Adur, una inmobiliaria vizcaina, lleva unos meses aplicando en sus documentos el abc que impulsa Lectura Fácil Euskadi, una entidad que traduce, descifra los textos que nos resultan incomprensibles, desde contratos de arrendamiento a escrituras y actas de comunidades de vecinos. Para entendernos, ponen negro sobre blanco aquello que ni usted ni yo logramos entender. El día a día está repleto de trámites, búsquedas y burocracias varias que nos desesperan con sus tecnicismos para expertos en la materia. No entendemos ni “papa” de las características de la tablet que queremos comprar, nos suenan a chino todas las excelencias delsmart TV, nos perdemos cuando el mecánico nos dice que se ha roto la junta de culata y nos quedamos mudos cuando el técnico del gas nos describe la avería de la caldera. Por no hablar de las facturas de la luz, del gas y del móvil, que están redactadas para que no comprendamos nada y miremos solo el importe. Si no eres lego en la cuestión, es inútil tratar de descodificar todos los conceptos del recibo. Y por mucho que se empeñen los bancarios, nunca nos acostumbraremos a entender qué es el TAE y seguiremos leyendo hasta cinco veces los autos y las sentencias de los señores magistrados (memorable el auto de hace unos días del caso Fagor). En román paladino resultan más comprensibles.
viernes, 27 de junio de 2014
viernes, 20 de junio de 2014
Silencio, se juega
Si tiene oportunidad y sintoniza en su televisor la cadena TF1, no se
pierda hoy el Suiza-Francia. Más que nada para ver que otra
retransmisión de partidos es posible. Los comentaristas del canal
francés son a los de Mediaset lo que Arsène Wenger a José Antonio
Camacho. No radian los partidos, hablan de manera pausada, realizan las
apreciaciones técnicas justas y, lógicamente, sueltan el clásico "But"
cada vez que se marca un gol, pero sin más estridencias. Bixente
Lizarazu y el mencionado Wenger aportan sus conocimientos y Christian
Jeanpierre se encarga de la narración. Descubrirán que cada cierto
tiempo, los tres callan y dejan que el telespectador vea el partido y
solo escuche el sonido ambiente. Que fluya el fútbol. Silencio, se
juega.
El show debe continuar
Prueben a estrechar la mano a 2.500 personas, una por una, puestas en fila india, durante dos largas horas y comprobarán que eso de ser rey tiene que ser durillo. De sufrir una tendinitis, oiga. Venga a sacar la mano, y venga fotos, y venga reverencias, y venga medias conversaciones, y venga felicitaciones... Durillo, durillo. Como una boda, pero multiplicado por mil. De toda la pompa que envolvió los fastos de la familia Disneyland, lo del besamanos debe de ser la madre de todas las recepciones. Uno tras otro desfilando delante de El Preparado y la doña. Tremendo. DesdeTiana y El Sapo no veía cosa igual. Estamos acostumbrados a que la familia real española reciba lisonjas por doquier, pero lo de ayer ya es inenarrable. Digo yo que ahora vendrá una gira, como las estrellas del pop, y cuando escampe volverán a sus quehaceres habituales. O sea, las recepciones oficiales, la inauguración de exposiciones, las visitas a niños enfermos en hospitales y la presidencia de desfiles militares. Algún encargo empresarial con los amigos jefes también caerá, pero de eso ni usted ni yo sabremos ni mú. Secretos de Estado le llaman. Lo importante es que el show no decaiga. El show debe continuar. Pues eso, que la Leti iba toda guapa de blanco roto en verano crepé. Toma ya.
jueves, 19 de junio de 2014
Alemania txapeldun
Lo escribo a falta de 18 días para que se celebre la final en Maracaná: Alemania ganará el Mundial. Y no lo digo porque sea mi favorita en la porra ni por simpatía con los teutones ni porque mi primo Thomas Müller se hinchara el lunes a marcar txitxarros. Alemania suma ya 24 años sin levantar el trofeo de oro de 18 quilates y lleva ya unos cuantos años amagando con conquistar un gran torneo. Si no fue casualidad que la selección española alcanzara la cúspide del fútbol en paralelo al juego de salón que desplegaba el Barça de Guardiola, tampoco es casual que el combinado germano haya reunido a una de sus mejores generaciones al cobijo de los éxitos del Borussia Dortmund y, sobre todo el Bayern de Múnich. Tienen hambre de títulos, y se nota. Serán campeones.
