Con fina ironía y un punto de elegancia, el Ayuntamiento de Goizueta publicó hace unos días este mensaje en Facebook: “Vemos que faltan algunas fotos de la carrera del domingo. Aquí añadimos, para que veáis cómo quedó nuestra zona. Y esto, ¡solo en 3 kms! Nos hemos dado cuenta de que tenéis mucha pasión por el ciclismo, pero, ¡qué poca por la naturaleza y nuestro entorno! Ahí también habrá de todo, gente concienciada y sin concienciar. Pero, por favor, preocupémonos un poco entre tod@s en cuidar nuestro entorno”. El texto iba acompañado de un combo de catorce fotos de desperdicios (sobre todo envoltorios de barritas energéticas y geles) arrojados a las cunetas. Sin citarla, el Ayuntamiento se refería a una marcha cicloturista, con salida y llegada en Donostia, que se celebró hace un par de semanas y que reunió a 2.000 participantes. Desgraciadamente, no es algo puntual. Aunque sean seguramente una minoría, sigue habiendo quien muestra un nulo respeto por el entorno natural cuando participa en pruebas de este tipo. En este caso, la propia organización había fomentado el reciclaje con la campaña Zero residuos. Y ya que hablamos de ciclismo, los propios profesionales no son precisamente el mejor ejemplo. Da grima ver cualquier competición y comprobar cómo arrojan desperdicios a un lado y otro como si las carreteras fueran vertederos.
viernes, 27 de octubre de 2017
JJOO de Madrid
Hace un par de semanas, los ciudadanos de Innsbruck rechazaron en un referéndum (sí, en Europa se celebran consultas populares) que la capital del Tirol austríaco sea la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 2026. La cascada de ciudades que han rechazado organizar los Juegos es tal que en septiembre el putrefacto COI acordó otorgar los de verano de 2024 y 2028 a las únicas candidatas: París y Los Ángeles. Por el camino se quedaron las aspiraciones de Estocolmo, Roma, Múnich, Oslo, Hamburgo y Budapest, que renunciaron antes de que el nido de corruptos del COI, del mismo pelo que los de la UEFA y la FIFA, adoptara una decisión. De Madrid nada se sabe desde aquel mítico “relaxing cup of café con leche” de Ana Botella. Del estadio de La Peineta, epicentro del futuro Madrid olímpico, no queda ni el nombre. Las interminables obras de la instalación ya están acabadas... pero el estadio ha pasado a llamarse Wanda Metropolitano y es propiedad del Atlético de Madrid. Visto cómo está el percal, no descartemos que Rajoy resucite la candidatura de los JJOO de Madrid... para que se celebren en el estadio de Montjüic. Que ancha es Castilla, y ancho es el 155. Incluso para compararlo con la imprescindible serie El cuento de la criada.
martes, 10 de octubre de 2017
Inflar las cifras
Hace 15 años, el 19 de octubre de 2002, el colectivo ¡Basta Ya! convocó una manifestación en Donostia a favor de la Constitución y el Estatuto y “contra el nacionalismo obligatorio”. Así rezaba la pancarta que abría la marcha. Entre los impulsores de aquella movilización y de otras que se sucedieron estaba Mario Vargas Llosa, el de “Puchmón”, “Junqueras” (pronúnciese con J) y “Forradel”. Un Vargas Llosa que el domingo exhibió su habitual ración de inquina hacia el nacionalismo (nada nuevo, por otra parte) rodeado... de banderas de nacionalistas. Pero volvamos a aquella manifestación de 2002. Entonces, como ahora, las cifras que se ofrecían del número de asistentes a las movilizaciones también eran material para la polémica. Y entonces, como ahora, se inflaban sin necesidad. Una manifestación de 30.000 personas en Donostia es una manifestación enorme. Pero no. Como el domingo, se trataba de sacar pecho. Así que, al término de aquella marcha, un portavoz de los convocantes dijo primero que habían asistido unas 80.000 personas , luego que 100.000 y al final lo dejó en 120.000 (150.000, según tituló ABC al día siguiente). No hablo de oídas. Estaba delante de él, como el resto de periodistas que cubríamos la manifestación, escuchando cómo la cifra de asistentes crecía por decenas de miles en menos de un minuto de alocución.
viernes, 6 de octubre de 2017
Los pequeños detalles
Si la grandeza de las personas se conoce en los pequeños detalles, estos días estamos asistiendo a una sucesión de escenas que retratan a los personajes. Los asesores de imagen no dejan nada al azar. Me centraré en tres escenas. Felipe VI ofreció su discurso en una estancia de La Zarzuela presidida por un cuadro de Carlos III del que ya se ha hablado profusamente. Hay quien sostiene que Carlos III contribuyó a la prosperidad cultural y económica de Catalunya, y quien recuerda que arrinconó a la lengua catalana en favor del castellano. En la foto, al margen de que al Borbón solo le faltó salir vestido de militar, llama la atención la presencia de una lupa, toda una metáfora de la miopía del monarca en todo este proceso. La escena segunda tuvo lugar el miércoles en el salón Mare de Déu de Montserrat del Palau de la Generalitat. Detrás de Carles Puigdemont se observaba una puerta entreabierta, una imagen que más de uno interpretó como el espacio al diálogo que reclamó el president en su discurso. Y la tercera escena fue protagonizado por Soraya Sáenz de Santamaría. No ya porque pareció que sus declaraciones estaban grabadas antes del discurso de Puigdemont, sino porque, al acabar, su figura desapareció misteriosamente, como teletransportada, como un holograma. Surrealista total.
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