miércoles, 27 de diciembre de 2006

Cambio climático

Dice Xabi, el cuñao, que lo de Las cuatro estaciones de Antonio Lucio Vivaldi ha pasado a mejor vida. Que en estos tiempos que corren sólo hay dos: verano e invierno. O sea, que hace mucho frío, o mucho calor. Y agrega Txarandaka, el mecánico que mejor arregla las bicis en mi pueblo, que estos bandazos que pega el tiempo (la mal llamada climatología) afectan hasta a su negocio, repleto de máquinas que acumulan kilómetros en el asfalto. "Antes los cicloturistas paraban en octubre. Este año han estado todo el mes de noviembre dale que te pego", asegura. El cambio climático parece que ha dejado de ser algo que nos sonaba lejano para convertirse en una realidad palpable. Hace quince días paseábamos en mangas de camisa y ahora hace un frío de aquí te espero. Oiga, que no hay transiciones ni nada. Que sabemos que es primavera porque la sangre se altera, y que llega el otoño porque las hojas se caen y el barrendero tiene trabajo extra. Pasamos del bañador a la bufanda casi sin enterarnos. Sólo nos damos cuenta de que el cambio climático ya ha llegado cuando agarramos un trancazo de aúpa o cuando no podemos esquiar en el puente de la Consti en Baqueira lolailo porque no hay nieve. Y no. Desde hace años vienen advirtiendo los que saben de esto que creo que no somos ni usted ni yo de que el calentamiento del planeta es inevitable. Que cada vez sube más el nivel del mar, se deshielan más glaciares y aumenta la temperatura media de la Tierra. Y que detrás de todos estos fenómenos está la mano del hombre, curioso individuo capaz de acabar con el planeta en el que vive.

martes, 19 de diciembre de 2006

Los templos del siglo XXI

Son los nuevos templos del siglo XXI y el público no acude, precisamente, a escuchar sermones. Las grandes superficies comerciales se han convertido en menos que canta un gallo en las catedrales del consumo. Te sientas cinco minutos a la entrada de cualquier banco de cualquier hiper, y no ves más que gente y más gente que entra con las manos vacías y la cartera llena, y sale con los carros llenos y la cartera vacía. Todos hemos ido alguna vez aquí hay escasísimas excepciones a un centro comercial, aunque sea para comprar los pañales de la talla 4 extra que no encuentras por ningún lado. Y lo cierto es que se parecen unos a otros como dos gotas de agua. ¿En qué se diferencian Garbera y el Max Center? ¿O El Boulevard de Vitoria y La Morea de Pamplona? En el cascarón, porque el contenido casi siempre es el mismo: un montonazo de tiendas de ropa, una ración de tascas y restaurantes, comercios de electrónica y de repuestos para el coche, y el consabido supermercado, que suele ser muy, pero que muy, grande. Hay quien entra a por un poco de aceite y unas cajas de leche, y sale con el traje de la primera comunión del niño, que es mucho más barato en enero que en mayo. Tal es la atracción que ejercen los centros comerciales, que ya hay incluso adictos. En EEUU existen los spender-menders, una especie de asociaciones de Alcohólicos Anónimos que trataban de rehabilitar a quienes se enganchan. No sé si por estos pagos se ha llegado a este extremo, aunque tampoco me extrañaría que haya clientes como el que mencionaba el psicólogo Javier Garcés, que pedía que, una vez muerto, esparcieran sus cenizas por un centro comercial.


lunes, 11 de diciembre de 2006

El café de Gabriel Inclán

Durante este largo puente-acueducto que parecía que no se iba a acabar nunca, al consejero de Sanidad, Gabriel María Inclán, seguro que le han chirriado los oídos hasta enrojecer sus orejas. No sé, digo yo que alguna de las 70.000 personas que se han presentado a la macro OPE de Osakidetza se habrá acordado durante los exámenes del mandamás de la Sanidad vasca. Y no sólo porque a alguien se le ocurrió montar la madre de todos los exámenes entre la Constitución y la Inmaculada. Al aspirante de turno le habrá venido a la mente el nombre de Inclán por las preguntas, por las preguntitas que había en los cuestionarios. Eran tan rebuscadas que hubo una enfermera que al salir del BEC soltó aquello de: "Sólo les ha faltado preguntarnos por la temperatura a la que le gusta tomar el café con leche al consejero". Nada, te tiras días y días empapándote de leyes y normas, de estatutos y códigos deontológicos, crees que la experiencia es un grado, y resulta que te preguntan sobre las diferencias entre la vacunación infantil en Euskadi y el Estado. Chúpate ésa. Y a todo esto. Si la Sanidad pública es, además de un derecho, un servicio indispensable, ¿por qué abundan entre el personal sanitario los trabajadores eventuales? ¿Por qué hay celadores, enfermeras, administrativos, auxiliares o técnicos que llevan cinco, diez o quince años empleados de manera interina? ¿No sería más lógico que tuvieran contratos indefinidos? ¿No conseguiríamos así erradicar la desmotivación que hay entre algunos trabajadores hartos de soportar una cargas de trabajo excesivas?

