de chavales había pocos
placeres culinarios más sabrosos en la merienda que comer un Tigretón,
una Pantera Rosa, un Bony o un Donut. Siempre estaba el socorrido
bocadillo de chorizo Pamplona o de mantequilla con azúcar, pero donde
esté un Tigretón, que se quite todo. Sé de una persona (mujer para más
señas) capaz de estar media hora enterita comiendo un Tigretón. Te lo
podías zampar en dos bocados, pero ella disfrutaba comiéndolo a
cachitos, para envidia insana del amigo de al lado que se lo había
engullido en medio minuto. Los cuatro productos siguen hoy en las
estanterías de los supermercados, pero uno de ellos, el Donut, se muere.
Lo explicaba el domingo La Vanguardia. Las campañas a favor de
una alimentación saludable que destierra la bollería y las grasas
industriales, y la decisión de envasar el Donut, que siempre se había
servido fresco y en el día, han acabado por llevar a Panrico casi a la
bancarrota. Eso y la pésima gestión del fondo americano de capital
riesgo que hace ocho años compró la empresa a la familia Costafreda por
la friolera de 900 millones. De los 18 millones de beneficios de 2003 ha
pasado a sufrir unas pérdidas de 229 millones. El Donut ha desaparecido
de la barra de los bares y de los desayunos y, como es habitual en
estos casos, el pato lo van a pagar los 4.000 trabajadores de Panrico.
El fondo americano acaba de presentar un plan para eliminar casi 2.000
empleos y una reducción del sueldo a los trabajadores de entre el 35% y
45%. No hay Donut que endulce tanta amargura.
viernes, 27 de septiembre de 2013
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Euskaltel Euskadi
a mediados del año pasado,
Euskaltel Euskadi anunció su continuidad en la elite durante los
próximos cuatro años (el actual y otros tres) con un nuevo proyecto, una
nueva sociedad limitada (Basque Cycling Pro Team), un mayor
presupuesto, un nuevo manager y una nueva filosofía. Año y medio
después, desaparece. No hay dinero, ni privado ni público, que sostenga
uno de los equipos más ilusionantes en la historia, no ya del ciclismo
vasco, sino del propio deporte vasco. Miles de aficionados consideran
que Euskaltel Euskadi (habrá que acostumbrarse a hablar en pasado) es la
única selección que representa oficialmente a este país en el
deporte de elite. Curiosamente, se da en un deporte como el ciclismo, en
el que se idolatra al individuo, en el que éramos o somos de Loroño, Merckx, Anquetil, Coppi, Hinault, Marino, Periko, Indurain, Beloki, Pantani o Voigt,
pero en el que, salvo excepciones, no se es seguidor de una escuadra.
Euskaltel ha roto ese y otros moldes y se ha convertido durante los
últimos 20 años en uno de los mejores escaparates publicitarios de
Euskadi. La desaparición solo se explica por la crisis y la falta de
patrocinadores, dicen quienes se mueven en las entretelas del pelotón.
Nada que oponer, salvo un pequeño detalle: ¿Cómo es posible
que, ya en plena crisis, se anunciara un proyecto a cuatro años vista, a
razón de nueve millones de euros de presupuesto por temporada, y solo
se haya cubierto una? Quizás es que hay un capítulo en este serial que
nos hemos perdido o que no nos lo han contado.
viernes, 13 de septiembre de 2013
Campeones morales
Afirmaba hace unos días Jordi Évole en un artículo en El Periódico, que la cuenta atrás que TVE
colocó en una esquina de la pantalla en los días previos a la elección
de la sede de los JJOO de 2020 finalizaba el sábado a las 22.30 horas. O
sea, que se daba por descontado que Madrid superaría la primera
votación a eso de las 21.00 horas. El pequeño detalle no es más que una
muesca más del típico desprecio al rival del que históricamente han
hecho gala no pocos medios de comunicación españoles, con la prensa
deportiva a la cabeza. ¿Estambul? ¿Tokio? ¿Moros? ¿Japos? La olímpica
falta de respeto al adversario es tan común como la prepotencia que
exhiben a menudo. No hay más que seguir la trayectoria del Real Madrid
en su afán por conseguir la décima Copa de Europa y leer y escuchar a
comentaristas convertidos en hooligans para encontrar un
paralelismo con lo ocurrido con la candidatura de Madrid. Somos los
mejores y no hay dios que nos tosa. Ocurría también con la selección de
fútbol hasta que ganó la Eurocopa, encontró un estilo de juego y se
asoció a la mejor generación de peloteros de su historia. Habitualmente
(ahora también ha ocurrido con Madrid 2020) se recurre al enemigo
exterior para explicar las derrotas, ya sea el árbitro, la FIFA, la
Pérfida Albión o el Tassotti de turno. Ocurre en el fútbol, pero
también en deportes como la Fórmula Uno, hasta el punto de que esta
temporada se diría que el Ferrari de Fernando Alonso es un Seat 600 cualquiera. Así que, de derrota en derrota, Madrid 2020 ha engrosado el amplio palmarés de campeones morales.
viernes, 6 de septiembre de 2013
Manías
El ser humano es un animal
de costumbres. Somos capaces de levantarnos todos los días por el mismo
lado de la cama, desayunar el mismo número de galletas, tomar el
cortado en la misma mesa del bar de la esquina, leer siempre el
periódico de atrás hacia adelante, pagar en la misma cabina de peaje,
aparcar en el mismo lugar (si es que está libre) y desplazarnos hasta la
puerta de acceso al trabajo por idéntico camino que el día anterior.
