viernes, 12 de octubre de 2012

El otro rescate (I)

Asegura Ignacio Buqueras, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), que, a falta del rescate financiero que Mariano Rajoy acabará pidiendo más pronto que tarde, hay otro rescate que debería formar parte de la agenda del Gobierno del PP desde ya: el rescate que necesitan los horarios de trabajo en España. Cuando el resto de Europa lleva ya dos o tres horas en el tajo, en la piel de toro mayormente se está desayunando. Y cuando en Bruselas salen del trabajo, en Madrid se entra después de dar cuenta de la comida, el cafelito y una imprescindible sobremesa (eso si no cae la siesta nacional). España es el país de la paradoja. Los ciudadanos que tienen un empleo (un bien cada vez más escaso) son los europeos que más tiempo pasan en su puesto de trabajo (272 horas más que un alemán, por ejemplo). Sin embargo, tienen el dudoso honor de ser de los trabajadores menos productivos de la UE. "No es lo mismo estar en el trabajo que trabajar", apunta Buqueras, que no aboga por adoptar el horario británico o el portugués. Quizás el problema no sea el lugar del meridiano de Greenwich que ocupa España. Es un asunto de costumbres y vicios adquiridos. Un país que desayuna a las nueve, come a las tres y media, cena a las nueve (en invierno) o a las once (en verano), programa el fútbol por la televisión a las diez de la noche (e incluso a las once) y arranca a medianoche con sus espacios deportivos estelares en las radios es complicado que tenga un ritmo biológico que le permita trabajar a pleno rendimiento.

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