advertencia: si está usted
desayunando, comiendo, cenando o tiene entre manos algún alimento
sólido o líquido que vaya a ingerir, absténgase de seguir leyendo. Esto
va de apretones. Conozco a más uno y de dos amigos que, si salen una
semana de vacaciones, vuelven a casa sin visitar un solo día al señor
Roca. Regresan con una incipiente tripa, no vinculada precisamente a la
ingesta de cervecitas, que también. Son gentes que, sin sufrir
estreñimiento, son incapaces de soltar lastre si no es en el trono de su
casa. No echan una boya ni en un cinco estrellas. La cara opuesta son
aquellos que plantan un pino nada más aterrizar en el destino o aquellos
otros que se encierran durante largo tiempo en los servicios, se llevan
las obras completas de Benito Pérez Galdós y salen del excusado con
calambres que ni en la prórroga de la final de la Champions. Que de todo
hay en la viña del señor. Luego están apretones como el que sufrió el
bueno de Tom Dumoulin camino del Umbrail Pass o, si prefieren, el paso
de Giogo di Santa María. Un momento All-Bran que pasará a los anales
(con perdón) del Giro. Un ataque intestinal que puede costarle la
carrera y que pasará a formar parte de esas mil y una historias que
hacen del ciclismo y de la corsa rosa un espectáculo sin parangón.
jueves, 25 de mayo de 2017
jueves, 18 de mayo de 2017
Educación vial
en lo que va de año, 18
ciclistas se han dejado la vida en el asfalto tras ser atropellados por
vehículos, en varios casos conducidos por personas en estado de
embriaguez o bajo los efectos de sustancias estupefacientes. Son tres
más que en el mismo periodo de 2016, por lo que estamos ante un problema
que viene de lejos. En las últimas semanas se han hecho virales varios
vídeos en los que se explica cómo se debe adelantar a un ciclista o a un
grupo de ciclistas. Por si no lo sabía, cuando adelante a un ciclista
está permitido pisar la raya continua siempre que no circule un coche en
dirección contraria y mantenga la distancia mínima de separación (el
famoso metro y medio entre el coche y el ciclista). Sepa también que es
legal que los ciclistas circulen en paralelo, aunque sea este uno de los
principales focos de conflicto entre aficionados a la bicicleta y
conductores. Y sepa también que, ante la presencia de un ciclista,
además de reducir la velocidad, está prohibido adelantar a otro vehículo
si en sentido contrario llega otro ciclista. A la inversa, si es
ciclista, sepa que no hay que saltarse semáforos en rojo, ni pasos de
cebra por los que transitan peatones ni cedas el paso si viene otro
vehículo. Se llama educación vial y la enseñan en los colegios. La
convivencia entre coches y ciclistas es posible. Solo hace falta
educación, respeto... y paciencia en la carretera.
viernes, 12 de mayo de 2017
Por amor a los ochomiles
Los italianos Nives Meroi y Romano Benet,
primer matrimonio que corona las catorce montañas más altas del mundo
La cumbre del Annapurna fue testigo ayer de una de las historias más
románticas que ha conocido el mundo del himalayismo. A 8.091 metros de
altura, en la cima de la Diosa de la Abundancia, Romano Benet (Tarvisio,
Italia, 1962) y Nives Meroi (Bonate Sotto, Italia, 1961) culminaron una
bellísima aventura que iniciaron hace casi 20 años y que les ha llevado
a conquistar juntos las catorce cimas más altas de la Tierra.
Meroi y Benet se convirtieron ayer en el primer matrimonio que
holla todos los ochomiles de las cordilleras del Himalaya y el
Karakorum, y en las personas de más edad en completar la colección de
cumbres más famosa del alpinismo. La pareja compartió cordada con el
alavés Alberto Zerain, el vizcaino Jonatan García y los chilenos
Sebastián Rojas y Juan Pablo Mohr para hollar el Annapurna, su último
reto, una montaña peligrosa por sus avalanchas y poco transitada por las
expediciones comerciales.
"Fue la ascensión más dura, pero también la más bonita", señaló
Meroi en palabras de su hermana Leila, recogidas por el rotativo El
Corriere della Sera.
Meroi y Benet no solo han llevado su pasión por las montañas a
las cumbres más altas del planeta sino que lo han hecho también de la
manera más romántica, a la antigua usanza. No han usado oxígeno
artificial, considerado una especie de dopaje en el himalayismo, en
ninguna de sus ascensiones, han prescindido de los sherpas, y han
utilizado el estilo alpino, es decir, escalar con el material
imprescindible y portándolo ellos mismos sobre sus espaldas.
