sábado, 5 de abril de 2025

Másters

En nuestros tiempos universitarios, la mayoría de carreras tenían una duración de cinco años. Medicina era y sigue siendo una excepción (son seis años), pero Ciencias de la Información, que así se llamaba lo que comúnmente conocemos como Periodismo, eran cinco. El Plan Bolonia redujo las carreras a cuatro años y empezaron a brotar los másters como setas. A riesgo de pecar de razonamiento simplista, un máster viene a ser aquel quinto año que se eliminó, con la diferencia de que el estudiante elige ahora en qué materia se quiere especializar. El máster es opcional y supongo que, como en botica, los hay buenos, regulares y pésimos. Las universidades, sobre todo las privadas, han encontrado en los másters un filón que explotan hasta la saciedad. Como te descuides y rellenes un formulario mostrando interés por un máster, te bombardean con correos electrónicos y llamadas de teléfono, cual comercial que te vende un seguro de vida, un móvil o un descuento en la factura de la luz y el gas. Unas prácticas en las que no importa tanto el contenido del máster sino el componente económico: cuánto cuesta y cómo lo puedes pagar. Incluso, ¡oh sorpresa!, te ofrecen pagarlo en cómodas cuotas con un banco amigo. La educación convertida en un mercado persa.

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