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Ignorancia tecnológica

Uno se cree que es el rey del zapeo y resulta que no conoce ni su mando de la televisión. Bendita ignorancia la mía. Hace una semana escribí en este mismo espacio que los dibujos animados de ETB se ven en algunas zonas en versión original. Desconocía entonces que el dichoso mando, o algunos de ellos, tiene una opción que te permite ver determinados programas (pongamos unos dibujos animados de Heidi) en alemán o en euskera. Son programas en dual, que dicen los entendidos. Asunto resuelto. Pero me queda la duda. ¿Si el mando de la tele guarda semejante secreto, qué no esconderán el móvil, el DVD, el horno, el ordenador, el i-pod y el pen drive? Porque uno es de los que, cuando se pone a escrutar un aparato tecnológico, lo primero que necesita es un libro de instrucciones para entender el libro de instrucciones. No hay Dios que entienda las supuestas explicaciones. En el caso del ordenador, siempre tienes a mano a tu informático de cabecera, Fernando, con una paciencia infinita para resolver problemas tan enigmáticos como conocer qué día la Real ganará un partido. Y hablando de enigmas. ¿Adónde va a parar los correos electrónicos que eliminamos de la bandeja de entrada? ¿Al limbo? ¿Al cielo? ¿Al infierno? Yo tengo mi propia teoría. Los emilios que eliminamos vuelven al cabo del tiempo transformados en los que se llama correo basura. Es el efecto bumerán. Tú los eliminas y al rato te llegan con unas grafías chinas o en inglés, prometiéndote no sé cuántos premios en metálico para que compres aparatos tecnológicos que luego no vas a comprender.


miércoles, 29 de noviembre de 2006

Políglota ETB

Primero pensé que algún fenómeno paranormal estaba afectando a mi televisión. Luego sospeché que el unicejo de Corella (con perdón de los unicejos y de gure lehendakari Miguel Sanz) estaba manipulando la antena de televisión, dado el afán que tiene este hombre por primar toda lengua que no sea el euskera. Y concluí que, como estamos a final de año, a los mandamaeses de ETB no les llegaban los cuartos para pagar a los dobladores de dibujos animados. Al grano. Una, dos y hasta más de diez veces he comprobado que ETB emite los dibujos animados en versión original (y sin subtítulos en euskera). Tengo testigos presenciales de la cosa. Osease, Heidi habla con el abuelo en alemán, Calimero y su cáscara de huevo se expresan en italiano, Shin Chan habla un japonés que nos suena a chino y Tintín utiliza la lengua de Molière. De Marco no hay noticias, seguramente porque sigue buscando a su madre. Y Oliver y Benji, esos dos tipos que están media vida buscando la portería rival, creo que se emiten en otra cadena. El caso es que oír a Heidi en alemán te produce un shock tan grande como cuando escuchaste por primera vez a JR, el malo de Dallas, hablar en euskera, allá por los 80. Por razones que desconozco, los dibujos animados de ETB son de lo más políglotas. Ahora que andan los colegios e ikastolas implantando el tercer idioma entre sus alumnos, la cadena de Iurreta se ha adelantado a los nuevos tiempos y te planta a primera hora de la mañana la clase de alemán, japonés y, si te descuidas, de chino mandarín. No está mal, aunque no entiendas ni papa.

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Te apuesto 20 pollos

Mikel Mindegia y José Mari Olasagasti se van a jugar 600.000 duros (osease, 18.000 euros de toda la vida) para ver quién de los dos corta 24 troncos en el menor tiempo posible. Y no se andan con chiquitas. Antes de empezar a afilar las hachas, cada uno ya ha puesto su montoncito de dinero encima de la mesa. 6.000 euros de nada en billetes de 500, de esos de los que no conoces ni el color. Ni avales bancarios, ni cheques. Dinero contante y sonante, en efectivo, que luego las palabras se las lleva el viento. Los dos aizkolaris añaden un nuevo capítulo a la eterna historia de las apuestas. Porque por estos pagos hacer una apuesta es tan común como irte de cena. Que ésa es otra. Te apuntas a la clase de aerobic, y a la semana ya está la lista para la primera cena; le ayudas al vecino a subir la leña, y ya tienes montada otra... Con las apuestas pasa ídem de ídem. No hay reto sin apuesta y viceversa. Te puedes jugar desde un par de cervezas a que la Real gana su primer partido en la undécima jornada, o un cubata a que Grecia logra la Eurocopa de fútbol (Peje, me las debes desde hace dos años). Pero ya se riza el rizo si te juegas 20 pollos de caserío a que subes en bici una cuesta con un desnivel del 20% antes que tu colega, que lo hace corriendo. Y hablando de correr. Felipe, hace ya tres años que perdiste la apuesta de que el Barakaldo-UPV descendería de la Liga Asobal de balonmano. Prometiste que si se salvaba que lo hizo, subirías corriendo a San Marcial. Y todavía te estamos esperando. Así que ponte las pilas, que está este país lleno de especialistas en lanzar apuestas y luego hacerse los suecos.


martes, 14 de noviembre de 2006

¿Cambia tu vida si bajas de una hora y 30 minutos?

