Me llaman de casa y me preguntan si sé qué marcas de aceite de girasol están contaminadas. Es lo que tiene ser periodista. Todo el mundo te hace preguntas sobre todo lo que se menea por ahí, porque se supone que sabes de todito, todo. Te preguntan desde qué sabes sobre la última ocurrencia de Iñaki Badiola (hombre recurrente en todas las conversaciones) hasta si conoces la composición del Consejo General del Poder Judicial, eso de lo que tanto se escribe y tan poco importa al común de los mortales. Si por alguna razón pones cara de póker y no sabes responder a la cuestión, te sueltan eso de: "Jodé, ¿y tú eres periodista?". El abogado sabe de Derecho; el albañil, de encofrados; el electricista, de enchufes; y el cocinero, de materia prima. El periodista es un sabelotodo. Así que yo debería saber qué marcas de aceite de girasol están contaminadas con hidrocarburos alifáticos. Pues va a ser que no. No sé qué marcas están contaminadas porque el ministro de Sanidad, Bernat Soria, me ha hecho un lío. Si, según dice, el consumidor puede estar tranquilo porque en el Estado no ha entrado ninguna de las partidas de aceite contaminado procedentes de Ucrania, ¿por qué recomienda a las grandes y no tan grandes cadenas de alimentación que retiren este producto de sus estanterías? ¿Cómo se come eso? ¿Puedo consumir la botella que compré el viernes en el súper o lo mismo me da un yuyu que me lleva al otro barrio? Se me aclare, señor Soria, que tengo que contestar a la pregunta de las marcas.
lunes, 28 de abril de 2008
domingo, 27 de abril de 2008
Los 400 euros de Sanz
SI pasan (que viene de pasota) de esta página y se van a la siguiente, verán que el artículo de Miguel Sánchez Ostiz versa sobre la última frase antológica e hiperbólica de su tocayo Miguel Sanz. Si se quedan en este rincón, verán que el menda también quiere hablar del cejijunto presidente de la comunidad foral, navarra y española, que diría el susodicho. Resulta que Sanz dijo el pasado martes, en uno de esos arranques tan suyos, tan de hombre del pueblo y para el pueblo, que la devolución de 400 euros en la declaración del IRPF, que Rodríguez Zapatero prometió en plena orgía de campaña electoral, "no van a servir más que para una cena y poco más". ¡Rediez! ¿En qué templos gastronómicos cena este hombre? Yo con 400 euros tengo para unas cuantas cenas. Y no te digo ya si hablo de comidas, que suelen ser incluso más baratas. Le llevo a Sanz a comer donde Batis, y tenemos para más de dos meses, amigo. He echado mano de la calculadora y al precio que nos pone Batis el menú del día (creo que 5,70 euros sin café ni copa ni puro, muy módico, ya lo ven, y eso que estamos en Donosti), tenemos para más de dos meses de toma pan y moja (70,1 días, exactamente. No sé cómo medir lo del decimal). O sea, que 400 euros, bien administrados, dan para mucho, Miguel. Otra cosa es que la medida fiscal de los 400 euros sea puro maquillaje, puro populismo político. Pero es que a Sanz se le va la boca. Al día siguiente de tan xelebre afirmación, Sanz dijo que era una "figura literaria". Si es que es un poeta. Un incomprendido poeta. Un figura.
jueves, 24 de abril de 2008
El afilador
El otro día estuvo por el barrio el afilador. Hacía tiempo que no aparecía este buen hombre. Tanto que ahora llega en coche y no en la destartalada motocicleta que usaba hasta hace unos años. Un Peugeot 309 rojo, para más señas. Lo que no ha cambiado es el chiflo, ese sonido tan característico que alguien tendría que patentar. Como no puedo reproducir las notas musicales del chiflo (seguro que más de uno las conoce), al menos recuerdo la frase que soltaba el afilador por el megáfono mientras recorría el barrio: "Se afilan cuchillos, hachas, machetes, azadas, navajas y toda clase de utensilios de cocina". Ni que decir tiene que dio la vuelta al ruedo y no bajó ni un solo vecino. Y no porque no tuvieran cuchillos para afilar, sino porque a esa hora estaban todos en el curro. Así que el afilador se fue sin ver un chavo y trajo lluvia, que ése es otro cantar. Cuenta la leyenda que cada vez que viene este hombre, llueve. Supongo que el suyo es un oficio en peligro de extinción en estos tiempos que corren. También el del tío que recoge o recogía colchones. Profesiones con poco futuro en esta sociedad que no necesita afilar cuchillos porque los puede comprar a montones coleccionando los cupones de un periódico. El afilador desaparece al mismo tiempo que crecen como champiñones los centros comerciales, esos templos que parecen todos iguales. El último acaba de inaugurarse en Portugalete. Se llama Ballonti y, según el Gobierno Vasco, es el último que se abrirá en Euskadi. ¿Tienen un hueco para el afilador?
