
los discursos de
Nochebuena y Nochevieja de Juan Carlos I, Felipe VI, Urkullu, Patxi
López e Ibarretxe me han pillado siempre de poteo. Nunca los he seguido
en directo por la televisión. No son horas. O estoy en lo que comúnmente
llamamos el cóctel pre zampada de Nochebuena (una copa de cava con
azúcar en los bordes y una guinda nadando en su interior), o estoy
echando unos crianzas en bares hasta los topes antes de que
suenen las doce campanadas. A ambos discursos les presto la atención que
la profesión obliga, pero en versión Cospedal, o sea, en diferido y
resumidos en la prensa escrita uno o dos días después. En realidad, una y
otra comparecencia no pasan de ser una tradición navideña más y dan
para lo que dan: para tener un par de titulares en los periódicos de los
días 26 de diciembre y 2 de enero, y para que los portavoces de los
partidos den palos o zanahorias según les convenga. El discurso (mensaje
lo llaman) de Felipe VI, El Preparado, de este año era
propicio para unos cuantos palos. No ya por lo que dijo sino por lo que
ni siquiera citó en sus 13 minutos de comparecencia. No dijo ni papa de
la violencia machista, los refugiados, la corrupción o la guerra de
Siria. Tocaba Catalunya (sin mencionarla) y un carro de palabras huecas.
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