Cuentan que en una fábrica del norte de Navarra con una gran tradición industrial todo pichichi tiene un mote. Desde el chaval de prácticas hasta el consejero delegado. Y que los malignos trabajadores tardan un suspiro en poner apodo a compañeros y jefes. Según entra un novato en la fábrica, ya tiene sobre su espalda el alias de turno. Algunos motes son de sobra conocidos, y otros (generalmente se reservan para los jefes) se guardan en la intimidad del vestuario y las taquillas. El mundo está plagado de motes, hasta tal punto de que hay personas a las que llamamos por su alias pero de las que desconocemos su nombre y apellido. En el instituto y en la universidad siempre hay alguien al que le da por llamar a un colega por el nombre de su pueblo. Así que he tenido compañeros que se llamaban Arizkun, Bera, Bermeo. Lo de la cuadrilla de cada cual es otro universo. Conozco una en la que la relación de motes es infinita: está Pingus (ni él mismo sabe por qué le llaman así), Sherpa (un día llevó a la cuadrilla al monte y se perdieron todos), Tanke (le gusta la cerveza), Butanero (y no ejerce como tal), Oscar Animal, Pombi, Guindis (de guindilla, porque no para quieto ni un minuto) Miguel El Loco, Corrocón, Txapel, Marcelo (en honor a su padre), Popis (por el personaje de El Jueves), Cvjeticanin (por el mítico escolta del Estudiantes), Indio (sobran los comentarios, solo hay que ver su físico) un largo etcétera. Hasta uno mismo tiene su mote, aunque eso también se guarda para la intimidad de la redacción.
sábado, 29 de septiembre de 2007
miércoles, 19 de septiembre de 2007
Luis Aragonés
Ahora resulta que buena parte de la prensa deportiva matritense descubre que Luis Aragonés es cascarrabias, gruñón y maleducado. Le da a este hombre por dejar plantados a los periodistas después de un partido oficial y le llueven las críticas de quienes le han alabado y adulado hasta el exceso durante años y años. Como si hubiéramos nacido ayer. Luis Aragonés, el entrenador (como jugador fue excelente y atesora un soberbio palmarés), siempre se ha destacado por su lenguaje soez, su insoportable carácter y lo mal que encaja las críticas. Siempre me ha parecido que se trata de un entrenador sobrevalorado, aunque es cierto que quienes mejor pueden calibrar su capacidad como técnico son los jugadores que han estado a sus órdenes. Así que vayamos a la estadística pura y dura. Como entrenador ha dirigido en los últimos 24 años a ocho equipos de la Liga, algunos de ellos punteros (Atlético, Betis, Barça, Valencia, Espanyol, Sevilla, Oviedo y Mallorca). Ha tenido plantillas plagadas de estrellas y construidas a base de talonario. Y ahí está el resultado: una Liga en 1977 con el Atlético, y cuatro Copas, tres con el equipo de toda su vida en 1976, 1985 y 1992, y otra con el Barça en 1988 para desgracia de los seguidores de la Real. De su irritable carácter ha dejado alguna muestra en Anoeta. Hace unos años, minutos antes de un Real-Atlético, montó en cólera porque en la alineación local aparecía Adepoju. Estaba convencido de que alguien le quería engañar con ese futbolista llamado Adepoju. Lo que no sabía era que hacía meses que Mutiu había pedido que se le nombrara con su primer apellido, porque así es como era y es conocido en Nigeria.
lunes, 17 de septiembre de 2007
Victoria Bekcham
EL otro día vi en la cadena Cuatro un reportaje sobre Victoria Beckham. Primera conclusión: esta tía es la mujer más tonta del planeta, y mira que es grande el planeta. Segunda: se pueden ganar millones y millones de euros sin pegar un palo al agua. Tercera: si esta tipa arrastra todos los días a una legión de fotógrafos que luego venden sus imágenes a las revistas que, a su vez, las compra el común de los mortales, es que el ser humano ha llegado a unas cotas de estupidez inimaginables. Por abreviar, y para no aburrir, el reportaje llevaba por título Victoria Beckham: de La Moraleja a Sunset Boulevard y versaba sobre la llegada de la madre de todas las pijas a Los Ángeles. El documental, todo hay que decirlo, de una factura impecable, estaba plagado de escenas entre absurdas e hilarantes y frases antológicas. "¿Quiere que se la dedique? ¡Ah, no!, es una firma de verdad", dice la Beckham cuando un funcionario le pide una rúbrica en su recién estrenado carnet de conducir. "No sé nada de béisbol. Sólo que llevan [los jugadores] los pantalones ajustados". "Pensé que se me iba a salir la silicona por el sobaco" (tras hacer el saque de honor en un partido de béisbol). Entre bobada y bobada, se comprueba que esta mujer vive pegada a unos tacones y unas gafas de sol (no tengo nada en contra de las mujeres que usan tacones y gafas de sol), y siempre va acompañada por su peluquero y su maquilladora. Nada más llegar a Los Ángeles contrata a una asistente personal que, lógicamente, no tiene que destacar por su belleza, digo yo que para que no se líe a su chico que, me cuentan, le he puesto los tubos a esta chica alguna que otra vez.