Enfermedad Como
todas las historias de amor, la de Meroi y Benet también ha tenido sus
altibajos. La pareja se estrenó con éxito en las grandes cumbres con el
ascenso del Nanga Parbat en 1998 y poco a poco fueron sumando cimas:
Shisha Pangma, Cho Oyu, Gasherbrum I y II, Broad Peak, Lhotse,
Dhaulagiri, K-2, Everest, Manaslu... En 2008 sumaban once ochomiles y
Meroi era una de las mujeres, junto a la tolosarra Edurne Pasaban, que
aspiraba a convertirse en la primera del mundo en hollar los catorce.
Sin embargo, en 2009, en el ascenso al Kanchenjunga, Benet se sintió
indispuesto y tuvo que abandonar la expedición. De vuelta a casa, le fue
diagnosticada una aplasia medular severa, una enfermedad que requirió
dos trasplantes de médula. Meroi renunció a seguir la carrera de los
ochomiles en solitario y aguardó a que su marido se recuperara. Benet
tardó prácticamente seis años en recobrar la salud y poner su cuerpo a
punto para emprender de nuevo la marcha hacia la grandes cumbres. En
2014 ambos retomaron la inconclusa expedición al Kanchenjunga, que
culminaron con éxito. El año pasado coronaron el Manaslu y ayer
inmortalizaron su amor por los ochomiles en el Annapurna, la
decimocuarta y última fotografía de un hermoso álbum.
Excursionistas
Un riojano que viene a
pasar el día a Donostia, se trae de casa un bocadillo de tortilla de
patata, se lo come en el muelle, y toma un helado y un cafelito en la
Parte Vieja, se supone que es tan turista como un americano que se
hospeda cinco noches en un hotel de alto copete y que come y cena en
restaurantes iluminados con estrellas. Turista, en genérico, es la
persona que visita un lugar por placer. El Plan Director de Turismo
2017-2021 que ultima el Ayuntamiento de Donostia distingue, sin citarlos
expresamente, entre turistas gourmets, de alto poder
adquisitivo, y turistas de un solo día, a los que peyorativamente llama
excursionistas. “Hay que decidir si queremos ser un supermercado para
todo tipo de demanda o una tienda gourmet con precios y
márgenes mayores y equilibrio con la vida local”, dice el informe.
Precios y márgenes mayores, han leído bien. Hace tiempo que Donostia se
ha convertido en un destino gourmet, más para unos bolsillos
que para otros. Ahora se estudia gravar con una tasa al turista que
viene a pasar el día (¿con arcos en la calle Mayor que detecten si
llevan bocadillos camuflados?). Solo falta que las ciudades de nuestro
entorno imiten la iniciativa cuando vayamos nosotros de excursión (egun
pasa) a Bilbao, Gasteiz, Baiona... o Logroño.
miércoles, 10 de mayo de 2017
100 metros en 17 segundos
Pruebe a calzarse unas
zapatillas. Ahora corra 100 metros lisos en 17 segundos (para que se
haga una idea, Valentín Rocandio ostenta el récord de Gipuzkoa con 10
segundos y 45 centésimas desde hace 29 años). ¿Complicado? ¿Se ahoga?
¿Ha tenido que hacer el sprint de su vida, como cuando le perseguían los grises?
Si ha conseguido cubrir esos 100 metros en 17 segundos, intente ahora
mantener ese ritmo durante 42 kilómetros y 95 metros. Si lo consigue,
habrá igualado la marca que logró el sábado pasado Eliud Kipchoge en el
autódromo de Monza (Italia). Las dos horas y 25 segundos que invirtió el
atleta keniano en completar el maratón no han sido homologadas y han
suscitado un enorme debate en el mundo atlético, pero, más allá de pros y
contras, de críticas y loas, de si era una gigantesca campaña de
marketing, que lo era, o de que le ayudaron liebres que se iban
turnando, me quedo con que un ser humano sea capaz de recorrer semejante
distancia a semejante ritmo en semejante tiempo. Si practica el running,
o sea, lo que toda la vida hemos conocido y conocemos como correr, sabe
de qué hablo. Correr un kilómetro en dos minutos y 50 segundos es una
barbaridad. Hacerlo 42 veces seguidas es de otro mundo.