Tomo prestado el título de este comentario de una reflexión que el doctor José Manuel González Aramendi realizaba en las páginas de este periódico hace una semana, en un interesante artículo en el que ofrecía a los lectores su octavo y último consejo médico antes de la disputa de la Behobia-San Sebastián. Advertía González Aramendi de que hoy en el deporte ya sea en una carrera a pie, en una marcha cicloturista o en un campeonato de futbito interbares priman los resultados sobre el disfrute de la competición. Y no le faltaba razón. La Behobia, por ejemplo, se ha convertido en la quintaesencia de la marca. Alcanzas la meta del Boulevard y la noticia no es si te ha costado llegar o si has disfrutado por el impresionante apoyo del público. No. La pregunta, la dichosa pregunta, es: "¿Qué tiempo?". Interesa conocer cuántas horas, minutos y segundos (las centésimas no se facilitan) has empleado en recorrer 20 durísimos kilómetros. Entre un buen montón de participantes y, por qué no, también entre espectadores y acompañantes, la marca parece que prevalece sobre los muchos atractivos que tiene una carrera única. Tanto corres, tantos vales. Conceptos como el disfrute, la satisfacción por haber completado con éxito tu plan de varios meses de entrenamiento o el simple hecho de la sana competición junto a miles de deportistas quedan en un segundo plano. Da la impresión de que hemos trasladado a la Behobia la competitividad que impera en nuestros quehaceres diarios. Competimos en el trabajo y competimos también en nuestro tiempo de ocio. La fijación por completar la prueba en el registro que se ha previsto puede llegar a convertirse en una obsesión, cuando no en un elemento de autopresión. Hay quien considera un fracaso no haber unido Behobia y Donostia en el tiempo que tenía estipulado. Nada más lejos de la realidad. La marca que cada uno logra en la Behobia no es más que un simple y frío dato. Nos permite tener una referencia, pero en ningún caso debería servir como termómetro para medir si hemos disfrutado o no en la carrera. Es lógico que en cada uno anide un afán de superación y que se trate de mejorar el registro del año anterior. Pero, por encima de todo, está disfrutar, que cada participante viva su propia historia, como dice el eslogan del maratón de Nueva York. Dicen algunos behobieros que la carrera está perdiendo algo de su romanticismo. Comentan algunos espectadores que cada vez corre menos gente disfrazada y que abundan quienes miran y miran al cronómetro. Puede ser. Puede que la competitividad nos haya atrapado a todos y que hayamos convertido al reloj en un enemigo más temible que los altos de Gaintxurizketa y Miracruz. Sea o no sea así, el año que viene volveremos a la salida de Behobia.
Puede que la competitividad nos haya
atrapado a todos y hayamos convertido al reloj en un enemigo.

* Texto publicado en la sección de Deportes de NOTICIAS DE GIPUZKOA tras correr la Behobia-San Sebastián de 2006

viernes, 10 de noviembre de 2006

La tribu de la Behobia

Que la Behobia es la carrera más popular de Euskadi no lo dudan ni los del centro de Bilbao. Desde que en 1979 el Club Deportivo Fortuna recuperó esta competición , nacida en 1919, ha crecido de manera imparable hasta convertirse en un acontecimiento deportivo de primer orden. Atletas, público y organizadores han hecho que cada segundo domingo de noviembre unir Behobia y Donostia zancada a zancada se convierta en una fiesta. He aquí la descripción de una docena de personajes para comprender por qué carrera ha alcanzado una fama mundial. 

l. El debutante.
En una prueba con tal cantidad de participantes, lógicamente siempre hay alguien que debuta. Más que alguien, habría que decir cientos de atletas. No es fácil distinguir al debutante, salvo que lo veas por los aledaños de Behobia tratando infructuosamente de colocarse el chip cronometrador, o con cara de despistado buscando la pancarta de salida. Normalmente lleva dorsal blanco, salvo que haya acreditado un registro inferior a una hora y 33 minutos (los hombres) y una hora y 43 minutos (las mujeres) en otras carreras con la misma distancia que la Behobia. Si prueba, es muy probable que repita y se convierta en un adicto más. 

2. El veteranísimo.
La Behobia es para él una cita más sagrada que la cena de los jueves en la sociedad con la cuadrilla. Como lleva tantas ediciones en sus piernas, se conoce todos los trucos. Sabe que no es conveniente salir muy fuerte porque, si no, luego se paga el esfuerzo. Recuerda dónde están los avituallamientos y dónde se coloca la parentela para saludarle. Cada año trata de mejorar el registro del anterior, y no es raro que enganche su pasión por la Behobia a otro miembro de la cuadrilla o al típico cuñado que lleva sin correr desde la época de los grises. 

3. El reivindicativo.
Desde tiempo inmemorial, la Behobia se ha convertido en un escenario propicio para las más variadas reivindicaciones. Todos los años hay quien aprovecha para protestar por el cierre de una empresa o porque le quieren poner la dichosa incineradora en la puerta de su casa. Hay atletas reivindicativos en la propia carrera, pero sobre todo abundan los espectadores que al mismo tiempo aplauden el paso de los atletas y, pancarta en mano, piden soluciones a tal o cual problema. Hay una cuadrilla que no falla ningún año. Cada uno lleva impresa en la camiseta una de las ocho letras de Amnistía y corren ocupando el ancho de la carretera.

4. El francés.
Se le reconoce a la legua. No hace falta siquiera que abra la boca. Viste colores muy vivos y llamativos y hace gala de buen humor. Una gran mayoría procede de Burdeos y su región, donde la carrera recibe el sobrenombre de la pequeña maratón de Nueva York. El francés disfruta como un niño, acude bien preparado y luego se pega la zampada padre en un restaurante de Donostia, con cánticos incluidos. 

5. El favorito.
Es un tipo que corre la Behobia tan rápido que no se le ve ni durante el calentamiento. Se distingue del resto porque lleva el dorsal de color rojo y porque pesa 540 kilos menos que tú. Suele estar afilado como un cuchillo. Sufrir, sufre como el resto porque, lo quiera o no, tiene que completar los mismos 20 kilómetros. 

