Las grandezas del deporte a
veces se observan en los pequeños detalles que pasan desapercibidos
para el gran público. Entretenidos como estamos con los salivazos y los
tortazos entre futbolistas multimillonarios que luego se analizan hasta
el esperpento en las versiones futboleras de Sálvame, no reparamos en las historias que te reconcilian con lo más sano del deporte. Los anglosajones lo llaman fair play pero,
desgraciadamente, los malos ejemplos abundan sobre los buenos. No es
por achacar todas las pestes al fútbol, pero es que es el único deporte
en el que un jugador tira el balón fuera para que atiendan a un rival, y
éste lo devuelve 50 metros más allá. Fair play a la española
lo llaman. Frente a esos feos gestos, sobresalen en ocasiones historias
como la que protagonizó el domingo pasado el atleta gasteiztarra Iván Fernández en el Cross Hiru Herri de Burlada, el de más renombre del calendario navarro. Fernández mantuvo un bonito duelo con Abel Mutai,
medalla de bronce en los 3.000 obstáculos en los Juegos de Londres,
hasta que el keniano dejó atrás al alavés y se marchó en pos del
triunfo. Para sorpresa del público, Mutai se paró a 100 metros de la
meta, creyendo que ya había cruzado la línea de llegada, lo que provocó
que fuera alcanzado por Fernández, quien, en una actitud poco común, no
solo no rebasó a su adversario sino que le indicó que la llegada estaba
unos metros más adelante. "Pocos días en estos 24 años habrán sido tan
bonitos como este 3 de diciembre del 2012", escribía Fernández en su blog el día después de lograr un segundo puesto que recordará de por vida.
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