viernes, 18 de abril de 2008
Yo flipo, tú flipas
El lenguaje de la calle evoluciona a tal ritmo y con expresiones que nos suenan tan extrañas que, como tengas más de 30 años, te pillan a contrapié. Te quedas en fuera de juego, o mejor out, que queda como más fashion. Expresiones como "qué guay" o "me las piro" parecen sacadas de la Edad de Hierro. Ahora la peña se arranca con unas frases que necesitan traducción. Esta que sigue la escuché hace ya un año y tuve que pedir auxilio para entenderla. "Uxoa le mete fichas a Xabi a mogollón". ¿Einnn? Os sea, que la tal Uxoa echa los tejos al tal Xabi. Pero las hay más rebuscadas. Hace unos días, El País incluía esta otra frase en una información sobre un seminario sobre el español en San Millán de la Cogolla: "Es un mojón hacer una operación gamba con esa churri". Traducción: "Es una tontería ligar con esa chica que está muy buena pero es fea de cara". Pero hay más. A los adolescentes, y a los no tan adolescentes, los padres les rayan si les dan la txapa. Y cuando van de fiestuki o de baretos, les da el bajón porque se pillan tal pedo que echan las peras al tercer periflú en la discoteque a la que entran por la patilla. Y no te digo nada si en mitad del bailongo a uno la novia le pone los tochos con un amiguete. Entonces, el cornudo le mete dos yoyas al susodicho y se abre en su coche tuneau, no vaya a ser que el chorbo saque la cheira. Así que nada, amigos, hay que estar al loro porque entre los sms que no entiendes y tienes que descifrar, y las expresiones que no has escuchado en tu vida, se te queda una cara de empanado quepaqué.
Sube la gasolina
Medianoche del martes. Miro el salpicadero del coche y el jodío contador de la gasolina, o como se diga en la jerga de los automóviles, está en reserva. Paro en la estación de servicio de Puntxas que, increíblemente, no está repleta de camiones. No hay ni uno. Sale Germán y, casi sin tiempo para saludarnos, me suelta: "Llegas a puntito de que cambie el precio de la gasofa". Ya es casualidad. Esa noche la gasolina subió un centimillo, que parece una nimiedad pero supongo que es una cantidad que aporta pingües beneficios, no a los dueños de las gasolineras, sino a los grandes magnates del petróleo. El bueno de Germán me explica que el precio que marcan los surtidores sube o baja, mayormente sube, de manera automática. Él no toca una tecla. Lo hace un ordenador, véte tú a saber desde dónde. Y me explica una teoría muy razonable sobre la subida del coste de los carburantes. "La gasolina sube de precio dos o tres días antes de las vacaciones de Semana Santa, antes de las vacaciones de verano y antes de que la gente se vaya de puente". No recuerdo el precio que marcaba el lunes la gasolina diésel. Creo que 1,14 o algo así. El caso es que Germán, que como gasolinero vale un potosí, pronostica que en julio el gasoil se habrá puesto ya por las nubes, que es lo mismo que decir que costará 1,2 euros (200 pesetillas de nada). Tiempo al tiempo. ¡Ay pobres de nosotros que compramos un coche con motor diésel porque consumía menos y el gasoil era más barato que la gasolina! ¡Ay pobres de nosotros que hace nada nos tirábamos una semana sin repostar con 2.000 pelillas!