6. El minusválido.
Si alcanzar Donostia a pie ya exige un exigente esfuerzo, hacerlo con alguna minusvalía requiere un gasto de energía descomunal. Los atletas invidentes, los discapacitados que corren a pie o los que utilizan la silla de ruedas arrancan los aplausos más sentidos de la carrera. Quienes se mueven en silla sufren lo indecible en el montón de cuestas que jalonan el trazado y se lanzan a tumba abierta en los descensos. Salen media hora antes que el resto y es imposible que un corredor a pie bata el récord del francés Joel Jeanot (46 minutos y 42 segundos, del año 2003). 
  
7. El famoso.
Todos los años disputan la prueba caras conocidas. Hay clásicos como Serafín Zubiri, y en los últimos años Abraham Olano este año no corre, pero durante años también participaron y participan Ibarretxe antes de ser proclamado lehendakari, Pedro Miguel Etxenike, Urío Velázquez, Iñaki Perurena, Miguel Fuentes, Andoni Egaña y los presentadores de televisión Estitxu Fernández, Andoni Aizpuru y Josu Loroño

8. El abuelo.
El personaje más entranable. Por él no pasan ni los años ni los kilos. Muchos sorprenden por su envidiable condición física. Las apariencias engañan. Son capaces de sostener un notable ritmo de carrera durante 20 largos kilómetros. Las estadísticas hablan. En la edición de 2004 compitieron 1.624 atletas mayores de 50 años. El 92% de los hombres alcanzó la meta, y el 96% de las mujeres también recibió el aplauso del público en las calles de Donostia.

9. El disfrazado.
Habitualmente debajo de todo disfraz se esconde un ciudadano francés. Son los más marchosos y animosos. Abundan los payasos, con globos incluidos, y nunca faltan ni el preso, con la bola pegada a los pies, ni la pareja de novios (él de traje y ella de blanco). En los últimos años ha decrecido el número de disfrazados, aunque se ha dejado ver algún Bin Laden y algún otro disfrazado de planta de marihuana con un canuto espectacular. 

10. El que corre de espaldas. 
Ver para creer. Hay un tipo que corre la carrera de espaldas, o sea, mirando en dirección a Behobia. Cuando lo ves, te parece que está mirando en lontanaza para comprobar si viene un compañero que se ha rezagado. Pero lo cierto es que si estás un rato a su lado, compruebas que corre como los cangrejos. Hacia atrás, con todo el pelotón de frente... Sin retrovisor y sin caerse. 

11. El de la cuadrilla.
Se trata, generalmente, de un atleta guipuzcoano que arrastra hasta las cunetas a toda su cuadrilla para que le vitoree a su paso. Si es una cuadrilla de las de fundamento, es posible que le preparen una pancarta con su nombre y un "Eutsi fulano" o un "Aupa mengano". Como toda cuadrilla que se precie, la Behobia no acaba en el Boulevard sino en una comida posterior en un restaurante de Donosti y, por qué no, en una cena unos días después en la sociedad del pueblo. Tratándose de una cuadrilla, lo lógico es que corra más de uno, por lo que entonces es impepinable el cruce de apuestas. "Que si te pago una cena si me sacas diez minutos", o "Si no bates el tiempo del año pasado, te pago un año de cervezas". 

12. El público.
Es el otro protagonista. Desde la salida a la meta no hay ni un solo metro sin espectadores. El público ha aportado buena parte de la cuota que ha convertido a la carrera en una fiesta y un éxito. Ningún corredor se queda sin su dosis de ánimo, sobre todo en los dos últimos kilómetros, que suelen estar atestados de gente. Aquí también hay clásicos y veteranos, es decir, espectadores que todos los años ven la carrera y animan al pelotón desde el mismo lugar.



* Texto publicado en la sección de Deportes de NOTICIAS DE GIPUZKOA días antes de disputar la Behobia-San Sebastián.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

La mirada del despistado

Dice un amigo que cuando dejas a tu espalda un vestuario en el que te acabas de cambiar, una terraza en la que has tomado un café, un vestidor en el que te has probado ropa o una campa en la que te has zampado un hamaiketako, hay que echar la mirada del despistado. Bueno, él no lo llama el despistado, le pone otro apelativo que no se puede escribir aquí para no herir sensibilidades. La mirada del despistado sirve para comprobar que te has dejado la kirol txartela debajo del banco del vestuario, para ver que se te olvidaba la cazadora colgada del cambiador o para recuperar esos guantes perdidos entre la nieve. Basta girar el cuello para ver si te dejas algo. Pero no siempre funciona. Hay gente despistadísima capaz de perder un piolet que no es una herramienta pequeña, por cierto en pleno descenso del Aneto o el tique de la autopista en el trayecto de Bilbao a Donostia. Algo ridículo, puesto que el tique sólo puede estar en el coche, salvo que se lo lleve una ráfaga de viento. Pero el colmo del despiste es ir a sacar dinero al cajero y, después de hacer la operación de marras, dejarte el dinero en la ranura por la que salen los billetes. Conozco a un tipo despistadísimo que ha tropezado dos veces en esta misma piedra. En ambas ocasiones, metió la tarjeta, tecleó la clave, la cantidad y demás, y, como los cajeros, al menos los de 4B, primero sueltan la tarjeta y el ticket y luego la pasta, se fue tan contento. Al mirar la cartera se dio cuenta de que se había dejado los mil duros en el cajero. Y ya era tarde. Algún agraciado pensó que el aparato se había vuelto loco y escupía billetes de mil pesetas.

