El mundo del alpinismo asiste entre incrédulo, atónito y expectante al proyecto del montañero nepalí Nirmal Purja, que se ha propuesto hollar los catorce ochomiles en siete meses. Purja, exsoldado de un cuerpo de elite del ejército británico, los gurkhas, ha completado de momento once ochomiles en tres meses, entre ellos el Everest, el K-2 y el Annapurna. Le quedan solo tres que intentará en otoño: Manaslu, Cho Oyu y Shisha Pangma. Llegados a este punto, conviene aclarar que ha subido todos los ochomiles enganchado a botellas de oxígeno, y por rutas normales y equipadas previamente con cuerdas fijas que instala un equipo de apoyo. En su frenético ir y venir por las montañas más altas del mundo, incluso ha tenido tiempo para participar en un rescate. Por supuesto, ningún alpinista ha coleccionado el álbum entero de los ochomiles en siete meses. Nadie lo ha hecho en menos de ocho años. Los más rápidos fueron el mítico Jerzy Kukuczka (de 1979 a 1987) y Chang-ho Kim (de 2005 a 2013), ambos sin recurrir a oxígeno. El proyecto de Purja entronca con estos tiempos que vivimos en los que no importan los medios sino el fin. Lo prioritario es alcanzar el objetivo, y cómo se consiga es secundario. Pasar a la historia de los récords sin importar el camino. Hay quien ha comparado el proyecto de Purja con completar el recorrido del Tour durante tres semanas… en una bici eléctrica.
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