Todos ejercemos alguna vez de Jack Nicholson en Mejor... imposible.
Quien osa sentarse en el trozo de banco del vestuario en el que todos
los días te cambias de ropa recibirá una de esas miradas que matan.
Tenemos incluso nuestras prendas fetiche (la camiseta de Toshack o la gabardina de Irureta
son dos buenos ejemplos), nuestros lugares de paso prohibidos (nunca
camines por debajo de un andamio) o manías como aquella de un exjugador
de la Real que nunca volvía a las instalaciones de Zubieta nada más
abandonarlas, ni aunque se le hubiera olvidado el neceser. Estamos
rodeados de manías por todos lados, pero he aquí un caso único: Txomin.
Sanmarcialero de pro, cada 30 de junio se levanta a las tres de la
mañana para acudir a la Diana de Villarrobledo que la Banda de
Música de Irun interpreta a las seis. Por aquello de dejarlo todo atado y
por si acaso se tuerce la cosa y entran las prisas, la víspera, el día
de San Pedro, antes de acostarse cumple un ritual: deja el café con
leche ya preparado en el microondas, coloca la pasta de dientes en el
cepillo y reserva cuatro pliegues de papel higiénico junto a la taza del
váter. Genio y figura.
miércoles, 4 de septiembre de 2013
KERS
amigo conductor, te pongas
como te pongas, si circulo por la variante de Donostia a 80 km/h y
estoy adelantando a otro vehículo, no puedes ir a más velocidad, no me
puedes ni debes adelantar. No pegues tu morro a mi culo. No me hagas
aspavientos, ni ráfagas con las luces, ni sueltes exabruptos. Te pongas
como te pongas, el límite está en 80 km/h. Dos conclusiones no
demostradas científicamente he sacado desde que estalló la crisis y
desde que entró en vigor el carné por puntos. Con la recesión, ha
aumentado el número de multas que nos ponen las autoridades. Que levante
la mano el que no haya recibido una sanción en los últimos cinco años. Y
desde que se estrenó el sistema de puntos, ya no se pisa tanto el
acelerador. Podemos combinar ambas apreciaciones y nos darían el mismo
resultado. Pese a todo, sigue habiendo buenos puñados de conductores que
circulan según sus propias reglas. El cagaprisas es
particularmente pesado. Se trata de aquel automovilista que, cuando el
semáforo está en rojo y él se encuentra en la tercera fila de la
parrilla de salida, tiene la velocidad de reacción de un atleta de 100
metros lisos. Una milésima de segundo después de que el semáforo se
ponga en verde, él ya ha hecho sonar el claxon. Luego está el conductor safety car.
Este es aquel que llega a los tramos de radar en plan Fittipaldi,
reduce la velocidad y, cuando ya está lejos del alcance de la máquina,
mete el KERS, cual Fernando Alonso. Que hasta aquí quería llegar yo para poner la negrita y que me leyeran en Alonsotel, ese nuevo equipo ciclista que nacerá en 2014.
lunes, 2 de septiembre de 2013
Afición o devoción
Para un aficionado al remo
y a la Real solo hay un domingo de septiembre que supera al de ayer: el
segundo domingo de septiembre, salvo que, como este año, la segunda
jornada de la Bandera de La Concha coincida con una jornada de descanso
en la Liga. Si uno es, además, hincha txuri-urdin y seguidor de la Ama Guadalupekoa, está que lo peta.
Y ya no digo nada si cumple la trilogía de ser de la Real, de la
trainera de Hondarribia y desfila en el Alarde. El próximo domingo, como
si lo anunciaran los mayas, se cae el mundo. Nunca en la historia se ha
dado la coincidencia de que la Ama Guadalupekoa gane el trapo
más prestigioso de la temporada en el día grande de las fiestas de la
localidad. No es que pueda arder Troya si los de Mikel Orbañanos
ganan la bandera, es que mismamente la ciudad se va a bañar en cava.
Para un hondarribiarra, si todo sale redondo, seguramente ese domingo es
el colmo de la felicidad. Después de tamaña concatenación de
acontecimientos, ya puede morir tranquilo. No digamos para el presidente
del club, Joxemi Elduaien, que, a no ser que tenga el don de la ubicuidad, no podrá estar en los dos sitios a la vez. A la misma hora que la Ama Guadalupekoa
se jugará La Concha, Elduaien, capitán de la compañía Beti Gazte (no
confundir con el club del mismo nombre de Lesaka), tiene cita en la
ermita de Guadalupe para renovar el anual voto a la virgen del mismo
nombre. Se encuentra entre la afición y la devoción. Por si acaso, no
diremos cuál es el club de fútbol de sus amores.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)