jueves, 2 de noviembre de 2006

Ese Madrid generoso

Contaba el otro día El País en su contraportada que el Real Madrid le niega la venta de entradas a un discapacitado porque no es socio. Antonio Monerris, que así se llama el hincha merengue, quería regalarle un par de localidades a su novia para disfrutar del Madrid-Racing del pasado sábado. Pero llegó el que dicen es el mejor club de la Historia del balompié, ese club "castizo y generoso, todo nervio y corazón" (lo dice su himno), y dijo que nones. Que con 200 plazas para minusválidos en un aforo de 80.000 butacas ya vale. Y que si no eres socio, pues lo ves desde tu silla de ruedas, pero en el salón de tu casa o en el bar. Pues eso, que un club que maneja un presupuesto de 346 millones de euros no está para estas menudeces. Ya se sabe que la grandeza a veces nubla la vista. El Madrid podía tomar ejemplo de los clubes ingleses, que le llevan traineras de ventaja en la atención a personas con discapacidad. El caso del aficionado blanco ilustra como pocos la escasa e incluso nula sensibilidad que muchas instituciones y personas muestran con este colectivo. No hay más que mirar a nuestro alrededor y ver que abundan las aceras sin rebajar, las tiendas con escalones, los parkings sin ascensor, los baños con puerta pequeña o los listos que aparcan el coche al lado de la puerta de entrada del centro comercial de turno, eso sí encima de la pintura amarilla reservada para los discapacitados. El Madrid, desgraciadamente, no es el único que les desprecia. El promotor de la gira de los Rolling reservó seis entraditas para minusválidos en el concierto que se celebró en Bilbao en 2003. Todo un ejemplo de generosidad.


lunes, 30 de octubre de 2006

Que viene el técnico

Hace unos meses aproveché este privilegiado espacio para escribir sobre el fontanero, mi fontanero (con perdón). El tipo en cuestión tardaba tanto tiempo en acabar una obra en casa, que por un momento pensamos que quería quedarse a vivir. Por aquel entonces (hablo de cuando estaba a punto de acabar una faenita de nueve meses), desconocía que quedaba lo peor: la visita del técnico. Mentar al técnico es como mentar a la bicha. Que viene el coco, señores. El técnico, que se supone que viene a arreglarte una avería, te deja un agujero económico que ni pá qué. En concreto, a mí me tocó en suerte el técnico de la caldera, personaje equiparable al técnico de la lavadora, de la tele o del frigo. Hay otras categorías superiores de técnicos expertos en sablazos: los cerrajeros, que te clavan una factura de espanto y te dicen que no mires mientras trabajan, no vaya a ser que pilles el truco del almendruco. A lo que iba. El técnico de la caldera, al que, por cierto, ni siquiera vi la cara, empleó 40 minutos en realizar una tarea que desconozco. Porque leo en la factura el conceto que diría Manuel Manquiña en Airbag y me descoloco: Cambiar rampa de injectares y comprobar (sic). Ave María purísima. La cosa debe tener bemoles. Pregunto al fontanero y me dice que el asuntillo consiste en quitar dos tapas y poner seis tornillos. Pues caro me lo fiáis, amigo técnico. Aunque lo ponga en el recibo, cobrar 50 euros la hora por poner unos tornillos no es de recibo. A los 50 euros le sumas el precio de la dichosa rampa, el no menos dichoso codificador, el desplazamiento y el IVA, y ya tienes a un notario en ciernes.

miércoles, 25 de octubre de 2006

Mens sana...

Dicen por ahí que correr es de cobardes. Será de cobardes y lo que tú quieras, pero lo cierto es que cuando participas en una carrera y el espectador de turno te ve hecho una piltrafa, te grita con cristiana compasión: "¡Aúpa, valiente!". Dicen también que correr es aburrido. Vamos, que no tiene la emoción de jugar un partidito con los amiguetes o echar unos tiritos a la canasta. Dicen también que correr cansa tanto que no tiene que ser bueno para la salud. Y dicen también que, a veces, esas barrigas galopantes o esos atletas populares que corren con los pies pegados al suelo hacen daño a la vista. Pues vaya desde aquí un saludo animoso para todos aquellos atletas y proyectos de atletas que desde hace varias semanas pueblan las aceras y consumen horas y horas de entrenamientos para completar los 20.000 metros que separan Behobia del Boulevard de Donostia. Ganarán en salud física... y mental. Porque también dicen, y no hace falta recurrir a los expertos, que el atletismo, como cualquier otro deporte, sanea la mente. Lo comentaba hace una semana en estas mismas páginas una azpeitiarra que, junto a una quincena de amigos, acababa de completar el maratón de Amsterdam: "En lugar de ir al psicólogo, para liberar la tensión del día a día hacemos deporte". Inteligente reflexión. Te pasas el día de casa al trabajo y del trabajo a casa, malcomiendo y con cara de perro. Así que nada mejor para aliviar los malos rollos que sudando la camiseta a golpe de kilómetros a pie. Y si encima hay gente que desde la acera te grita "valiente", pues hasta acabas cansado, pero contento.