viernes, 5 de mayo de 2017
Isidoro Fagoaga
Se llama Germán Ereña. Los vecinos de Eibar seguramente lo conozcan porque es miembro de la banda de txistularis. El tiempo libre que le deja su trabajo en una multinacional lo dedica a tocar el atabal y, sobre todo, a bucear en la vida y obra de Isidoro Fagoaga, uno de los tenores que mejor cantó la música de Richard Wagner y que falleció en 1976 en Donostia tras una intensa vida. Ereña lleva más de quince años recopilando documentos, fotografías, críticas y todo lo que cae en sus manos sobre Fagoaga. En 2004 encontró un tesoro: unos familiares del tenor que residían en Irurita le mostraron cuatro baúles y una maleta con decenas de recuerdos del cantante. Trajes, pelucas, periódicos con críticas de sus actuaciones, programas de mano… Todo estaba allí. Ereña recorrió decenas de veces la distancia entre Eibar e Irurita (120 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta) para clasificar tan ingente material. Una mínima parte de esos recuerdos se pueden ver durante estos días en una cuidada exposición en la casa de cultura de Bera. El legado de Fagoaga se resume en un amplio volumen escrito por Ereña sin más ayuda que su ilusión y su altruista y constante labor de trazar la biografía de un personaje injustamente olvidado. Solo falta editar la obra para que encajen todas las piezas.
miércoles, 3 de mayo de 2017
Ueli Steck, la locomotora suiza que pulverizaba récords
Del grupo de catorce escaladores que en mayo de 2008 trataron sin
éxito de rescatar a Iñaki Ochoa de Olza, Ueli Steck (Langnau im
Emmental, Suiza, 4 de octubre de 1976) fue el primero en llegar a la
tienda, instalada a 7.400 metros, en la que el montañero navarro trataba
de agarrarse a la vida. No fue casual. Steck destacó a lo largo de toda
su carrera por la velocidad de sus gestas.
Dotado de unas cualidades físicas descomunales, el alpinista
suizo tachaba las montañas de su lista de objetivos a una rapidez
endiablada. Llevó el estilo alpino (subir montañas muy ligero de
material, casi con lo imprescindible) a su máxima expresión. Y lo hacía
tanto en el temible Annapurna del Karakorum como en un cuatromil de los Alpes.
Steck, carpintero de profesión, se dio a conocer en el mundo del
alpinismo por la eléctrica destreza que exhibía para derribar los
récords de ascensión en las paredes norte de los grandes picos de los
Alpes. El 16 de noviembre de 2015 escaló los 1.800 metros de la pared
norte del mítico Eiger (3.970 metros) en dos horas, 22 minutos y 50
segundos. La ascension relámpago, resumida en tres minutos, se puede ver
en Youtube y deja los pelos de punta. Para hacerse una idea de la
hazaña, basta decir que Reinhold Messner y Peter Habeler tardaron diez
horas en 1974. Steck combinaba la escalada de dificultad, el alpinismo,
los colosos del Himalaya, correr por el monte y el ciclismo. De aquí que
La Máquina Suiza, sobrenombre con el que era conocido en el mundo alpinístico, se planteara en 2015 un reto mayúsculo: ascender los 82 cuatromiles de
los Alpes en 80 días, desplazándose de un monte a otro en bicicleta
(añadan 1.000 kilómetros). Era su forma de homenajear al francés Patrick
Berhault, que en 2004 murió mientras intentaba el mismo objetivo. Steck
afrontó el desafío junto a su amigo Michi Wohlleben, que desistió a las
dos semanas tras sufrir un accidente cuando descendía en parapente de
unos de los cuatromiles. Otro amigo que se sumó a la aventura, Martijn Seuren, que pretendía ser el primer holandés en hollar todos los cuatromiles, falleció al caer en las Grandes Jorasses (4.208 metros).
Steck sumó en los Alpes un desnivel de 100.000 metros y volvió a
demostrar que se trataba de un montañero-atleta fuera de serie. Un
portento físico capaz de acumular 1.200 horas de entrenamientos para el
reto que tenía ahora entre manos en el Himalaya: subir el Everest por el
corredor Hornbein y la arista oeste, bajar por la ruta normal de la
cara sur, y enlazar con el Lhotse. Dos ochomiles de una tacada,
en una travesía -sin oxígeno artificial, por supuesto- jamás realizada
en el Himalaya y que mantenía expectante a la comunidad alpinística. Si
hubiera culminado este mayúsculo proyecto, sería uno de los candidatos a
los Piolet de Oro, el máximo galardón internacional en el mundo del
alpinismo. Ya lo consiguó en 2009 por la ascensión en estilo alpino de
la cara norte del Tengkampoche y en 2014 por coronar la complicada cara
sur del Annapurna en apenas 28 horas. Un éxito que no estuvo exento de
polémica ya que reputadas voces acusaron al suizo de no aportar pruebas
de su ascensión y de caer en contradicciones. Dos años antes ya había
completado la subida y bajada al Shisha Pangma en poco más de diez
horas.
Steck es el segundo montañero que muere del grupo que trató de
salvar a Ochoa de Olza, ya que anteriormente, el 15 de mayo de 2013,
falleció el ruso Alexey Bolotov cuando abría una nueva ruta en la cara
suroeste del Everest.
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