viernes, 27 de septiembre de 2013

Amargo Donut

de chavales había pocos placeres culinarios más sabrosos en la merienda que comer un Tigretón, una Pantera Rosa, un Bony o un Donut. Siempre estaba el socorrido bocadillo de chorizo Pamplona o de mantequilla con azúcar, pero donde esté un Tigretón, que se quite todo. Sé de una persona (mujer para más señas) capaz de estar media hora enterita comiendo un Tigretón. Te lo podías zampar en dos bocados, pero ella disfrutaba comiéndolo a cachitos, para envidia insana del amigo de al lado que se lo había engullido en medio minuto. Los cuatro productos siguen hoy en las estanterías de los supermercados, pero uno de ellos, el Donut, se muere. Lo explicaba el domingo La Vanguardia. Las campañas a favor de una alimentación saludable que destierra la bollería y las grasas industriales, y la decisión de envasar el Donut, que siempre se había servido fresco y en el día, han acabado por llevar a Panrico casi a la bancarrota. Eso y la pésima gestión del fondo americano de capital riesgo que hace ocho años compró la empresa a la familia Costafreda por la friolera de 900 millones. De los 18 millones de beneficios de 2003 ha pasado a sufrir unas pérdidas de 229 millones. El Donut ha desaparecido de la barra de los bares y de los desayunos y, como es habitual en estos casos, el pato lo van a pagar los 4.000 trabajadores de Panrico. El fondo americano acaba de presentar un plan para eliminar casi 2.000 empleos y una reducción del sueldo a los trabajadores de entre el 35% y 45%. No hay Donut que endulce tanta amargura.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Euskaltel Euskadi

a mediados del año pasado, Euskaltel Euskadi anunció su continuidad en la elite durante los próximos cuatro años (el actual y otros tres) con un nuevo proyecto, una nueva sociedad limitada (Basque Cycling Pro Team), un mayor presupuesto, un nuevo manager y una nueva filosofía. Año y medio después, desaparece. No hay dinero, ni privado ni público, que sostenga uno de los equipos más ilusionantes en la historia, no ya del ciclismo vasco, sino del propio deporte vasco. Miles de aficionados consideran que Euskaltel Euskadi (habrá que acostumbrarse a hablar en pasado) es la única selección que representa oficialmente a este país en el deporte de elite. Curiosamente, se da en un deporte como el ciclismo, en el que se idolatra al individuo, en el que éramos o somos de Loroño, Merckx, Anquetil, Coppi, Hinault, Marino, Periko, Indurain, Beloki, Pantani o Voigt, pero en el que, salvo excepciones, no se es seguidor de una escuadra. Euskaltel ha roto ese y otros moldes y se ha convertido durante los últimos 20 años en uno de los mejores escaparates publicitarios de Euskadi. La desaparición solo se explica por la crisis y la falta de patrocinadores, dicen quienes se mueven en las entretelas del pelotón. Nada que oponer, salvo un pequeño detalle: ¿Cómo es posible que, ya en plena crisis, se anunciara un proyecto a cuatro años vista, a razón de nueve millones de euros de presupuesto por temporada, y solo se haya cubierto una? Quizás es que hay un capítulo en este serial que nos hemos perdido o que no nos lo han contado.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Campeones morales

Afirmaba hace unos días Jordi Évole en un artículo en El Periódico, que la cuenta atrás que TVE colocó en una esquina de la pantalla en los días previos a la elección de la sede de los JJOO de 2020 finalizaba el sábado a las 22.30 horas. O sea, que se daba por descontado que Madrid superaría la primera votación a eso de las 21.00 horas. El pequeño detalle no es más que una muesca más del típico desprecio al rival del que históricamente han hecho gala no pocos medios de comunicación españoles, con la prensa deportiva a la cabeza. ¿Estambul? ¿Tokio? ¿Moros? ¿Japos? La olímpica falta de respeto al adversario es tan común como la prepotencia que exhiben a menudo. No hay más que seguir la trayectoria del Real Madrid en su afán por conseguir la décima Copa de Europa y leer y escuchar a comentaristas convertidos en hooligans para encontrar un paralelismo con lo ocurrido con la candidatura de Madrid. Somos los mejores y no hay dios que nos tosa. Ocurría también con la selección de fútbol hasta que ganó la Eurocopa, encontró un estilo de juego y se asoció a la mejor generación de peloteros de su historia. Habitualmente (ahora también ha ocurrido con Madrid 2020) se recurre al enemigo exterior para explicar las derrotas, ya sea el árbitro, la FIFA, la Pérfida Albión o el Tassotti de turno. Ocurre en el fútbol, pero también en deportes como la Fórmula Uno, hasta el punto de que esta temporada se diría que el Ferrari de Fernando Alonso es un Seat 600 cualquiera. Así que, de derrota en derrota, Madrid 2020 ha engrosado el amplio palmarés de campeones morales.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Manías