miércoles, 18 de octubre de 2006

Fiestas sostenibles

No fueron ni el cateto ni la hipotenusa, pero tampoco se les echó en falta. El Oinez se convirtió un año más en una marea humana de solidaridad y compromiso con el euskera para desgracia de Sanz y compañía, que se muestran ciegos y sordos ante una realidad imparable. Hoy es la universidad bilingüe y ayer la universidad pública. Mayores torres han caído. Por encima de los políticos que niegan la evidencia, Bera vivió una fiesta... sostenible. Porque sostenible es que más de 100.000 personas paseen por un circuito de siete kilómetros, y en las campas en las que se desarrollaban mil y una actividades no haya casi ni rastro de vasos de plástico aplastados contra la hierba. Se impone la moda de los vasos sostenibles, que ya tuvieron éxito en el último Kilometroak. Uno compra o alquila un vaso de plástico duro lo hay también para katxis y se va de ronda de txosna en txosna. Como el asunto se imponga por decreto pongamos que la UE aprueba una de sus famosas directivas, habrá que salir a potear con el dinero y el vasito de plástico en el bolsillo. Aunque vete tú a decirle al clásico tipo que bebe el cubata de Barceló con dos hielos y rodajita de limón, que se lo tiene que beber en un vaso de plástico de color azul. Y que lo del vaso de cristal pasó a la historia. Porque lo del vaso sostenible está muy bien, pero cuando ya te has tomado cinco choperas, el pringue de cerveza, kalimotxo o refresco que no todo es para tomar alcohol te llega casi hasta la muñeca. Así que toca construir fuentecitas para limpiar el recipiente y llegar a la sostenibilidad total.

miércoles, 11 de octubre de 2006

Pit lane

Hubo un tiempo, hace cuatro, cinco, nueve años, en el que la Fórmula 1 era en este país un deporte de segunda categoría. Basta con mirar las hemerotecas. Hace poco topé con un recorte de 1998 de un periódico de gran tirada que dedicaba menos de media página al inicio de la temporada. La Fórmula 1 nos sonaba porque siempre ganaba el mismo, se movía mucha pasta y estaban rodeadas de mucho boato, mucho dinero y muchas chicas (las chicas-palmero, esas que ya sean coches o motos, haga sol o llueva, siempre sostienen una enorme sombrilla). Por aquel entonces la Fórmula 1 sólo se podía ver en estos pagos por una cadena francesa o previo abono por un canal digital que te permitía escoger en cada momento la cámara que quisieras. Tú hacías de realizador de la carrera. Si quería ver los boxes, veías los boxes; si querías la meta, la meta. Hoy, con el fenómeno Alonso, te encuentras con el vecino de la esquina y te espeta: "¿Has visto A Alonso? Yo creo que si le llegan a dejar usar el mass damper, saca más tiempo en el pit lane y gana. Lo que pasa es que le ha perjudicado que saliera el safety car y que no pudo hacer una buena calificación para conseguir la pole position". Hoy hay más entendidos de Fórmula 1 que entrenadores de fútbol. El automovilismo ha conseguido lo que nunca lograron ni el baloncesto ni el balonmano. El aficionado de nuevo cuño es capaz de madrugar para ver el Gran Premio de Japón a las siete de la mañana. Aunque siempre tendrá sus opositores. Un colega de profesión asegura que la Fórmula 1 es tan deporte como el ajedrez y el mus. Y que les discutan a los muslaris si lo suyo es o no es deporte.

miércoles, 4 de octubre de 2006

De Anoeta a Illumbe

Están separados por unos centenares de metros, pero ir a uno u otro sitio es como presenciar la noche y el día. Asistir a los partidos de Anoeta es un suplicio que a veces se convierte en un ejercicio masoquista. Subir a Illumbe es acudir a la cita con la fiesta y el espectáculo. El Bruesa es el recién nacido al que todo el mundo mima y hace carantoñas. La Real es el alumno voluntarioso que no colecciona más que calabazas, supera el curso con un aprobado raspado y no repite porque hay estudiantes todavía más zoquetes. Uno y otro club tienen poco que ver. Hace tiempo que la Real es un equipo tristón, alicaído, que transmite desilusión, a pesar de que tiene detrás una hinchada con una paciencia infinita. Se fueron unos, vinieron otros, y todo sigue igual. Lo peor que le puede pasar a un club es que caiga en la indiferencia. El aficionado está tan hasta el gorro de los jugadores, los entrenadores y la directiva que incluso se lo pensó y mucho a la hora de acudir a la ampliación de capital, y ya ni siquiera debate sobre si se deben fichar a jugadores que no sean vascos. El Bruesa ha llegado como un huracán, respaldado por una campaña de marketing excelente y un equipo cercano al espectador. Ni siquiera se le pide que haya jugadores de casa (sólo uno de los doce es guipuzcoano). Hace tiempo que en deportes como el baloncesto el romanticismo ha pasado a un segundo plano. En el TAU, por ejemplo, nueve de los doce jugadores son extranjeros y huelga decir que el único vasco es el segundo entrenador. Pero el TAU gana, ofrece espectáculo y divierte. Y eso, amigo, es lo único que cuenta.