viernes, 13 de junio de 2014
Profesores con plus
Desde parvulitos (hoy
Educación Infantil) hasta acabar la carrera universitaria, son ingentes
las horas que dedicamos a la educación y la formación. Si cada curso
tiene un mínimo de 175 días lectivos y estudiamos durante 18 años, nos
vamos a 3.150 jornadas y más de 22.000 horas, sin contar los recreos,
los deberes, las horas en la cafetería o las largas tardes tumbados a la
bartola. O sea, que salvo que estudiemos Medicina, superados los veintipocos años
hemos metido ya unas cuantas horas en las aulas. Acabada la carrera,
que no la formación, descubres que en tres meses de trabajo aprendes más
que en un año en la universidad. La escuela de la vida le llaman. Lo
que no sabíamos era la influencia que pueden tener los profesores en
nuestras vidas. Un buen profesor te alegra la vida y uno malo te la
arruina. No lo digo yo. Lo dice el economista Raj Chetty, que explicaba
hace unos días en La Vanguardia que "él éxito en la vida
depende en gran parte de si tuviste buenos profesores. Un solo profesor
de valor añadido aumenta tus ingresos durante tu vida en 36.000 euros".
Según su teoría, corroborada con miles de estadísticas, una promoción de
alumnos con un profesor de "valor añadido" gana más dinero y está menos
expuesta a embarazos adolescentes o a la delincuencia juvenil. Y usted,
¿tuvo buenos profesores?
viernes, 6 de junio de 2014
720.000 euros
El 4 de abril de 1995, un exjefe de Deportes me mandó cubrir una conferencia de Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol, en la Universidad de Deusto, en Bilbao. Algo que debía ser rutinario se convirtió en un marroncete. El bueno de Villar no tiene precisamente facilidad de palabra, así que martilleó al auditorio con un tostonazo de charla en la que iba leyendo uno a uno el montón de folios que llevaba escritos desde casa. Cuando te envían a un acto de este tipo, lo peor es regresar luego a la redacción y comprobar que no tienes un titular que resuma semejante truño. Salí del apuro con una frase de Villar que venía a decir que algún día la selección española (por entonces la campeona moral de todo) ganaría un Mundial. Como adivino, no tiene precio. España ganó la Copa del Mundo 15 años después. Villar lleva camino de batir el récord de permanencia en el cargo del Borbón campechano. 28 añitos ya al frente de la Federación. Y de pasta no anda mal. Maneja un presupuesto de 150 millones de euros y ha acordado con los jugadores de la selección que les gratificará con 720.000 euros por barba si conquistan otra vez el Mundial. Es un 20% más que la recompensa que recibieron por ganar en Sudáfrica. Una subida del IPC proporcional al momento que vive el país.
jueves, 5 de junio de 2014
Aduladores
Durante la carrera universitaria, en el piso de estudiantes solíamos echar risas cada vez que el ínclito José María García se refería a Juan Carlos I como "el primero de los españoles". Supergarcía creó a lo largo de su trayectoria un muestrario de muletillas que repetía día tras día en sus peroratas. Si tiran de memoria, recordarán que su particular abecedario estaba repleto de frases y términos con los que descalificaba a sus rivales (chupópteros, correveidiles, estómagos agradecidos, tribuletes del pesebre...) y que había dos palabras que usaba habitualmente para referirse a los pelotas: abrazafarolas y lametraserillos. Desde el pasado lunes se han escrito toneladas de textos sobre la renuncia del monarca. En no pocos comentarios e informaciones la adulación hacia el rey ha sido tan excesiva que ha rozado (en algún caso superado) el ridículo. Se diría que la opinión publicada no coincide con la opinión pública. O que el apoyo del 90% de los votos que recibirá la proclamación de Felipe VI en el Congreso de los Diputados no se corresponde con la realidad de la calle. Buena parte de la ciudadanía ve en la monarquía una institución anacrónica y trasnochada que vive en una permanente burbuja de papel couché.
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