miércoles, 12 de septiembre de 2007
Fieles de Orio
Orio tiene fieles repartidos por todo el mundo mundial desde antes que Batista Oliden remara en sus tostas. Así que supongo que no es nada extraño acudir el domingo pasado a un funeral en Zubieta (Navarra) y ver con mis propios ojos, que diría el otro a uno de los feligreses vestido con la camiseta amarilla, publicidad oficial incluida. Los que somos de tierra adentro, o de montaña, que es lo mismo, no sabemos con quién ir en esto del remo. Mi amigo Iñaki, taxista para más señas, también es de tierra adentro, lo que no es incompatible para tener un buen puñado de amigas de costa a costa, desde Hondarribia a Muskiz. Es capaz de brindar hoy con el triunfo de Orio y mañana con el de Onddarbi. En más de una ocasión ha acudido a la segunda jornada de la Bandera de La Concha y luego, por aquello de seguir la juerga, al pueblo de la trainera ganadora. Llega incluso a conocer el nombre y primer apellido de algún arraunlari, que ya tiene su mérito, porque el remo es tan sacrificado como poco conocidos sus protagonistas. Héroes para su pueblo y anónimos para el común de los mortales. Y eso a pesar de que en los últimos años se vive una semiprofesionalización, con un ir y venir de remeros de un equipo a otro. Ya no abundan las polémicas (La Concha es un caso aparte porque siempre salta la chispa con algún asunto) y los clubes venden mejor un producto que siempre ha tenido tirón, pero que ahora vive días de vino y rosas. Sobre todo Orio, que lleva dos días de resacón.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
De profesión, padre
Un amigo, de esos que ves poco pero que cuando te lo encuentras te pasas ocho horas seguidas hablando, trabaja de padre. La mayoría ejercemos de padre. O sea, estamos con nuestros hijos cuando el tiempo nos lo permite. Él no, él trabaja. Y, además, cobra. 600 euros al mes. Su mujer trabaja en una empresa, y él digamos que es un amo de casa, si se me permite la expresión. Se ha tomado una excedencia de un año para cuidar a sus tres hijos, uno de ellos de 8 meses, y, cuando se le acabe, tiene la posibilidad de prorrogarla durante un año más. Antes trabajaba en un restaurante, ahora trabaja en casa y su jornada es agotadora. Escúchenle: "Me levanto y desayuno. Luego levanto a mis tres hijos y les doy el desayuno. Llevo a las dos mayores a la ikastola y me quedo con el pequeño. Regreso a casa y hago las típicas labores (limpiar, fregar, planchar...). Preparo la comida, le doy de comer al pequeño y vuelvo a fregar. Por la tarde voy a por las dos niñas, les doy de merendar a los tres, volvemos a casa, les baño, preparo la cena, les doy de cenar y les acuesto". Reserva una hora a la semana para ir a jugar a pala y dice que hay días que compra el periódico y no le da tiempo ni de leerlo. Paradojas de la vida, cuando cuenta que se ha tomado una excedencia para cuidar a sus hijos, mucha gente la mayoría hombres, supongo que muchas mujeres saben de qué habla le miran extrañados, como si lo suyo fuera un chollo. Un último y pequeño detalle: el amigo en cuestión vive en Sara. A efectos legales es francés. Pero ésa es otra historia. Al otro lado del Bidasoa nos llevan traineras de ventaja en conciliar la vida laboral y familiar.
lunes, 3 de septiembre de 2007
Clávame ese mosto
Domingo 19 de agosto. Mediodía. Sigue la pertinaz lluvia (un inciso para los que se incorporan tras las vacaciones. Del domingo 19 al sábado 25 no paró de jarrear). Para escapar del aguacero, una familia busca refugio en una terraza de aspecto normalito, con mesas de plástico y sin vistas. Pide permiso al camarero para tomar asiento en una de las mesas (la mayoría están reservadas para supuestos comensales) y el antipático tipo, con cara de perdonavidas, no mueve ni media ceja. "Cuatro mostos y una cerveza con limón", solicita la cabeza de familia. El menda trae cuatro mostos en vaso de tubo, con hielo y sin aceituna, y la dichosa lejía que se ha empeñado en tomar el yerno de la cabeza de familia. Llega la hora de la cuenta: 12,50 euros. A 2,50 cada consumición. Los timados no saben si levantar los brazos y empezar a gritar "Manos arriba, esto es un atraco"; dejarle al camarero una propina de 50 euros o armar el taco. Se van sin decir ni pío. Al cabo de unos días, uno de ellos telefonea a un amigo que ha servido cientos de mostos en su bar. "Yo pago a mi proveedor unos 60 céntimos por cada botella de litro de mosto". A los timados les han cobrado 2,5 euros por 25 centilitros. Bonito negocio. No diré el nombre del bar. Sólo reseñaré que se encuentra en un municipio costero de Gipuzkoa cuya trainera fue ayer tercera en La Concha, sólo diré que está ubicado en una calle con el nombre del santo que se festeja el 25 de julio, y sólo añadiré que se llama igual que el Estado que gobierna Arnold Schwarzenegger. Moraleja: cuánto daño hacen algunos hosteleros al sector.
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