miércoles, 27 de septiembre de 2006

Padres de cine

El compañero Juan, que a diario nos deleita en estas páginas con sus Cuentos de cine, se ha metido ya entre pecho y espalda más de una docena de películas en el Zinemaldia. Amigo, has visto más pelis en seis días que quien suscribe en cinco años. La industria del celuloide lo tendría crudo con espectadores como un servidor. En estos últimos años he pisado tan poco las salas que no me cuesta recordar mis últimas películas. Hace cosa de un año vi Bambi 2, entrañable filme, eso sí, con pocos diálogos y con una banda sonora que te pone de los nervios. La primera parte ya la tenía vista por vídeo y varias veces, por cierto. Ya se sabe, los críos son capaces de ver mil veces la misma historia. Conozco a alguna criatura que recita de memoria hasta los diálogos de los protagonistas. Tampoco tengo que gastar muchas neuronas para recordar los dos anteriores filmes. Pertenecían a una famosa trilogía que se proyectó de año en año y que al final ganó un porrón de Oscars. Vi dos de las tres películas, la última en unos cines que ya están cerrados. Bonito plan éste de ir al cine... si no tuvieras que colocar a los más pequeños con la parentela. Porque ir al cine (a la sesión de noche) supone montar toda una infraestructura. Que si a la pequeña ocho de leche en polvo y dos de cereales; que si a la otra dale el peluche que si no, no duerme; que si llora, pues me llamas... Un rollo. Que nos complicamos la vida de manera innecesaria. Que digo yo que nuestros padres, que tenían hijos de cuatro en cuatro, seguro que iban al cine sin necesidad de montar semejante parafernalia. Así que, nada, que toda la vida es cine, y más cine, por favor.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Dionisio Txoperena

Hace hoy una semana murió Dionisio Txoperena, el pastor navarro que sirvió de soporte para una campaña publicitaria de la multinacional de teléfonos móviles ATyT. Todos los que no somos de Goizueta supimos de su existencia por el aluvión de entrevistas que le dedicaron en prensa escrita, radio y televisión. Yo me quedo con un amplio y precioso reportaje que emitió ETB tiempo después de que la imagen de Dionisio (Dio, como era conocido en la diáspora vasca de California) diera la vuelta a Norteamérica. El reportaje permitió descubrir a un tipo entrañable, sencillo, un inmigrante vasco que tenía a sus espaldas una bonita historia que contar, más allá de que se hubiera hecho famoso por publicitar móviles y de que hubiese ganado dinero por el anuncio de marras. Un tipo que disfrutaba entonces de la vida junto a su mujer americana, que había cumplido su sueño de tener una segunda casa en Goizueta, de ir de feria en feria o de disfrutar en directo con las letras y la voz de Benito Lertxundi, quien le dedicó una canción en un recital. Dio era pastor, una especie que quizás estaría extinguida si no fuera por escuelas como la de Gomiztegi, en Arantzazu. Cuando presumimos de país y de verde, seguramente les debemos mucho a esos cientos de pastores, ganaderos y baserritarras que cuidan de prados y montes sin descanso semanal y sin vacaciones en el Mediterráneo. Una labor callada, poco agradecida, como la que hacía el bueno de Dio, que en un mal viaje se ha quedado sin conocer a los dos mellizos que espera su embarazada mujer.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Clavadas

Dice la Real Academia en su diccionario de consultas que clavada, del participio clavar, es "guarnecido o armado con clavos". En una versión libre, clavada es la factura que te deja tieso como un palo cuando te la entrega el camarero de turno después de realizar la consumición de turno. Y por estos lares, la clavada está de temporada alta todo el año. Ejemplos hay a miles. Te acercas a un compañero de la Redacción, le pides que te cuente si ha vivido este verano alguna situación en la que se le ha quedado cara de gilipollas porque le han cobrado cuatro euros por dos botellas de agua de las pequeñitas, y te suelta un rosario de timos. Las clavadas normalmente se concentran en tres lugares de ocio: bares, restaurantes y barracas de feria. Abonas un par de euros para que la chavalería brinque en las colchonetas elásticas y, para cuando te has dado la vuelta, el feriante ya ha hecho sonar el silbato y se ha acabado la función. Y qué decir de algunos hosteleros. Cuenta una compañera que hace unos días acudió a una terraza de Donostia con familiares que viven del Ebro para abajo, que diría Arzalluz. Tomaron cuatro cafelitos y los pagaron a precio de angulas. "Por el precio de los cafés, en mi pueblo comíamos un par de menús", dijo uno de los invitados. Y ésa es otra. Del Ebro para abajo pides un par de cañitas y, al menos, te sacan un poco de choricito o unas cortezas de cerdo (curioso aperitivo) para picar. Por estas tierras (y perdón por generalizar), te tienes que conformar con que el hostelero, si es amiguete, te invite a una cerveza después de que hayas tomado cinco y se esté acercando a tu cabeza el temible barquito.

miércoles, 6 de septiembre de 2006

La televisión invisible

Hasta la última temporada de Liga, servidor era un privilegiado. Podía ver el partido de los sábados (eso que llaman fútbol en abierto) en dos cadenas: La 2 y ETB 1. Son cosas que pasan cuando vives en el norte del Viejo Reino. A pesar de Sanz, puedes ver ETB sin que en tu aparato de televisión aparezca ningún fenómeno paranormal, y Teletabarra, esa pedazo de delegación de TVE en Navarra. Así que el personal podía elegir entre ver el mismo partido en La 2 o en ETB 1. Yo elegía la vasca, que dirían en la Ribera, porque uno estaba acostumbrado a ver el balompié en euskera y a escuchar a Juanan Larrañaga y su latiguillo "Uste dut"... Pues, hasta aquí hemos llegado. Ha sido aparecer La Sexta y arrasar con todo. ¿Alguien que no sea abonado de una cadena digital sintoniza esta televisión del todopoderoso Miliki? Pregunto por ahí, y no escucho más que nones. Entre La Sexta y Canal Plus nos han dejado sin furbo gratis. Bueno, dicen los de Antena 3 que este año van a retransmitir un partido semanal de la Liga de Campeones. ¡Horror! Todavía recuerdo los partidos que emitían hace unos años los lunes a las diez de la noche. No había acabado el partido y el comentarista de turno ya estaba anunciando la horripilante película que llegaba a continuación. Pero a lo que iba. La Sexta ha alcanzado un acuerdo para que retransmitan los partidos televisiones locales como Tele Sanlúcar, Radiotelevisión de Motril y TV Utrera. Y ahí llego yo. Amigo Miliki, amigos de La Sexta: tenéis que llegar a un acuerdo con Ttipi Ttapa Telebista, pionera de la TV en euskera en Navarra, para que el fútbol vea la luz al norte del Viejo Reino.