jueves, 10 de abril de 2008
Infieles
Siempre me ha llamado la atención la facilidad que tienen algunas instituciones para realizar sesudos estudios sobre temas más bien banales. Las universidades de Durham, Aberdeen y Saint Andrews han publicado una investigación que concluye que basta mirar el rostro de una persona para saber si es proclive a ser infiel o está dispuesta a mantener un largo noviazgo. ¿Cómorrrr?, que diría Chiquito. Pues eso, que miras al de enfrente y ya sabes si es un pendón verbenero o si te vas con él hasta la muerte. ¿Que cómo se sabe eso? Pues porque, según los sagaces científicos, los varones más dados a tener relaciones esporádicas tienen la mandíbula cuadrada, la nariz grande y los ojos pequeños. Y las mujeres que gustan de ligar (hoy sí y mañana también, hoy contigo y mañana conmigo, "se perciben como más atractivas" (esto es textual del informe). Parece un estudio sin importancia, pero no. Ayer, esta noticia, publicada en la edición impresa de El Mundo, era la más visitada en la web del citado periódico (la segunda era un artículo sobre El orgasmo múltiple masculino (sic). Otro día ya hablaremos de qué consideramos importante los periodistas y qué es realmente lo que leen los internautas. Volvamos al asunto. Si es usted mujer, mire al compañero de trabajo que tiene a su lado y compruebe si tiene la mandíbula cuadrada (¿hay mandíbulas cuadradas?), la nariz grande (en este país abundan) y los ojos pequeños. Si reúne todas las características, ese tío tiene un lío en cada puerto. Sepa también que los tipos con más testosterona son más promiscuos. Pero, ¿cómo se mide la testosterona?
lunes, 7 de abril de 2008
El embarazado
Confundido me tiene el tal Thomas Beatie. No sé si es hombre, mujer, homosexual, heterosexual, hemafrodita, transexual, lesbiana, lesbiano, metrosexual, cibersexual o un producto de laboratorio. Una pena que no se puedan acompañar las palabras de este espacio con fotografías. Porque en este caso una imagen vale más que mil palabras. Si no lo han visto, se lo describo. Thomas (antes era una guapa hawaiana llamada Tracy Lagordino) tiene cara de buen chaval, barbita y una kupela de txikitero de aúpa. Con la diferencia de que no luce barriguita por empinar el codo con Riojas, sino que el tipo está embarazau... y de seis meses. La madre que le ha parido. La foto, la verdad, impresiona. Thomas tiene 34 años y hace diez decidió que quería vozarrón y pelo en pecho, en lugar de un par de marmitas, que diría un cuñau. Así que se puso hasta arriba de testosterona, se operó los senos hasta convertirlos en planos, planísimos, y pasó a ser un hombre, reconocido legalmente en Oregón, en los USA. Thomas conservó su aparato reproductor femenino por si acaso algún día tenía que echar mano (con perdón). Y como su media naranja no podía concebir más hijos (tenía dos de un matrimonio anterior) debido a una enfermedad, el bueno, o buena, de Thomas se sometió a una inseminación artificial y cuenta los días que le quedan para alumbrar una criatura. Así que Thomas no ha hecho sino confirmar lo que muchos hombres hemos dicho siempre a nuestras mujeres: "Algún día podremos parir". Por cierto, será niña.
viernes, 4 de abril de 2008
Cuevas y cuevas
Desde nuestra más tierna infancia se nos educa en la cultura de la visita a las cuevas. Digo yo que será por conocer los orígenes, usos y costumbres de nuestros antepasados. Y porque es una manera de poner en práctica la teoría que nos explicaban en clase. En la antigua EGB no había excursión de fin de curso sin visita a una cueva. Así que llegas a una edad en la que tú te conviertes en guía de tus infantes. Sobre todo si llegan las vacaciones, mayormente las de Semana Santa, llueve a cántaros y no tienes donde caer muerto con toda tu tropa. Así que sumergirte en una gruta es todo un planazo. Como profano en la materia, entiendo que hay cuevas y cuevas. O sea. Hay cuevas imposibles de visitar (Ekain) porque se privilegia su lógica conservación, y otras sobrexplotadas hasta la saciedad. Me pararé en estas últimas y, más en concreto, en las de Betharram, al ladito de Lourdes. No posee pinturas rupestres sino formaciones producto de la erosión, y se recorre (por este orden) a pie, en un barco-dragón y en un tren txu txu. Un guía calado con una txapela tipo Marianico El Corto te describe todo amable las características de la cueva, te explica que la erosión, las estalagmitas y las estalactitas dibujan todo tipo de figuras (perros, las caderas de una mujer, una marmota, arañas, un cocodrilo, Santa Claus y si me apuran hasta Cachuli con sus mariachis) y repite una y otra vez: "Formación calcárea natural" (pronúnciase con la rrrrr francesa). Lo dice tantas veces que la cueva llega a perder su encanto.
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