El ser humano es un animal de costumbres. Somos capaces de levantarnos todos los días por el mismo lado de la cama, desayunar el mismo número de galletas, tomar el cortado en la misma mesa del bar de la esquina, leer siempre el periódico de atrás hacia adelante, pagar en la misma cabina de peaje, aparcar en el mismo lugar (si es que está libre) y desplazarnos hasta la puerta de acceso al trabajo por idéntico camino que el día anterior. Todos ejercemos alguna vez de Jack Nicholson en Mejor... imposible. Quien osa sentarse en el trozo de banco del vestuario en el que todos los días te cambias de ropa recibirá una de esas miradas que matan. Tenemos incluso nuestras prendas fetiche (la camiseta de Toshack o la gabardina de Irureta son dos buenos ejemplos), nuestros lugares de paso prohibidos (nunca camines por debajo de un andamio) o manías como aquella de un exjugador de la Real que nunca volvía a las instalaciones de Zubieta nada más abandonarlas, ni aunque se le hubiera olvidado el neceser. Estamos rodeados de manías por todos lados, pero he aquí un caso único: Txomin. Sanmarcialero de pro, cada 30 de junio se levanta a las tres de la mañana para acudir a la Diana de Villarrobledo que la Banda de Música de Irun interpreta a las seis. Por aquello de dejarlo todo atado y por si acaso se tuerce la cosa y entran las prisas, la víspera, el día de San Pedro, antes de acostarse cumple un ritual: deja el café con leche ya preparado en el microondas, coloca la pasta de dientes en el cepillo y reserva cuatro pliegues de papel higiénico junto a la taza del váter. Genio y figura.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

KERS

amigo conductor, te pongas como te pongas, si circulo por la variante de Donostia a 80 km/h y estoy adelantando a otro vehículo, no puedes ir a más velocidad, no me puedes ni debes adelantar. No pegues tu morro a mi culo. No me hagas aspavientos, ni ráfagas con las luces, ni sueltes exabruptos. Te pongas como te pongas, el límite está en 80 km/h. Dos conclusiones no demostradas científicamente he sacado desde que estalló la crisis y desde que entró en vigor el carné por puntos. Con la recesión, ha aumentado el número de multas que nos ponen las autoridades. Que levante la mano el que no haya recibido una sanción en los últimos cinco años. Y desde que se estrenó el sistema de puntos, ya no se pisa tanto el acelerador. Podemos combinar ambas apreciaciones y nos darían el mismo resultado. Pese a todo, sigue habiendo buenos puñados de conductores que circulan según sus propias reglas. El cagaprisas es particularmente pesado. Se trata de aquel automovilista que, cuando el semáforo está en rojo y él se encuentra en la tercera fila de la parrilla de salida, tiene la velocidad de reacción de un atleta de 100 metros lisos. Una milésima de segundo después de que el semáforo se ponga en verde, él ya ha hecho sonar el claxon. Luego está el conductor safety car. Este es aquel que llega a los tramos de radar en plan Fittipaldi, reduce la velocidad y, cuando ya está lejos del alcance de la máquina, mete el KERS, cual Fernando Alonso. Que hasta aquí quería llegar yo para poner la negrita y que me leyeran en Alonsotel, ese nuevo equipo ciclista que nacerá en 2014.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Afición o devoción

Para un aficionado al remo y a la Real solo hay un domingo de septiembre que supera al de ayer: el segundo domingo de septiembre, salvo que, como este año, la segunda jornada de la Bandera de La Concha coincida con una jornada de descanso en la Liga. Si uno es, además, hincha txuri-urdin y seguidor de la Ama Guadalupekoa, está que lo peta. Y ya no digo nada si cumple la trilogía de ser de la Real, de la trainera de Hondarribia y desfila en el Alarde. El próximo domingo, como si lo anunciaran los mayas, se cae el mundo. Nunca en la historia se ha dado la coincidencia de que la Ama Guadalupekoa gane el trapo más prestigioso de la temporada en el día grande de las fiestas de la localidad. No es que pueda arder Troya si los de Mikel Orbañanos ganan la bandera, es que mismamente la ciudad se va a bañar en cava. Para un hondarribiarra, si todo sale redondo, seguramente ese domingo es el colmo de la felicidad. Después de tamaña concatenación de acontecimientos, ya puede morir tranquilo. No digamos para el presidente del club, Joxemi Elduaien, que, a no ser que tenga el don de la ubicuidad, no podrá estar en los dos sitios a la vez. A la misma hora que la Ama Guadalupekoa se jugará La Concha, Elduaien, capitán de la compañía Beti Gazte (no confundir con el club del mismo nombre de Lesaka), tiene cita en la ermita de Guadalupe para renovar el anual voto a la virgen del mismo nombre. Se encuentra entre la afición y la devoción. Por si acaso, no diremos cuál es el club de fútbol de sus amores.