miércoles, 30 de agosto de 2006

Atletas y Guardia Civil

Pongamos que un club organiza una carrera de atletismo por el monte, nueva en el calendario, para dar más lustre a las fiestas de un barrio de un pueblo. Pongamos que el club decide la fecha, la hora, el recorrido y el número de atletas que va a participar. Pongamos que busca patrocinadores y encuentra premios en metálico. Pongamos que, dos días antes de la prueba, uno de los organizadores recibe una llamada en su móvil. Pongamos que al otro lado del auricular está al habla con... la Guardia Sivil. "Bueno día. No hemo enterau de que van a organisar una carrera", dice el agente ante la sorpresa del telefoneado, que se pregunta de dónde diablos habrán obtenido su número de móvil. El diligente guardia explica que la carrera de marras supone una concentración de gente y vehículos en pleno monte, lo que conlleva el riesgo de que se produzcan incendios (a pesar de que los días en cuestión llovía a mares), y patatín y patatán. El susodicho organizador que jamás había oído hablar del Seprona se da ya por enterado cuando hace la pregunta del millón: "Y si se disputa sin permiso, ¿qué puede pasar?". Que le cae una multita de entre 3.000 y 60.000 euros, caballero. Pues nada, se pide el permiso, se cumple con la burrocracia y todos tan contentos, piensa el organizador. Pero no, amigo, que la Administración es un poco lenta y la tramitación cuesta lo suyo. Así que las fiestas del barrio se quedan sin prueba, la Guardia Civil sigue tan diligente (el día de la carrera apareció por el lugar a la hora de la salida) y los atletas, en chándal. Por cierto, habrá carrera. El 16 de septiembre, con la venia de la Guardia Sivil.

domingo, 27 de agosto de 2006

Zermatt

"La cama, ¿con dosel o con vistas al Cervino?". Antes de poner los dos pies en Zermatt, si el visitante se quiere dar el gustazo y el capricho, que los precios son astronómicos de alojarse en uno de los 116 hoteles y pensiones de esta localidad suiza debe responder a la pregunta que le plantea la recepcionista. A alguien acostumbrado a dormir en la cama más común del mundo, lo del dosel le suena a aposentos de reinas y príncipes. Lo del Cervino resulta más comprensible. Todo Zermatt pivota en torno al Cervino, el Txindoki suizo, el monte que cualquier niño dibujaría: dos trazos y una punta. Desde sus afilados e imponentes 4.478 metros, el Matterhorn (en su versión alemana) ejerce de vigía de un valle que es una delicia para la vista. Zermatt es el paraíso para los amantes del montañismo y el esquí, y para quienes disfrutan de la naturaleza en su estado más puro. Pese a que el pueblo, de apenas 5.500 habitantes, se encuentre atestado de restaurantes, comercios y hoteles la mitad de los edificios se destina a alojamientos, la estancia, que no visita, resulta más que recomendable. Zermatt llama la atención incluso antes de llegar. Primero, porque sólo se puede acceder en tren el paso de vehículos a motor está prohibido desde la estación de ferrocarril del vecino municipio de Täsch. Una vez en sus calles, sólo circulan coches y autobuses eléctricos y, metidos en invierno, se suman los trineos. Si llega a la estación de tren y se aloja en un hotel, lo primero que debe hacer es presionar el botón del establecimiento que aparece en un gran panel. A los pocos minutos, personal del hotel le transportará en un vehículo eléctrico a su habitación... con dosel o con vistas al Cervino. Una vez instalado, Zermatt ofrece un abanico impresionante de actividades, siempre bajo la mirada del Cervino, que se ve desde todas las esquinas. La ascensión al Horn, como es conocido entre los lugareños, está reservada a alpinistas con experiencia en la alta montaña. El turista corriente y moliente dispone de una amplísima oferta para disfrutar y oxigenar sus pulmones. La subida en tren de cremallera al Gornergrat permite comprobar que los suizos son capaces de llevarte en ferrocarril hasta el fin del mundo y, una vez arriba, te coloca frente al monte Rosa y una alucinante sucesión de montañas que superan los 4.000 metros. Si va bien de piernas, no está de más bajar del vagón en una de las cinco estaciones intermedias y descender hasta Zermatt a pie. Se hinchará de fotografiar al fotogénico Cervino. Más impresionante resulta aún el mirador del Pequeño Cervino, el más alto de Europa (3.883 metros), donde es posible esquiar en pleno julio, tomarse un vino en un bar-restaurante de hielo y observar al mismo tiempo Suiza, Italia y Francia concentradas en el corazón de los Alpes. Como a muchos rincones de este valle, se accede previo desembolso de un buen montón de francos suizos a través de uno de los innumerables teleféricos que sobrevuelan un paisaje plagado de senderos, lagos, bosques y mil pequeños bocados de naturaleza.

* Texto publicado en la contraportada de NOTICIAS DE GIPUZKOA